Por Luis Miguel Rosales
Una
noticia llamó la atención en días recientes dentro de importantes
sectores vinculados a la hostilidad hacia la Revolución cubana. Se trata del fin del financiamiento a la USAID para mantener su Programa Cuba, cuerno de la abundancia que ha enriquecido a muchos en las dos márgenes del Estrecho de La Florida.
Luego
de varios escándalos de corrupción y desvío de estos fondos el Congreso
de EE.UU. decidió no entregarle más presupuesto a la USAID, destinando
los 17,5 millones de dólares para promover la subversión contra Cuba a
la Fundación Nacional para la Democracia (NED), la cual recibirá 7,5
millones de dólares, a la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y
Trabajo (DRL) y a la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, ambas
del Departamento de Estado, las cuáles recibirán los otros 10 millones.
Ellas se encargarán de promover los grants por los cuales optarán diversas contratistas para que ejecuten diversos proyectos anticubanos.
No
obstante, todavía la USAID seguirá administrando sumas millonarias
procedentes de otros años y que todavía están en ejecución (link sitio
Web de la USAID) por parte de instituciones como la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba , el Instituto Nacional Demócrata (NDI), la FUPAD, el Grupo de Apoyo a la Democracia,
el Instituto Republicano Internacional (IRI) y la Fundación Nueva
América (NAF); en el caso de las tres primeras terminan sus programas
financiados por la USAID en el 2014 y las otras tres lo harán en el
2015.
Esta
eliminación de los fondos está relacionada más con los desfalcos
realizados sobre este financiamiento desde el año 1996 que con las
denuncias de supuesto favoritismo hacia una u otra organización
beneficiada con el otorgamiento de diversos grants, muchos de ellos de
varios millones de dólares. Esto ha sido una constante cuando se ha
tratado de dinero, durante el gobierno de George W. Bush los
congresistas cubanoamericanos allegados al presidente, como Ileana Ros-Lehtinen
y Lincoln Díaz Balart beneficiaron a organizaciones de su agrado, como
el Directorio Democrático Cubano, mientras que durante el gobierno de
Barack H. Obama sus allegados en el Congreso, como Joe García, forzaron
para que la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), apéndice
de la FNCA. Es decir, detrás de todo esto está el interés personal de
los congresistas cubanoamericanos.
Se
impuso entonces la idea que retirarle los fondos a la USAID. ¿Cambiará
algo esto? En mi opinión esto no significa ningún cambio. Todo este
pataleo por la reducción de los fondos no está directamente relacionado
con el interés de derrocar la Revolución cubana, sino más bien continuar
manteniendo a la maquinaria burocrática asentada en Miami, que ha
creado varios millonarios gracias al negocio de la contrarrevolución.
El
otro aspecto de interés es que todas estas organizaciones seguirán
optando por los fondos federales para desarrollar sus proyectos
anticubanos y si antes se canalizaban a través de la USAID ahora lo
serán a través de la NED o del Departamento de Estado, es decir, no hay
ninguna crisis.
Muchas
cosas han cambiado en lo relacionado al apoyo y promoción de la
contrarrevolución cubana por parte de EE.UU., pero la esencia, su
carácter anticubano y subversivo contra la Revolución se ha mantenido
intacto. Si antes ciudadanos norteamericanos venían a Cuba para
abastecer personalmente a la contrarrevolución interna desde el 2009 eso
cambió y comenzaron a utilizarse emisarios de diversos países (checos,
eslovacos, peruanos, argentinos y españoles) para esa función; ahora,
con la nueva Ley Migratoria Cubana los cabecillas contrarrevolucionarios
viajan al exterior y allí reciben los recursos materiales, financieros y
tecnológicos, así como entrenamiento en “técnicas de resistencia civil”
y uso de las herramientas informáticas y de comunicación que reciben.
En
Cuba, dentro de la contrarrevolución, no hay preocupación, no hay
desespero. Sus principales cabecillas seguirán realizando costosas y
extensas giras al exterior y manteniendo en la Isla un elevado nivel de
vida, no solamente por encima de la inmensa mayoría de los cubanos, sino
también por encima de muchos de los que los apoyan en el exterior. Solo
una pequeña prueba, ¿podría cualquier seguidor y ferviente partidario
de Yoani Sánchez
realizar en un solo año la cantidad de viajes al y por el exterior que
esta “perseguida, reprimida y humilde disidente” hizo en el 2013? Basta
señalar que visitó en más de tres meses países como España, Suecia,
Holanda, Francia, Italia, Perú, Brasil, México, Estados Unidos y otros
que haría muy extensa esta lista. ¿Quién pagó todo esto? ¿Para esto se
coge el dinero del contribuyente norteamericano?
Hasta
este momento no he escuchado levantarse dentro de Cuba ninguna voz de
protesta ante esta decisión, ellos saben bien que quien paga manda. Pero
creo que el gobierno norteamericano sigue equivocado en su accionar
contra Cuba. Las decenas de millones de dólares dilapidados en
frustrados programas anticubanos pudieran haber sido utilizados en
resolver problemas internos en ese país y no en mantener a una amplia
gama de parásitos en Miami y en Cuba. Lo más inteligente sería retirar
todo este presupuesto anticubano y entonces veríamos cuántos disidentes
quedarían en Cuba.
No
nos extrañemos si dentro de unos meses comienzan a salir nuevos
informes denunciando escándalos de corrupción y desfalco dentro de los
fondos y entonces ocurrirán nuevos análisis, discusiones y al final
nada, seguirá la zafra de los millones a costa del contribuyente
norteamericano.
(Fuente Miradas encontradas)
Tomado de La Pupila Insomne
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