Por Orlando Cruz Capote*
Hace unos días supimos del asesinato del líder de la guerrilla colombiana, Alfonso Cano. Sí, asesinato, aunque los medios de comunicación e información capitalistas globalizados, transnacionalizados y regionalizados, estén difundiendo y repitiendo sin cesar, que se trató de un fuerte enfrentamiento entre una tropa élite especializada del Ejército colombiano, incluida aviación más los helicópteros, contra un reducido grupo guerrillero que se trasladaba, supuestamente, muy perseguido y que se debilitaba y desesperaba cada vez más, tras caer de una escaramuza en otra, con fuerzas muy superiores a él. La “Operación Odiseo”, tal como se llamaba ese operativo, contó con 900 soldados fuertemente armados y alrededor de 15 aviones de combate de diverso tipo, según algunas fuentes consultadas.
No obstante, al ver las extrañas fotos del camarada Cano, surgen preguntas muy agudas y sugerentes ante tanta euforia publicitaria de que éste haya sido “un golpe” más -otra vez se habla del “decisivo”- contra la dirigencia armada revolucionaria de ese país; y que las FARC están más que nunca obligadas a rendirse, abandonar la lucha y que todos sus contingentes armados y políticos deben reunirse con sus familiares, porque sus líderes han sido liquidados.
Y estas declaraciones, abiertas y sin tapujos, han partido de los altos mandos políticos gubernamentales de ese país y de los generales de su aparato militar-represivo. Todo un andamiaje de la PsyWar y de una guerra diversionista y cultural donde está primando la idea que, todo movimiento revolucionario anti sistémico, puede ser destruido por lo más avanzado de los medios de guerra contemporáneos, con sólo desearlo y quererlo las elites de poder burguesas de la derecha a nivel planetario, en este caso de Colombia, muy aliadas a los grupos neoconservadores de los Estados Unidos de América.
Ahora bien, ¿por qué el Comandante Cano estaba vestido de civil y completamente afeitado, tal como lo muestran las fotos después de ser ametrallado? Hasta puede deducirse, “inocentemente” que -a no ser que estuviera tratando de pasar como un campesino más para poder escapar del cerco militar- podría haber estado en camino de un encuentro político, previamente acordado y preparado, con el fin de analizar y posteriormente realizar un posible cambio -canje- de prisioneros y rehenes, asistir a alguna reunión con personeros del propio gobierno nacional, intermediarios e incluso negociadores de alcance regional e internacional, para otear un posible acuerdo de paz -una salida pacífica y política al conflicto interno-, crear una zona de paz y hasta una posible tregua, entre otras variables de conversaciones y pre-acuerdos políticos, honorables y con dignidad, que sabemos el Comandante Cano intentaba buscar en plena armonía con su discurso y práctica revolucionaria.
Y que, “lamentablemente”, no llegó a realizar sus planes, pues cayó en una trampa, tendida otra vez, por el accionar traicionero que puede haber venido de fuentes múltiples. Y nada ni nadie puede ser descartado.
¿Por qué las fotos que lo muestran con el rostro desfigurado, solo advierten ante la mirada aguzada que los tiros recibidos en su cuerpo, parecen ser más disparos de fusilería y de ametralladoras de mano, que de bombardeos intensos y masivos? La mirada una y otra vez de esas fotos, pudiera indicar que el Comandante Cano, cayó prisionero y luego haya sido ejecutado.
Una operación “militar” que se asemeja a lo sucedido con Osama Bin Laden y, luego, con Muammar El Gadafi, quienes fueron linchados sin ser llevados a juicio o a un proceso legal alguno. Y eso lo expreso sin realizar una comparación entre los personajes y las personalidades citadas, pues hay diferencias notables entre ellas.
Una táctica trazada -quizás ya una estrategia y método criminal- por las tropas, las agencias de seguridad e inteligencia norteamericanas y de la OTAN, en sus guerras de rapiña en cualquier latitud del planeta. Y que no dejan de ser violatorias de las más elementales normas jurídicas del derecho internacional vigente, aunque anden pisoteándolas todos los días y cuando se le apetezca, y que sólo aparezcan en su contra notas retóricas de preocupación y alertas de gobiernos y organizaciones internacionales que no frenan en absoluto esos desmanes y no provocan un alto ante tanta desvergüenza e impunidad. Hay mucho cinismo en este mundo.
Pero, ¿por qué el Comandante Cano estaba alejado de su sede o base principal de mando? Si era el máximo dirigente de las FARC, ¿por qué esa salida arriesgada de su zona más segura de operaciones?
Y ya se sabía, por las “casuales” muertes anteriores de Raúl Reyes y Jorge Briceño (“Mono Jojoy”), que los operativos militares del ejército colombiano contra la insurgencia, denotaban que éstos contaban de antemano con una localización casi exacta de los movimientos guerrilleros por fuentes de inteligencia (incluso posiblemente infiltradas al interior de las propias fuerzas insurgentes), de rastreo intensivo a través de GPS, teléfonos celulares y otros medios electrónicos, más el apoyo de algunos servicios secretos de países aliados al colombiano -se habla con insistencia del Mossad israelí-, e incluso, de alguna colaboración ilegal, traidora y extraoficial de individuos desde naciones vecinas.
Y para cualquier observador político, serio y riguroso, no debe escapar la probable utilización de los drones y los aviones AWACS yanquis que, en el caso colombiano, no necesitan violar el espacio aéreo de ese país, pues en esa nación hay sietes bases militares que autorizan el uso de aeronaves estadounidenses (más tropas y asesores, claro) en tareas de lucha contra el narcotráfico y la guerrilla. Aunque, en realidad, todas las bases aéreas de ese país pueden ser utilizadas por el Pentágono, a pesar de no haberse firmado oficial y públicamente ese acuerdo entre ambos gobiernos. Por lo menos con los actuales presidentes, Manuel Santos y Barack H. Obama. (Ver artículo de Nchamah Miller “Después de Alfonso Cano ¿y ahora qué América Latina?” )
¿Y la historia de las computadoras? ¿Por qué el Comandante Cano y su grupo guerrillero desandaban las selvas, montañas y llanuras colombianas con información comprometedora acerca de su logística, contactos y otras fuentes secretas? Otro montaje, muy parecido al falso libreto de la historia, mal contada, sobre Raúl Reyes y Jojoy, y donde todo indica que se intenta filmar un largometraje de trucos, a lo hollywoodense, para darle más “capacidad, legitimidad y credibilidad” a las fuerzas de seguridad colombianas y mostrar a los guerrilleros -con más de 40 años de experiencia en esos andares-, como “tontos y estúpidos” que caminan con laptops y memorias flash, por las diferentes zonas de guerra, que en el caso colombiano es casi todo el territorio nacional, aunque hoy se puede focalizar la ubicación de los frentes guerrillero en algunas zonas concretas, pero realmente de muy difícil acceso para cualquier contingente militar por muy preparado que esté en la lucha contrainsurgente.
Lo peligroso de esa historia sobre Cano, y la supuesta “debilidad” y “fin” de la guerrilla colombiana por el proceso de liquidación de sus principales líderes (a pesar que algunas fuentes afirman que posee alrededor de 10 mil hombres sobre las armas), es que el gobierno de Bogotá, o por lo menos los representantes más -o menos- reaccionarios del mismo, están mostrándose como proclives al diálogo y acercamiento con Venezuela, Ecuador, entre otros países del subcontinente; así como, que es ya una realidad, que estén de cuerpo presente dentro de los mecanismos de integración latinoamericano-caribeños, como UNASUR, MERCOSUR y el Pacto Andino, con ánimos de solucionar todos los problemas exteriores con un discurso muy complementario y pacificista. Incluso va a estar en el organismo militar y de seguridad de UNASUR.
Otra pregunta parece desprenderse de ese escenario dubitativo, paradójico y que hasta puede despertar algunas sospechas. ¿Qué se pretende con ese doble discurso, con cuál propósito se hace y quiénes se esconden detrás de esa fachada de buena voluntad por una convivencia vecinal y paz regional, y luego arremeten duramente contra las fuerzas opositoras internas que llevan muchos años tratando de negociar un acuerdo de paz justo, en que los gobiernos -y los verdaderos poderes fácticos-, acepten en la mesa de negociaciones, de igual a igual, muchas demandas que no son solo de las guerrillas, pues no solo se reducen a las FARC y al ELN, sino de otras agrupaciones posiciones políticas y socioeconómicas del panorama ideo político colombiano?
Un lector asiduo, conocedor y consciente puede comprender que, en la historia contemporánea de Colombia, ha predominado el descabezamiento de las fuerzas y actores más revolucionarios, o sea, de aquellos que podrían movilizar a las amplias masas trabajadoras y populares. Un breve recuento histórico nos los hace llegar el escritor Alberto Pinzón Sánchez, en un artículo publicado en el periódico digital Rebelión, del 12 de noviembre de 2011, titulado “¡Siglos de descabezamientos!”. En este se dice: “[…] El 9 de abril de 1948 es descabezado con la ayuda directa de la CIA norteamericana el movimiento gaitanista UNIR (Unión de Izquierda Revolucionaria) con el asesinato de su dirigente Jorge Eliécer Gaitán. [...]
En 1957 es asesinado el guerrillero desmovilizado Guadalupe Salcedo para descabezar la resistencia gaitanista de los Llanos Orientales, y en 1961 es envenenado en Cúcuta el guerrillero desmovilizado Rafael Rangel Gómez para descabezar el Movimiento Revolucionario Gaitanista de Barrancabermeja y el Magdalena Medio. [...] En febrero de 1966 muere en un combate desigual el sacerdote Camilo Torres Restrepo, su cadáver es secuestrado eternamente por el ejército colombiano y queda descabezado el Frente Unido del pueblo colombiano. [...] En 1983 desaparece Jaime Bateman en una avioneta a la que le habían alterado sus instrumentos de navegación y queda descabezado el movimiento guerrillero nacionalista M-19, y en 1990 es asesinado el desmovilizado Carlos Pizarro quien se había reclamado como su sucesor. [...] A partir de 1985 hasta la muerte del senador Manuel Cepeda en 1994, con el que queda descabezada definitivamente la UP (Unión Patriótica), son asesinados cinco mil cuadros políticos legales incluido sus dos candidatos presidenciales: Jaime Pardo Leal en 1987 y Bernardo Jaramillo Ossa en 1990.
Definitivamente, el golpe de los poderes conservadores -y liberales- ha estado dirigido a las vanguardias políticas, militares y cívicas del país, y la desaparición-asesinato de las cabezas visibles de sus contrarios está siendo una de sus principales líneas de acción.
Asimismo, es vox populi que en esas inacabadas y permanentes mesas de negociación se sitúan, una y otra vez, agendas múltiples que forman parte de los intereses de la mayoría de la población y de la sociedad civil colombiana. Ambas, hartas de la guerra sin fin que sacude a ese país; de los procesos de criminalización de la mayoría de las fuerzas de izquierda, democráticas y progresistas, culpándolas de narcotraficantes, de ser parte de las bandas criminales organizadas, entre otras tantas denominaciones, con el fin de satanizarlas públicamente -incluso la tienen circuladas en la INTERPOL-; así como de los asesinatos casi cotidianos de periodistas y políticos, de los falsos positivos, de las fosas secretas y todas esas aberraciones, contrarias a un “Estado de derecho”, del cual se vanagloria poseer esa burguesía en el poder, y que siguen sucediendo en ese hermano país. De un pueblo que ya no soporta al paramilitarismo disfrazado que deambula por las calles, al narcotráfico impune que prosigue -ahora trasladado “misteriosa”, pero lógicamente hacia a México-, de cuyo cultivo Colombia no ha podido desprenderse-, y de la recuperación de las posiciones públicas privilegiadas de las bandas delicuenciales y criminales, antaño abandonadas y dominadas los paramilitares, que han vuelto a predominar en muchos territorios urbanos y rurales, y en los barrios de sus principales ciudades, sembrando el terror y el miedo en los pobladores, con sus guerras por dominar espacios y negocios.
No estamos llamando, sin embargo, a que no se escuche la voz del gobierno colombiano en los foros latinoamericanos. Dentro de la burguesía, incluso de los oligarcas burgueses, hay matices que deben precisarse, pues no todos actúan por igual ante las más variadas coyunturas políticas endógenas y exógenas. Algunos de esos grupos y sectores, aunque sean aristocráticos, más o menos transnacionalizados, son más pragmáticos en las relaciones internacionales y, a veces, lo mueven intereses nacionalistas, o por lo menos, el deseo de incorporarse a otros organismos regionales e internacionales, donde no sientan la presión de los EE.UU. y de los otros centros del poder capitalista mundial. Buscando alternativas y balances para un cierto desarrollo autónomo, aunque este término suene “fuerte” y dislocado a esta altura de la historia del capitalismo en la región y, en específico, en la Colombia hermana.
En todos los procesos de paz, de concertación necesaria de fuerzas diversas, en los intentos de integración de los países de Nuestra América, debe estar por derecho propio, Colombia. No se trata de excluir a nadie, mucho menos, a su variada y diversa realidad política interna. Porque detrás de cualquier grupo y secta de gobierno está y estará la mano de Washington tratando de desbaratar los propósitos legítimos de solidificar algunas estructuras de solidaridad y complementación económica, comercial, financiera, cultural y política.
Pero, el “León” que mata dentro de su jaula, una vez suelto, puede seguir degollando los que lo rodean fuera de ella. Y mucho más, si ya lo ha hecho en más de una ocasión, con los que son sus vecinos, a los cuales consideraban hasta hace muy poco como adversarios. Ya sea por iniciativa propia o por la voz decisoria del amo domesticador. No hay que olvidar que un alto dirigente del establischment norteamericano expresó que, para dominar a Venezuela, había que primero dominar a Colombia.
No se puede pecar de ingenuos y de inocentes en este mundo tan complejo, en el cual el imperialismo tiene tantos medios a su alcance para conseguir un giro inesperado dentro de los contextos histórico-políticos de los gobiernos de derecha, de centro y hasta de izquierda.
Si además tenemos, como constancia real, que en Centroamérica, hay países como Panamá y Costa Rica, que han autorizado la instalación de bases estadounidenses en su territorio (dos navales, en Panamá) y están permitiendo que barcos de guerra y marines (cerca de 6 mil efectivos) puedan optar por guarecerse en sus puertos y aeropuertos ticos. A lo que Honduras, con la famosa base de Ilopango, que tanto tuvo que ver en el golpe de estado a Zelaya, no debe quedarse muy atrás en ese faja guerrerista alrededor de los países más progresistas del continente. O que la IV Flota yanqui, recién revitalizada, pueda tener asiento en Perú -esperemos que dirá al respecto el gobierno del presidente Ollanta Humala-, y que en territorio haitiano y puertorriqueño -sin omitir a la Curazao holandesa- existen bases importantes del Ejército y la Marina norteamericana (o preparadas para serlo), creándose un “cinturón de seguridad” muy peligroso, que rodea y no con buenas intenciones, a la Venezuela Bolivariana y a Cuba Revolucionaria, al Ecuador de la Revolución Ciudadana, a la Bolivia Plurinacional y multicultural y a la Nicaragua del Frente Sandinista de Daniel Ortega, reelegido como presidente hace sólo una semana, y al que ya han atacado desde el interior y el exterior del país..
Hace solo unos días, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías anunció que un submarino, sin identificación nacional, había violado las aguas jurisdiccionales venezolanas, y que las fuerzas navales de la República Bolivariana lo habían perseguido, pero que no habían caído en la provocación de haberle disparado, y que este había huido a una alta velocidad de traslación porque era, sin lugar a dudas, de propulsión nuclear.
Después de este incidente, uno más, hay que tener mucha cautela y mantener bien en alto las alertas del Sur geopolítico, en especial, de Nuestra América. Del asedio a Siria e Irán, puntos álgidos de la agenda internacional y posibles escenarios de guerras, inmediatas y mediatas, el imperialismo estadounidense puede cambiar de prioridades y asestar un golpe traicionero en el subcontinente que se le ha sublevado de manera irreverente, pensando quizás que es el punto más débil de esa cadena de indignados y rebeldes que hoy abundan por el Planeta Tierra.
Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba
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