martes, 11 de febrero de 2014

¿Es el trabajo comunitario una de las vías más efectivas para mantener el socialismo en la Cuba de hoy?

Por F. Ulloa* 
 

Al resumir el acto por el 55 Aniversario del Triunfo de la Revolución, el pasado 1ro de enero de 2014 en Santiago de Cuba, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, concluyó su intervención recordando una frase de Fidel cuando sentenció: “Cincuenta y cinco años después, en el propio lugar, podemos repetir con orgullo: ¡La Revolución sigue igual, sin compromisos con nadie en absoluto, solo con el pueblo!”

Históricamente, las comunidades conformadas por ese valeroso pueblo al que se refirieron Fidel y Raúl han desempeñado un importante rol en las diferentes etapas por las que ha transitado nuestro país en la construcción del proyecto social actual.

Al triunfar la Revolución las grandes masas populares, con bajo nivel cultural e históricamente marginadas, no estaban preparadas para insertarse en un proceso de participación social para la toma de decisiones. Por eso, una de las primeras medidas revolucionarias fue la campaña de alfabetización y la educación popular de adultos, que requirió del apoyo comunitario para la identificación de las necesidades en esa dirección y de los recursos humanos que podía implementar ese programa.

Las transformaciones revolucionarias de índole política, social y económica, tanto en la ciudad como en el campo, requerían del apoyo y participación de las comunidades por lo que se crean diferentes organizaciones como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), entre otros que, junto a instituciones y organismos, llevan adelante los programas de la Revolución y tienen como base de sustentación un trabajo comunitario de amplia participación popular, con grandes movilizaciones a la agricultura, a la construcción de obras sociales, por solo mencionar algunas.

También debemos recordar las acciones realizadas por parte de los primeros instructores de arte, artistas, funcionarios de cultura, siendo significativo el trabajo del Cine Móvil del ICAIC y el Grupo de Teatro Escambray, trasladando a las comunidades enseñanzas valiosas en el campo del arte y la literatura, lo que ponía al pueblo en una mejor situación para comprender y asimilar la cultura. De igual forma ocurrió con Salud Pública que es considerada pionera del trabajo en las comunidades en Cuba.

Debe resaltarse que en las primeras décadas, el pueblo se movilizó guiado por líderes y promotores, realizando acciones de gran significación en el fortalecimiento de las bases de la Revolución Cubana.

Los acuerdos del Primer Congreso del Partido celebrado en 1975, unido a la aprobación en el año 1976, mediante referendo popular, de la Constitución Socialista y su puesta en práctica, impulsan el desarrollo sociocultural y económico del país.
En 1976, con la implementación de la nueva división política administrativa se crearon 14 provincias y 169 municipios, desaparece la estructura regional, aumenta la extensión de los municipios y se produce un proceso de descentralización.

Posteriormente, motivado por la propia práctica de la gobernabilidad, se detectan consecuencias negativas en este tipo de organización localizadas en lo democrático y la participación del pueblo en la satisfacción de las necesidades y solución de problemas. Ante esta situación, a nivel de dirección del país se plantea la necesidad de una forma intermedia de gobierno, que respondiera de forma más directa a la población y que estuviera ubicada antes que el eslabón municipal.
En el año 1988, se constituyeron los Consejos Populares que tienen como objetivos, garantizar una representación del Estado en la comunidad, que vele por la eficiencia de la producción y los servicios y asegure la participación de la población en la fiscalización y control de la actividad de las entidades estatales y privadas, que conozca las necesidades e inquietudes de los miembros y a la vez que ofrezca el apoyo necesario para su solución.

A partir de allí, se comienzan a desarrollar numerosas experiencias de trabajo comunitario y es cuando se manifiesta la necesidad de profundizar en materia de investigación comunitaria, siendo las universidades e instituciones como Cultura y Educación las que comienzan a desarrollar proyectos para la investigación y la intervención desde nuevos presupuestos.

El período especial modificó el balance del tejido social cubano. La depresión de todos los indicadores sociales convertía en urgente el tratamiento de los problemas de forma puntual e integral, en el mismo medio social donde los sujetos demandaban solidaridad, cooperación, mayor espacio de participación y gestión eficiente para la satisfacción adecuada de sus necesidades.

Tratando de satisfacer necesidades espirituales,  a través de acercar más el arte al pueblo, en un escenario tan difícil como el que se vivía en esos años, la UNEAC creó en 1993, los coordinadores municipales, artistas que se responsabilizaron con la coordinación del trabajo y la acción artística de todos los creadores que residían en sus municipios.

De tal forma, a la respuesta que se daba a las situaciones concretas de la población desde las instituciones culturales, educacionales, de salud, encargadas de velar por la seguridad y la asistencia social, el desarrollo cultural y recreativo, etcétera, donde cada entidad intentaba cumplir con sus funciones, a pesar de la escasez de recursos materiales y de formación suficiente de recursos humanos para lograrlo, comenzó a denominársele trabajo comunitario.

Esta definición tan empírica no encontró mucha resistencia en los medios académicos de las ciencias sociales dentro del país, debido al incipiente desarrollo que en esta dirección se había alcanzado; de esto se desprendió una fragmentación de la labor en la comunidad, la cual ha sido objeto de preocupación de funcionarios e investigadores sociales, que aunque ha encontrado propuestas estructurales y metodológicas para su superación, aún espera por una solución cabal.

Estas condiciones hacen que los conceptos de participación social e integración tomen un carácter más dinámico desarrollándose diversas experiencias al utilizar las potencialidades de las comunidades en cuanto a recursos materiales, humanos y la implementación de las acciones de organismos y organizaciones que de alguna manera inciden sobre el desarrollo y educación de las comunidades.

Tal coyuntura coadyuvó al reforzamiento de la política científica del Estado en torno a la salida práctica de las investigaciones, ocupando lugares destacados en los documentos oficiales los términos impacto social y trabajo comunitario.

Entonces, en ese contexto, la acepción de trabajo comunitario se develaba como una manera de expresar la continuidad del paradigma que anima al proyecto social cubano en términos de plenitud del desarrollo humano y justicia social, ahora con la carga de perfeccionamiento que demandan los niveles de protagonismo y democratización de nuestra sociedad, en consonancia con las nuevas y críticas circunstancias de la década de los ´90.

Esto no excluía la política científica en todas las ramas del saber, extrapolándose e interpretándose el concepto comunidad, en muchos casos, como el espacio social donde se aplicaba concretamente el desarrollo científico para el bien común, o simplemente, la comunidad se identificaba con la sociedad en general; esta es una visión que aún encuentra seguidores.

Ezequiel Ander-Egg, estudioso del tema que visitó el país hace un tiempo, se refiere en diferentes publicaciones, relacionadas con la organización y desarrollo de las comunidades, a la necesidad de lograr el autodesarrollo a partir del protagonismo de los propios actores.

Con el surgimiento y desarrollo de la Batalla de Ideas se desarrollan múltiples programas dirigidos a elevar la cultura de la población y su masividad por lo que se requirió de nuevas formas de participación de las comunidades en la solución de sus problemas, se produce un enriquecimiento del contenido de conceptos como: participación, integración, coordinación y aprendizaje, formando parte del núcleo de acciones y eventos protagonizados por los actores sociales, expresión máxima de la praxis-transformadora de la sociedad.

En apretada síntesis se ha tratado de describir el desarrollo del trabajo comunitario en nuestro país, con el objetivo de hacer notar que el momento en que vivimos ahora no se parece en nada a los anteriores. Para nadie es un secreto que los jóvenes de hoy son los nacidos en el período especial, con una marcada influencia de padres, también jóvenes, que en los últimos 20 años han visto interrumpidas algunas de sus aspiraciones y proyectos de vida. Ambos, padres e hijos, no han tenido la oportunidad de cumplir aquellas tareas que marcaron y definieron a la juventud de las décadas de los 60, 70 y 80, desarrollándose en el período más difícil de la Revolución.

Si a esto unimos los errores cometidos en distintos sectores que contribuyeron a debilitar los valores sociales, y la lógica confrontación con visitantes de otros países -muchos de ellos solidarios pero provenientes de un modo de vida capitalista- que se da a través del incremento del turismo y la solidaridad con otros pueblos así como la mayor posibilidad de acceder a las nuevas tecnologías: mp3, mp4, dvd, internet, teléfonos móviles, memorias flash, Facebook, Twitter, etc., a través de los cuales se recibe y circula cualquier información.
Adiciónese, la difícil situación económica que favorece la transmisión por televisión de series que promueven lo peor de los modelos pseudoculturales, de modos de vida reduccionistas, simplificadores, banales, que no se encargan de preparar al pueblo para interactuar de manera inteligente, lúcida, con los circuitos contemporáneos de transmisión de la información y nos convierte en ávidos receptores de toda banalidad simplificadora, favoreciendo así la elaboración de proyectos de vida basados en una falsa conciencia, podrá comprenderse el interés de Estados Unidos en destinar más fondos para la contrarrevolución en Cuba, tratando de crear una “disidencia” entre jóvenes de distintos sectores que tienen una nueva forma de manifestarse y por ende una mayor influencia sobre una parte de esa juventud que no tiene una sólida formación revolucionaria y que viven en nuestras comunidades.

En un cable confidencial, fechado el 15 de abril de 2009, emitido en La Habana por la Sección de Intereses de Estados Unidos y en cuyo asunto se consigna “Los Estados Unidos y el papel de la oposición en Cuba”, el representante del gobierno norteamericano en nuestro país refiere que: “…dado el hecho de que el gobierno de Raúl Castro en Cuba parece dejar establecida su no disputada autoridad internamente, vale la pena preguntarse qué está haciendo la oposición política y qué papel puede representar en el futuro, y que, ellos (los disidentes) tienen poco contacto con los cubanos más jóvenes y su mensaje se está haciendo obsoleto, no ofrece atracción a ese segmento de la sociedad….”

Más adelante expresa el mensaje: “…los jóvenes, incluyendo bloggers, músicos y artistas de la plástica no se relacionan con reconocidas organizaciones (disidentes), aunque son más propensos a tomar posiciones de “rebeldía” que les acarrean mayor atracción popular…”

Como se puede leer, el extenso cable, dado a conocer por Wikileaks, revela la importancia que los personeros del Imperio en La Habana le confieren al trabajo con los jóvenes y dentro de ellos la prioridad que para la subversión tiene la acción que pueda hacer el gobierno norteamericano y sus mercenarios sobre aquellos más proclives a asumir posiciones de rebeldía y de mayor atracción popular.

Otra noticia publicada el 15 de junio de 2011 en el Blog Cuba en Miami decía textualmente: “Después de varios enfrentamientos entre fuerzas políticas de los Estados Unidos, la Agencia Estadunidense para el Desarrollo Internacional (USAID) ha anunciado la creación de tres proyectos para promover la democracia en Cuba a los cuales destinará 21 millones de dólares. El dinero será distribuido de la siguiente manera, 6 millones para promover proyectos que ayuden a facilitar el libre acceso de los cubanos a la información utilizando nuevas tecnologías y medios tradicionales, 6 millones para fomentar la libertad de expresión y 9 millones a iniciativas para hacer a miembros de comunidades locales, barrios u otros grupos más conscientes de sus derechos y responsabilidades cívicas para participar plenamente en el desarrollo democrático de Cuba“.

En noviembre de 2013, el Nuevo Herald “filtró” documentos de la USAID en los que se demuestra que el gobierno de los Estados Unidos tiene un plan concreto para derribar el gobierno cubano. Los documentos no estaban clasificados como secretos, pero contenían información detallada sobre programas del gobierno de EEUU para ayudar a disidentes cubanos. Solicitudes extremadamente detalladas de un programa de 6 millones de dólares para entrenar a líderes emergentes de los sectores no gubernamentales de Cuba. La Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU (USAID) usó por error una línea no codificada para enviar los documentos a diplomáticos estadounidenses en La Habana.
Así, se conoce que a través de esta agencia, en el último año, se ha distribuido una gran cantidad de dinero para los siguientes fines:

•  $750,000 para promover los derechos humanos y la democracia en Cuba
•  $250,000 para ayudar a los familiares de los supuestos presos políticos (por ejemplo, a las llamadas damas de blanco y las recientemente creadas damas de apoyo)
•  $500,000 para los que luchan para liberar a los supuestos presos políticos.
•  $900,000 para Freedom House. Una organización que por 10 años fue dirigida por Frank Calzón. El dinero sería para fortalecer a los líderes de la supuesta oposición: artistas, músicos y bloggers. Con un cínico énfasis en los afrocubanos
•  $400,000 para el Institute for Sustainable Communities. 

Para tratar de “identificar a los nuevos líderes de la comunidad cubana” y ayudarlos en su campaña publicitaria y política. O sea, casi medio millón de dólares para que Washington identifique a los nuevos líderes a quienes les repartirán la plata.

•  $200,000 para fortalecer supuestamente a las redes de apoyo que Washington ha creado en Cuba. Proveer equipos y entrenamiento para ellas.
•  $2, 600,000 para Development Associates Inc. Con el propósito de ampliar la red de apoyo cubana que Washington ha creado y promover el mensaje de Miami hacia Cuba.
•  $2, 000,000 para apoyar grupos afines a Washington en Cuba, especialmente ciertas mujeres y afrocubanos, para promover la iniciativa individual económica (es decir, el capitalismo).
•  $2, 500,000 para Creative Associates. Una organización que está activa clandestinamente ampliando la red social para buscar apoyo hacia un cambio político en la isla, utilizando especialmente el desarrollo de la “iniciativa individual económica de las mujeres y los afrocubanos”.
•  $2, 900,000 para promover, bajo la tutela del Departamento de Estado, la libre expresión en la isla: especialmente entre ciertos artistas, músicos, escritores, periodistas y bloggers.
•  $500,000 para que individuos vinculados a grupos religiosos o espirituales defiendan su derecho para la libertad de religión.
•  $500,000 para promover una determinada política laboral en la isla y generar “presión internacional contra el gobierno cubano para que reforme sus leyes laborales”.
•  $350,000 para ejercer influencia sobre ciertos grupos de la sociedad civil cubana, “especialmente a las mujeres que suelen ser explotadas sexualmente”.
•  $500,000 para las ONGs y otras organizaciones vinculadas a Washington.
•  $1, 150,000 para adiestrar a ciertas organizaciones, incluyendo periodistas y bloggers en Cuba para utilizar las nuevas tecnologías comunicacionales.
•  $2, 500,000 para administrar los programas de este presupuesto.

 De igual forma se conoce que el gobierno de los Estados Unidos, para el año fiscal que transcurre entre el 1 de octubre de 2013 y el 30 de septiembre de 2014, aprobó  una “inversión” para “la promoción de la democracia en Cuba”, de la siguiente forma:

- $ 13, 069,219 dólares para programas relacionados con la sociedad civil y los medios de comunicación.
- $ 2, 959,342 de los derechos humanos.
- $ 3, 971,439 dólares para el apoyo y la administración del programa.
TOTAL: 20 MILLONES DE DÓLARES

De ellos:

259 342 dólares, para ayudar a los activistas a distribuir “la información independiente no censurada a nivel popular” y también respaldará el envío actual de ayuda humanitaria.
1 350 000 dólares, para darle “la oportunidad a los líderes comunitarios en Cuba de experimentar directamente las libertades fundamentales como la libertad de expresión y de asociación, y cómo se ejercen estas libertades en un contexto abierto y democrático”.
500 000 dólares se utilizarán para “elevar la conciencia de los asuntos que afectan a los afrocubanos y respaldar el desarrollo de una red de grupos afrocubanos independientes en Cuba”.
1 470 026 dólares continuarán apoyando la actual ayuda relacionada con la “capacitación de la comunidad a través de la acción”.
895 184 dólares destinados al “fortalecimiento de la sociedad civil a través de la participación a nivel de comunidad”. El programa contribuye a fomentar la capacidad de liderazgo de los activistas cubanos y la autoconfianza a nivel de comunidad y está diseñado para “crear una base sólida para que perdure la sociedad civil independiente”.
1 399 351 dólares, para desarrollar con seguridad la preparación de los activistas y la sociedad civil para satisfacer las necesidades de su comunidad. “Los activistas podrán ofrecerles a los participantes el modelo de una conducta democrática, al crearles expectativas de la posibilidad de un futuro donde sea posible una relación de verdadera colaboración entre los ciudadanos y los funcionarios locales para solucionar las necesidades de la comunidad”. El programa tiene como objetivo continuar aumentando la capacidad de los cubanos para que estén mejor preparados para “abogar por la solución de las necesidades de la comunidad y así incrementar las expectativas y la responsabilidad de un mejor gobierno”.

1 704 658 dólares, se utilizará para facilitar la producción y distribución de materiales audiovisuales e impresos y respaldar la organización de talleres, discusiones, círculos de lectura y debates para infundir el pensamiento crítico. El programa también incluirá el “adiestramiento especializado según la demanda” sobre liderazgo, tecnología, educación y superación vocacional.
500 000 dólares, que ayudará a los activistas a aprender cómo capacitar a las comunidades y contribuirá a ejercer presión para establecer un “sistema de justicia independiente no político”.

Como puede apreciarse, la mayor parte del dinero que el gobierno de los Estados Unidos envía para la “promoción de la democracia en Cuba” se destina al trabajo en las comunidades. Por lo tanto, en este contexto, con un bloqueo que se arrecia, asediados, amenazados constantemente, y en medio de la institucionalización, de ajustes internos del país y de una batalla crucial contra las indisciplinas, el delito y la corrupción, se demuestra la importancia que tiene, en las circunstancias actuales desarrollar el trabajo comunitario.

Si queremos mantener la identidad nacional, que es sinónimo de independencia y libertad, ante esos modelos pseudoculturales que se nos imponen y nosotros mismos transmitimos y promovemos por los medios de comunicación masivos y las cada vez más crecientes intensiones, sutiles y no tan sutiles, de los vecinos del norte de “apagar” la Revolución, tenemos que defender la cultura popular tradicional y para ello no queda otro camino que no sea priorizar el trabajo comunitario. Espacio que dejemos libre nosotros, lo ocupará el enemigo.

No es por gusto que la Ley No. 1 de Cuba es la de la Protección al Patrimonio Cultural de la Nación y que la No. 2 sea la Ley de los Monumentos Nacionales y Locales o que en la Ley 106, del Sistema Nacional de Museos, se refuerce esta idea dentro de las funciones de los mismos, tampoco es por gusto que el No. 163 de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, entre otras cosas dice: “Continuar fomentando la defensa de la identidad, la conservación del patrimonio cultural (…) enriquecer la vida cultural de la población y potenciar el trabajo comunitario como vías para satisfacer las necesidades espirituales y fortalecer los valores sociales.”

Asunto que se reafirma con los Objetivos aprobados en la Primera Conferencia del Partido, al referirse el No. 59 a “Garantizar que los proyectos culturales, dirigidos a nuestro pueblo, se diversifiquen, enriquezcan la vida espiritual en las comunidades, revitalicen las tradiciones, lleguen a los lugares más recónditos y excluyan enfoques mercantilistas u otros de diferente naturaleza que distorsionen la política cultural” y el No. 61 a “Promover a escala masiva, mediante el trabajo integrado de las instituciones culturales, medios de comunicación, directores de programas, espectáculos, artistas e intelectuales, instructores de arte y promotores, la capacidad de apreciación artística y literaria y el fomento de valores éticos y estéticos, así como la erradicación de manifestaciones de chabacanería y mal gusto que atenten contra la dignidad de las personas y la sensibilidad de la población.

Sin embargo, para citar solo un ejemplo de lo que ocurre en uno de los organismos que debe realizar trabajo comunitario, en el Consejo Nacional de la UNEAC, efectuado el 24 de junio de 2010, el propio MINCULT, al rendir cuenta del estado de cumplimiento de los acuerdos del VII Congreso de la UNEAC, reconoce como una de las principales dificultades la “Insuficiente comprensión de la función de las casas de cultura como institución coordinadora e integradora de los actores sociales del territorio cuya acción se relaciona con la vida cultural”

Y es que dentro del propio Ministerio de Cultura, no solo realiza trabajo comunitario el sistema de Casas de Cultura con todos sus instructores de artes, sean o no de la Brigada “José Martí”, lo hacen también las Empresas de la Música, las instituciones de las Artes Escénicas, del Instituto Cubano del Libro y los centros provinciales, las Bibliotecas Públicas, los Museos, las Galerías de las Artes Plásticas, el ICAIC y los centros provinciales del cine, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), la Enseñanza Artística, el Sistema Empresarial de la Cultura (ARTEX, la EGREM, el FCBC) y la UNEAC; pero cada cual lo hace a su manera, sin una intencionalidad e integración como sistema.

Peor es cuando esa integración debe ocurrir entre todos los que he mencionado con actores que no son del sistema de la cultura, como los Trabajadores Sociales, los CDR, la FMC, Educación, Salud, el INDER, la Gastronomía, el Poder Popular, entre otros, lo cual sólo se logra en aquellos casos donde se ejecuta un proyecto comunitario y no siempre existe la misma comprensión por parte de las autoridades que tienen que tomar determinadas decisiones al respecto. Podrá existir o no un proyecto, pero lo que si debe haber siempre es trabajo comunitario.

Y ese trabajo comunitario debe estar estimulado por una mayor vinculación de promotores culturales e instructores de arte con maestros y profesores de instituciones educativas, las que se necesita proyecten más su rol educativo y cultural hacia la comunidad.

Los mayores problemas que enfrentamos para realizar un acertado trabajo comunitario que conlleve al desarrollo local, están, en mi opinión, en la insuficiente sensibilidad y comprensión por los cuadros de la importancia que tiene este trabajo y en la falta de integración, coordinación y cooperación entre los actores que actúan o que deben actuar en una comunidad, acción que pudiera liderar el Delegado de la Circunscripción o el Presidente del Consejo Popular en el que están enclavados.

Es el momento de resolver los problemas subjetivos señalados, para incrementar, a pesar de los escasos recursos y las limitaciones económicas, el número de actividades de calidad en las comunidades, no solo en el verano, sino todo el año; es el momento de hacer más actividades variadas en los museos para atraer hacia ellos más visitantes, es el momento de preservar y cuidar todo el patrimonio para evitar que se pierda o que salga del paísa; es el momento de exigir a quien corresponda que hay que atender, mantener y utilizar la tarjas y monumentos; es el momento de investigar y socializar más los resultados de esas investigaciones; es el momento de que todas las instituciones educativas proyecten adecuadamente su rol educativo y cultural hacia la comunidad y se conviertan realmente en el centro cultural más importante de la misma; es el momento de evitar las ingenuidades políticas: es el momento de preparar mejor ideológicamente a nuestros cuadros y trabajadores, para que estos a su vez tengan una mayor influencia en la población.

Es el momento de divulgar más lo que se hace y a la vez establecer o consolidar espacios de crítica a las cosas mal hechas que ocurren cotidianamente, es el momento de pensar cómo hacemos mejor lo que hemos venido haciendo hasta ahora, es el momento de elaborar un programa de trabajo que prevea qué hacer ante la presencia de la contrarrevolución o ante cualquier provocación en cualquiera de nuestras comunidades e instituciones, cómo fortalecer las áreas más débiles, qué hacer con las personas más vulnerables, cómo utilizar a los líderes positivos.

Es vital para la Revolución preservar y utilizar a favor de ella, lo logrado hasta hoy y todo lo mejor que podamos hacer de ahora en adelante, para eso la dirección del Partido cuenta y confía en el pueblo.

En su ensayo “La Cigarra y la Hormiga: un remake al final del milenio”, Abel Prieto alerta: “Nada habríamos adelantado los revolucionarios cubanos si algún día, derrotado el bloqueo, salimos de la crisis, y alcanzamos cierta “abundancia” económica para descubrir entonces que se nos ha vaciado el alma: que tenemos hombres y mujeres “prósperos” y embrutecidos por ese “bullicio” zoológico que vio Martí en el modelo yanqui; hombres y mujeres sin cultura, sin coherencia ni densidad espiritual, sin memoria ni Patria…”

El Estado y el Gobierno tienen hoy el reto de interpretar, interiorizar y ejecutar lo que se expresa al respecto en los documentos rectores del Partido y lo que aquí se ha expuesto y el gran privilegio y la oportunidad de adoptar los acuerdos que impulsen este empeño, conociendo de antemano que preservar la identidad nacional, a través del Trabajo Comunitario, es preservar a la Patria para las futuras generaciones, razón más que suficiente para afirmar que EL TRABAJO COMUNITARIO ES UNA DE LAS VÍAS MÁS EFECTIVAS PARA MANTENER EL SOCIALISMO EN LA CUBA DE HOY.

*Analista cultural

Bibliografía
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Objetivos de la Primera Conferencia Nacional del Partido
Prieto, A.: La Cigarra y la Hormiga: un remake al final del milenio, en Fundar es nuestra tarea. 6 intervenciones sobre política cultural, Ediciones Sed de Belleza, Santa Clara, 2012

Montaje fotográfico sobre fotos de José Luis, del Blog Adicto a los viajes y de Abel Padrón, Cubadebate

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