miércoles, 11 de enero de 2012

Vestigios de Celia Sánchez Manduley, flor de Cuba

Por Yasel Toledo Garnache y Amauris Betancourt Gómez



Quienes quieran saber el sentimiento humano

que alberga un corazón comunista,

quienes deseen conocer la sensibilidad humanista que hay

en el corazón de los revolucionarios cubanos,

deben estudiar la vida de Celia.


Armando Hart

Celia Sánchez habita donde reinan la humildad y el desinterés

La noticia parecía increíble. El día se tornaba gris. Las emisoras de radio y televisión difundían tristeza. Celia Sánchez Manduley había fallecido a las 11:50 de la mañana de aquel viernes 11 de enero de 1980.

Una ama de casa en Manzanillo, municipio de la suroriental provincia cubana de Granma, escuchaba la radio cuando interrumpieron el programa para leer la nota del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. La sorpresa la golpeó como puñetazo en pleno rostro. Los ojos se le nublaron y lloró por primera vez desde la muerte de su hijo en la Sierra Maestra.

La medialunera María Esther Rodríguez, quien nunca vio personalmente a Celia, conversaba en el pasillo de su escuela secundaria básica con algunas compañeras cuando interrumpió una maestra con la dolorosa noticia.

Las sonrisas desparecieron. La muchacha se quebró en un grito de estupor antes de deshacerse en llanto: ¡No puede ser! ¡Eso no es posible!

Sufrimiento e incredulidad. Esa fue la reacción del pueblo.

Suprema resistencia a aceptar la pérdida que lo dejaba anonadado.

Flor, esencia querida, amiga en la distancia, definen a la Celia de Media Luna, Pilón, Manzanillo, Granma y Cuba.

Su estirpe, entrega amorosa, compromiso con los humildes, travesuras infantiles y singularidad espiritual perduran en el tiempo.

Nace la flor

Fue una niña bonita. Las fotos de sus primeros años revelan un lindo rostro infantil de tez blanca, y hermosos ojos negros. También el cabello era oscuro y ligeramente ondeado.

Su nombre, Celia Esther de los Desamparados, parece profético, pues mantuvo incólume la tradición de auxiliar a los necesitados. Era servicial, activa, diligente, de espíritu juvenil, incluso durante sus últimos años de existencia.

Su padre, Manuel Sánchez Silveira, de ideas liberales avanzadas y la madre, Acacia Manduley Alsina, siempre alegre, cordial, indulgente y bondadosa, fueron fuentes de buenos modales y sentimientos admirables. Del primero, adquirió la fortaleza de carácter, tenacidad, pureza de intenciones, sensibilidad patriótica y política. De la segunda, las actitudes más femeninas y amorosas.

Cuentan que, durante su adolescencia, era bellísima. El grupo de amigas era conocido como “los pavitos”, expresión de la época aplicada a las muchachas jóvenes y bonitas en Manzanillo.

Las noches en la Ciudad del Golfo fueron testigos de serenatas e intentos de conquista, en especial de Salvador Sadurní, quien le cantaba El día que me quieras o Celia, tango que compuso para ella.

La joven gentil y servicial adquirió madurez política con el transcurso de los años. Recibió fuertes influencias del quehacer revolucionario de Antonio Guiteras y, luego, de Eduardo Chivas.

Vivió en Pilón a partir de 1940 y conoció la topografía de la zona como la palma de la mano. Incrementó la lectura de textos de carácter histórico. Era aficionada a la pelota y partidaria furibunda del Almendares.

Fue la coordinadora del Movimiento 26 de Julio en la costa granmense, desde antes del desembarco del yate Granma.

Alma guerrillera

Celia constituyó punto de apoyo crucial y principal vía de comunicación durante los primeros meses de la incipiente tropa en la Sierra Maestra. En fecha tan temprana como abril de 1957, Raúl Castro le escribía: Tú te has convertido en nuestro paño de lágrimas más inmediato y por eso todo el peso recae sobre ti; te vamos a tener que nombrar Madrina Oficial del Destacamento .

Tras su incorporación a la lucha en las montañas, algunos pensaron que no podría soportar las penalidades de la vida guerrillera, o que su presencia estorbaría la movilidad general del grupo.

En ese medio de fatiga, lluvia, frío, hambre, fango y, a veces, nostalgia en el espíritu, irrumpió aquella mujer de frágil apariencia. Resistió con entereza cualquier esfuerzo o sacrificio, y simbolizó la ternura y belleza de la mujer cubana en las duras condiciones de lucha. Se convirtió en la compañera, la amiga, la hermana y la madre de muchos rebeldes, quienes le profesaron inmenso cariño y admiración.

Era tanta la importancia de Celia para el Ejército Rebelde que, el 15 de junio de 1957, Fidel le confesó: Tú y David (Frank País) son nuestros pilares básicos. Si tú y él están bien, todo va bien y nosotros estamos tranquilos .

Con la luz de enero

La victoria del primero de enero de 1959 proyectó sus responsabilidades a una nueva dimensión. Fue Secretaria del Consejo de Estado, Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en representación de Manzanillo, y desarrolló un arduo y minucioso trabajo en la Oficina de Asuntos Históricos.

Mujer inteligente, de decisión pronta y mente ágil, vencía con facilidad los obstáculos. Era fumadora empedernida y amante del café. Sentía predilección por el mamoncillo, la ciruela criolla, el tamarindo y el mango.

En 1976 matriculó la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Escuela Superior del Partido Ñico López.

Huellas de una fatalidad

Según Pedro Álvarez Tavío en su libro Celia. Ensayo para una biografía, el 20 de julio de 1977 se sintió mal y tenía dificultades para respirar. Acudió a la sala de emergencia del hospital Calixto García, donde le detectaron una sombra en los pulmones mediante examen radiológico. Era cáncer. La fatalidad del desenlace fue inevitable. Su corazón dejó de latir el onceno día del primer mes de 1980.

La graduación del curso de Licenciatura en Ciencias Sociales se produjo el cuatro de octubre de ese mismo año.

A Celia Sánchez Manduley se le otorgó el título post mortem. Nada le impidió alcanzar su meta: ni la complejidad de las materias, ni la enfermedad, ni la muerte.

Dicen que falleció aquel 11 de enero, pero no. Ella vive. Sigue presente y activa como la flor más autóctona de la revolución. Su ejemplo de mujer, cubana, luchadora, fidelista y comunista perdurará siempre.


Tomado de Radio Angulo

En recordación de la vida y obra de Celia Sánchez Manduley

http://teveo.icrt.cu/mdxsq4/



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