viernes, 28 de enero de 2011

Nuestro Martí

Por Rosa C. Báez

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Alguien dijo alguna vez que “cada uno de nosotros tiene su propio Martí”.
Y eso es válido sólo hasta cierto punto. Pero no por ello hemos de ver impávidos como una vez más, Pero no por ello hemos de ver impávidos como una vez más, la figura del Apóstol de nuestras independencias, del que todos amamos como “el más grande de todos los cubanos”, es usada por la contrarrevolución para sus odiosas campañas contra Cuba=Revolución.

"Nada piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al Universo su sangre", dijo Martí sólo unos pocos días antes de ofrendar su vida en el altar sagrado de la Patria. Y éste Martí, que su vida diera por Cuba, no es, no puede ser el Martí de quienes aplauden y rinden pleitesía a los que gestaron la invasión a Cuba por Playa Girón, de quiénes se inclinan ante aquellos que han realizado una cadena interminable de agresiones terroristas contra Cuba, de quienes venden su mano para escribir contra la Patria que se alza contra un Bloqueo genocida.

Homenaje a Martí rinden cada día nuestros médicos nuestros jóvenes, nuestros trabajadores, los soldados que cuidan el sagrado suelo de la Patria, nuestros médicos internacionalistas, que en lejanas tierras enfrentan el dolor y el peligro para llevar a otros pueblos su ayuda solidaria. Homenaje a Martí rindieron anoche nuestros jóvenes –dentro de quiénes marcharon, orgullosos, muchos nuestroamericanos que visitan nuestras tierras- antorcha en mano, “con el espíritu encendido del Apóstol”, como cada año.

 “Hay que venir aquí todos los años a avivar y a atizar esa llama moral.  Hay que venir todos los años a hablar claro.  Hay que venir todos los años a reprochar cualquier desviación revolucionaria.  Hay que venir todos los años a reprochar cualquier adormecimiento del espíritu revolucionario no sólo en el pueblo sino de todos los hombres que estén al frente de la Revolución”, dijo Fidel, reflexionando un 30 de julio, Día de los Mártires de las luchas revolucionarias. Y es en ese espíritu que honramos, que homenajeamos a Martí en el 158 aniversario de su natalicio (que ni siquiera esa fecha pudieron decir con certeza los espurios que osan utilizar su memoria para sus shows propagandísticos).

Ya hemos tenido que sufrir la grave afrenta -a la dignidad y al legado histórico y patriótico de la nación cubana- de contemplar cómo su nombre querido fue utilizado por los personeros del poder en Washington para bautizar al servicio de transmisiones de radio diseñado y dirigido a fomentar el cumplimiento de la pretensión de anexarse la Isla y a adoctrinar a sus lacayos, en un vano intento de crear una burda parodia de “desobediencia civil”: emisoras que “no emiten información, por el contrario, la falsifican y tergiversan; no aspiran a respetar valores como la objetividad y el apego a la verdad; fabrican con premeditación la mentira e incitan al odio destructivo”.

Y estamos hartos ya de que la mentira, la manipulación, la instigación a actos contra nuestro pueblo, contra nuestra Revolución, sean elevados a la categoría de homenajes; hartos de que poner en su sitio -respetando como siempre su integridad física- a los mentirosos de turno, salga en decenas de periódicos en el mundo, hablando de golpes que no se ven, de moretones que no existen, de desaparecidos que luego aparecen a tiempo para ir a cobrar su nueva “hazaña”.

“¡Es que somos cubanos de Martí y de Fidel y nada más!” dijo un verdadero martiano, y no vamos a permitir que usen su figura, ni ahora ni nunca. Sépanlo los fantoches, sépanlo los asesinos, sépanlo los que se alzan contra sus hermanos, los que ofenden a Martí poniéndole una flor.

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