Por Luis Pavón Massó
José Antonio Aponte tenía aquel oficio y también el de soldado. Había recibido entrenamiento en los batallones de pardos y mestizos, creados y luego abandonados por el gobierno español, a principios del siglo XIX.
Formando en estos batallones había participado en las confrontaciones militares de España contra Inglaterra, en apoyo a la independencia norteamericana. Concretamente, se conoce su participación en la acción contra Nueva Providencia, posesión inglesa en Las Bahamas, donde las tropas enviadas desde Cuba resultaron triunfadoras.
Era pues, artista de la madera y profesional de las armas. Su amor, su máxima devoción, era la libertad, en favor de la cual fraguó la conspiración antiesclavista y antiespañola que abarcó a gran parte de la Isla y, además de La Habana, tuvo manifestaciones en Holguín y Bayamo, entre otros puntos de la geografía cubana, y fue sangrientamente reprimida Peñas Altas, territorio habanero.
Inspirado en la lucha del pueblo haitiano, que años antes se había levantado victorioso contra los colonialistas franceses, y en relación con algunos revolucionarios de este país, Aponte tejió la gran conspiración, descubierta y a la postre derrotada por la tiranía colonial.
Por su amor a la libertad, el carpintero de Jesús Peregrino fue condenado a muerte junto a sus compañeros más cercanos, el 9 de abril de 1812.
El “cristiano” Salvador José de Muro y Salazar, marqués de Someruelos —a quien apenas se menciona al hablar de la barbarie colonial en Cuba— hizo decapitar a Aponte y a otros de sus compañeros y sus cabezas fueron exhibidas durante varios días en el barrio de Guadalupe.
El fulgor de su ejemplo no ha podido ser cegado.
Durante años, las clases dominantes de la colonia hablaron de la maldad de Aponte. “Más malo que Aponte”, dice uno de los personajes de Cecilia Valdés, situándolo como paradigma de crueldad. Era lógico: ningún crimen comparable con amar la libertad y luchar por ella.
Historiadores y estudiosos honestos, principalmente después del triunfo revolucionario de 1959, han dado a este iniciador de nuestras luchas su lugar entre los que dieron sus vidas por la patria.
Fuente Cuba ahora
Intervención en el Acto Nacional en Conmemoración del Bicentenario del movimiento revolucionario liderado por José Antonio Aponte, de Felipe de J. Pérez Cruz, Presidente de la filial La Habana de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC).
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Imagenes Foto Abel Ernesto (AIN)
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