Por Néstor García Iturbe
Seguramente que todos ustedes conocen la frase con que he titulado este artículo.
La
misma describe un tipo de comportamiento, en el que alguien se muestra
de una forma, que pudiera considerarse compasiva, mientras que a la vez
adopta una actitud completamente agresiva.
Todo
esto se pone de manifiesto, prácticamente a diario, en la ejecución de
la política exterior de Estados Unidos, independientemente del país o el
área geográfica hacia donde esté dirigida.
Estados
Unidos siempre se presentará como el país “respetuoso de los derechos
humanos”, que lucha contra las lacras que hostigan a la humanidad y que
ayuda a los que en distintos países quieren implantar lo que ellos
denominan “democracia”. En todo momento será el país “atacado que se
defiende” de los que lo quieren destruir. Todo esto acorde a la Doctrina
del Destino Manifiesto, que durante cientos de años ha regido sus
relaciones con otros países. Hasta aquí la benevolencia.
Para
poder llevar a cabo dicha política, desarrolla una fuerte carrera
armamentista donde incorpora a su armamento los principales adelantos de
la ciencia y la técnica. Exporta sus armas a los que considera sus
aliados en distintas regiones del mundo y establece con estos convenios
militares que le permiten operar bases en territorio de los mismos, a
la vez de prepararlos para que en futuros conflictos bélicos sean ellos
los que actúen y no los efectivos de las fuerzas armadas de Estados
Unidos.
Utiliza
los últimos adelantos científicos e informáticos para preparar su
tropa en la guerra moderna, fundamentada en la ciberguerra, la guerra
psicológica, la guerra medio ambiental, la guerra climática y la guerra
espacial.
Por
lo regular, Estados Unidos trata de dar una apariencia cuando se
encuentra conversando con un país, que nada tiene que ver con las
acciones que ejecuta en contra de este.
En
el caso de Cuba, a pesar de las conversaciones que se han desarrollado
entre los dos países, la isla del Caribe sigue incluida en la famosa
lista de países que colaboran con el Terrorismo. Como si esto fuera poco
y para que Cuba sepa que la van a incluir en cuanta lista se les
antoje, también la incluyeron en la de países que están relacionados con
el tráfico de personas.
Las
sanciones a las entidades bancarias y financieras que intervienen en
cualquier transacción relacionada con Cuba, han continuado
incrementándose, no solamente en número, sino también en monto de dinero
a pagar, como la reciente de 8,900 millones de dólares, que le
impusieron al banco francés Paris National Bank, Paribas, aplicándole la
“Ley de Comercio con el Enemigo”. Una ley estadounidense que se aplica
a una entidad que se encuentra en Francia.
En
el mes de mayo de este año, la entidad American International Group,
dedicada al giro de seguros y servicios financieros, fue multada a pagar
279,000 dólares por realizar transacciones con Cuba.
En
el pasado mes de junio, la empresa Red Bull North America, dedicada a
la fabricación de bebidas energéticas, fue multada por la suma de 89,755
dólares, nada menos y nada más, que por filmar un documental en la isla
del Caribe. Esta acción de la Red Bull debe haberse considerado
afectaba la Seguridad Nacional de Estados Unidos, pues en el mencionado
documental, las personas se veían felices, bien vestidas, bien
alimentadas y bailaban al ritmo de las tumbadoras. Una imagen distinta a
la que se quiere divulgar del “infierno comunista”.
Yo me pregunto ¿Por fin estamos conversando o no estamos conversando?
Esto
parece una conversación en que una parte está muy interesada en
conversar, mientras que a la otra le da lo mismo y continúa su política
agresiva, sin consideración alguna.
Todos
estamos contentos porque hemos comenzado a conversar. De esta
conversación, ambos países van a lograr beneficios, por lo que deben
cuidar que el ambiente sea propicio para avanzar y no para retroceder.
Estados
Unidos tiene que olvidarse del mazo, si la conversación es en serio,
pues aunque con limitadas posibilidades, Cuba también pudiera
utilizarlo.
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