Por Fernando Martínez Heredia*
El
tema que me han pedido desarrollar me parece muy procedente, porque
junto al conocimiento y la confraternidad entre los participantes, las
acciones de solidaridad y demás actividades, estos Festivales son
también espacios donde se examinan y debaten cuestiones fundamentales
para los jóvenes que trabajan por la creación de un mundo de justicia y
libertad para todos.
Quisiera exponer siete desafíos que a mi
juicio deben enfrentar los jóvenes de América Latina y el Caribe. Sin
dudas hay más retos, y la formulación general no puede tener en cuenta
los ámbitos específicos que condicionan la identificación de las
realidades, los modos de comprender y sentir, las contradicciones y los
conflictos que se enfrentan, los objetivos e instrumentos que se
privilegian. Además, seré sintético, como corresponde al tiempo
disponible.
Primer reto. Los jóvenes tienen
características generales en cuanto tales que no debemos olvidar nunca;
ellas siempre son importantes, y pueden llegar a ser decisivas. Pero no
existen los jóvenes en general. El primer reto parte de la realidad de
que una gran parte de los jóvenes de nuestro continente se enfrentan
todos los días al desafío de sobrevivir y encontrar un lugar en el
mundo. Padecen hambre o carecen de alimentación suficiente, de servicios
de educación y de salud, de empleo, y viven en familias precarias.
Saben del trabajo infantil, de la delincuencia de los pobres, la
prostitución y el consumo de drogas baratas. Esos jóvenes no están aquí,
no conocen lo que hacemos ni nuestros escritos –muchos no podrían
leerlos–, ni es probable que les interesen. No suelen votar, porque no
sienten suya la política que existe en sus países. Por consiguiente,
muchos pueden ser acarreados precisamente por los culpables de la vida
que llevan, si les resuelven algunas de sus necesidades perentorias.
El
primer reto ante nosotros es romper esa terrible división, que es una
de las fuerzas mayores de los enemigos de la Humanidad. Debemos ir a
ellos, conocerlos realmente en vez de creer que los representamos,
acompañarlos en sus vidas y sus afanes, con el fin de ayudarlos a ser
rebeldes y pelear por ideales, ganarnos el derecho a conducirlos en el
prolongado y difícil proceso de cambiar sus vidas y las sociedades de
explotación, desigualdades, exclusión y opresiones.
Segundo reto.
Lograr combinar las tareas y las satisfacciones personales –el amor, el
trabajo, el estudio, las inclinaciones particulares– con intereses
cívicos, con la necesidad de conocer el mundo en que vivimos y sus
problemas. Darles lugar en nosotros a ideales que hacen crecer las
dimensiones humanas y brindan una riqueza personal que trasciende, y
lograr gobernar la esfera de los egoísmos. Ir más allá de las reacciones
esporádicas ante incidentes y los entusiasmos efímeros.
Tercer reto.
Tomar conciencia de las claves fundamentales del sistema capitalista y
la manera de vivir que genera, difunde y mantiene. Conocer sus hechos,
sus instrumentos, su criminalidad despiadada, su conversión de los
individuos en agresores entre sí y en indiferentes ante las desgracias
ajenas. Conocer las funciones sociales de dominación que cumplen los
atractivos que en realidad posee el capitalismo, y que ese sistema
constituye un complejo orgánico, lo cual permitirá situarse mejor ante
sus manifestaciones. Salir del control que ejerce su sistema de
información, formación de opinión pública, entretenimiento y gustos.
Pensar las contradicciones y los conflictos, y buscar sus causas. Pero
no basta con conocer: en realidad los sentimientos que concentran
energías y fomentan motivaciones, y que desatan actitudes y actuaciones,
son tan importantes como las ideas y los conocimientos.
Cuarto reto.
Vivir la conciencia que se está adquiriendo como un conjunto de
ideales, convicciones e ideas que llevan a la actuación. Reunir las
capacidades personales, la necesidad de participar en causas justas, los
deseos de goces y satisfacciones, los impulsos de rebeldía, los
conocimientos que se adquieren, para integrar con el conjunto a una
joven o un joven consciente y rebelde.
Quinto reto.
Darles permanencia a esas transformaciones conquistadas y convertirlas
en guía de los juicios y motor de la actividad, tanto de la vida
cotidiana como de las jornadas trascendentes. Es decir, aprender a
luchar y a ser militante revolucionario.
Sexto reto.
Poner una gran parte de sus esfuerzos, capacidades y sentimientos
dentro del cauce de un colectivo, lo que implica ceder una parte del
albedrío y de la libertad del individuo, al mismo tiempo que puede crear
un instrumento organizativo que multiplique las fuerzas y las
cualidades de cada uno y las posibilidades de victoria. Las
organizaciones revolucionarias no son una panacea: sus realidades y su
historia lo muestran claramente. Por eso, precisamente, no temer a
entrar en ellas constituye un reto para los jóvenes revolucionarios, y
aún mayor es el reto de no estar dentro de ellas para perder cualidades y
asumir rituales vacíos, sino para contribuir a transformarlas en nuevas
organizaciones capaces de ser realmente revolucionarias. El desafío
está en comprender que la organización y la política son indispensables,
y a partir de esa comprensión y la actuación consecuente inventar
nuevas formas revolucionarias eficaces de hacer política.
Séptimo reto.
Practicar la solidaridad como ley primera de los intercambios humanos y
las relaciones sociales. Al actuar y pensar en política, el contenido
concreto del medio en que cada uno viva y se mueva serán determinantes, y
por consiguiente debe ser priorizado. Pero no podemos olvidar en ningún
momento las cuestiones más generales, sus características y sus
implicaciones, y los condicionamientos que pone a nuestra acción: tener
en cuenta el movimiento en su conjunto. El capitalismo ha logrado
universalizarse y universalizar su cultura, y esgrime con gran fuerza
esos logros contra la humanidad y el planeta. Pero nos ha enseñado,
primero, que podíamos tener dimensiones universales para enfrentarlo, y
después, que solo universalizando nuestros combates contra él y por la
creación de sociedades libres y justas seremos capaces de hacer
permanentes nuestros logros y llegar, entre todos, a vencerlo.
Ser
internacionalista es triunfar sobre un desafío vital. El colonialismo
ha sido el modo criminal y devastador de mundializarnos del capitalismo,
la liberación nacional antimperialista es la ley de la creación de
nuevos seres humanos y de sociedades libres. La unión del patriotismo y
el internacionalismo es el camino seguro para que ese proceso de
creaciones no pueda ser detenido ni derrotado. Es forjar la dimensión
que nos une a través y por encima de todas las diferencias y todas las
fronteras.
Termino invocando a un individuo cuyo nombre y rostro
son como un esperanto para nuestras lenguas y un denominador común para
nuestros ideales, porque logró triunfar sobre todos los retos, ascender
al escalón más alto de la especie humana y dejarnos a todos un legado
invaluable de ejemplos, acciones y pensamiento. Ernesto –que poseía una
belleza física y una inteligencia ostensibles– quiso ser profesional,
como le era posible a un joven de su medio social, pero al mismo tiempo
darse a los más desvalidos y curar leprosos en Perú o en África. Leyó
novelas desde niño y filosofía y tratados políticos desde adolescente,
albergó el deseo de conocer París, pero caminó a lo largo de su
continente para conocer a los pueblos oprimidos y acendró una vocación
de entregarse a ellos. Encontró una noche su destino con Fidel y la
guerra cubana y supo tomar la decisión más importante antes de que
amaneciera. Dio un prodigioso salto hacia delante mediante la práctica
revolucionaria consciente y organizada, avance tan grande que hasta le
cambiaron su nombre. El Che fue uno de los más grandes y amados
dirigentes de la Revolución cubana, pero supo dejar sus cargos y volver
al combate internacionalista, hasta dar su vida como comandante cubano y
latinoamericano.
Recordemos su grandeza de revolucionario y su
tranquilo optimismo cuando, a la hora de otra decisión trascendental de
su vida, le escribió a Fidel, nos escribió a todos: hasta la victoria
siempre.
*Intervención en la presentación de la Red de
Redes En Defensa de la Humanidad, durante el 18º Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes, Quito, Ecuador, 12 de diciembre de 2013.
*Filósofo
y ensayista cubano. Es Premio Nacional de Ciencias Sociales. Entre
otros libros ha publicado “El corrimiento hacia el rojo” y “Repensar el
socialismo”.
Fuente La pupila insomne
Tomado de Cubadebate
Imagen RCBáez sobre fotos de Korda y Kaloian
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