Salim Lamrani* (Opera Mundi)
Desde
1996 y la adopción de la ley Helms-Burton, el Congreso de los Estados
Unidos es el único que puede levantar el estado de sitio contra Cuba.
Pero el Presidente Obama puede obligarlo a hacerlo…
Desde la adopción de la ley Helms-Burton
en 1996 –una aberración jurídica por su carácter extraterritorial y
retroactivo que agrava las sanciones económicas contra la población
cubana–, el Presidente de Estados Unidos ya
no dispone de la facultad ejecutiva para poner término al estado de
sitio económico anacrónico, cruel y contraproducente –según las palabras
del propio Barack Obama. En efecto, sólo el Congreso puede poner fin a
una política hostil condenada por la inmensa mayoría de la comunidad
internacional, la opinión pública estadounidense, la comunidad cubana de
Florida y sobre todo el mundo de los negocios de Estados Unidos.
La
Cámara de comercio de Estados Unidos, que representa el mundo de los
negocios y cerca de tres millones de empresas, exhortó a los
responsables políticos, tanto al Gobierno como al Congreso, a que
adoptaran una nueva política hacia La Habana. Según su presidente Thomas
Donohue, “Es tiempo de eliminar las barreras políticas que se
establecieron hace mucho tiempo y borrar nuestras diferencias. Eso está
en el interés del pueblo americano y de las empresas americanas”.[1]
En
su alocución histórica del 17 de diciembre de 2014 que anunció el
restablecimiento de las relaciones con Cuba tras más de medio siglo de
ruptura, el presidente estadounidense lanzó un llamado al Congreso para
que optara por un nuevo enfoque hacia La Habana. “Animo al Congreso a
que abra un debate serio y honesto sobre el levantamiento del embargo”,
declaró Obama.[2]
¿La solución? Autorizar el turismo ordinario
En
realidad, el presidente Obama dispone de un medio bastante simple para
acelerar el fin del estado de sitio económico que afecta a todas las
categorías y todos los sectores de la sociedad cubana y que constituye
el principal obstáculo para el desarrollo de la isla. Basta con que
permita a los ciudadanos estadounidenses que viajen a Cuba como turistas
ordinarios. En la actualidad los ciudadanos de Estados Unidos pueden
viajar a cualquier país de mundo, incluso a China, Vietnam o Corea del
Norte, pero su Gobierno todavía no les permite que descubran la isla del
Caribe.
Al
romper esta barrera que separa a ambos pueblos, Barack Obama
permitiría, según las estimaciones, que más de un millón de turistas
estadounidenses viajasen a Cuba el primer año. Esta cifra superaría los
cinco millones de personas anuales al cabo de cinco años, pues Cuba es
un destino natural por razones históricas y geográficas evidentes. Así,
se abriría un inmenso mercado para las compañías aéreas estadounidenses,
la industria del transporte o las agencias de viajes, sin hablar de los
demás sectores vinculados al turismo masivo. Hoy sólo 90.000 ciudadanos
estadounidenses –fuera de los cubanoamericanos– visitan Cuba cada año
por razones profesionales, académicas, culturales, humanitarias o
deportivas, en el marco de licencias concedidas por el Departamento de
Estado.[3]
El flujo masivo de turistas a Cuba
sería desde luego benéfico para la economía cubana, cuyos recursos
dependen en gran parte de este sector, pero también para la economía
estadounidense. En efecto, los productores agrícolas estadounidenses
serían también los grandes ganadores de un reinicio del turismo entre
ambas naciones y se les solicitaría para alimentar a los millones de
nuevos visitantes, ya que Cuba importa la mayor parte de sus materias
primas alimenticias.
Con
la autorización del turismo ordinario hacia Cuba, el mundo de los
negocios no dejaría de presionar a los miembros del Congreso, cuya
carrera política depende en gran parte de los financiamientos privados
que reciben por parte de las empresas, para que pusieran definitivamente
término a las sanciones económicas contra Cuba, que lo priva de un
mercado natural de 11,2 millones de habitantes y potencialmente de 10
millones de turistas procedentes de todo el mundo. Efectivamente, Cuba
acaba de superar los tres millones de turistas en el año 2014.
En
un primer tiempo, el Presidente Obama podría dar órdenes al
Departamento del Tesoro para que no persiguiera a los ciudadanos
estadunidenses que viajan a Cuba fuera del marco definido por la
administración, ya que las sanciones económicas que se aplican a los que
se arriesgan a hacer un viaje sin permiso, a través de Canadá o México,
son bastante disuasorias. Ello tendría como efecto flexibilizar los
viajes turísticos a Cuba y –sobre todo – reparar una anomalía jurídica
en la medida en que esta prohibición viola la Constitución de Estados
Unidos que defiende el derecho de moverse libremente.
Así,
Barack Obama dispone de un margen de maniobra suficiente para llevar al
Congreso de Estados Unidos a poner término a unas sanciones económicas
que suscitan el oprobrio por parte de la comunidad internacional y que
han aislado a Estados Unidos en América Latina. El pueblo cubano pero
también el pueblo estadounidense serían los principales beneficiarios de
un restablecimiento de las relaciones económicas, comerciales y
financieras normales entre ambas naciones.
*Doctor
en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris
Sorbonne-Paris IV, SalimLamrani es profesor titular de la Universidad de
La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y
Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano.
Notas
[1]RTL, «La Chambre de commerce américaine souhaite une nouvelle relation USA-Cuba», 30 de mayo de 2014 ; AFP, « La relation USA-Cuba doit changer maintenant, selon le président de la Chambre de commerce américaine », 30 de mayo de 2014.[2]The White House, « Barack Obama’s Speech: Charting a New Course of Era », 17 de diciembre de 2014. http://www.whitehouse.gov/issues/foreign-policy/cuba (sitio consultado el 17 de diciembre de 2014)[3]Matt Beardmoredec, “How Travel to Cuba May Change”, The New York Times, 18 de diciembre de 2014.http://www.nytimes.com/2014/12/19/travel/how-travel-to-cuba-may-change.html?_r=0
Tomado deLa Pupila Insomne
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