Es un tema complicado desde siempre. Mis criterios:
1. No voy a
abundar en el concepto de raza humana, que hay una sola. Ni en la categoría
racialidad entendida como constructo teórico-operativo, para tratar los fenómenos
étnicos que caracterizan la variabilidad de la raza o especie humana. En cuanto
al racismo como fenómeno impuesto desde las circunstancias de poder y
dominación, que se establecen en las sociedades de explotación, hay suficiente
consenso. Me centraré en el concepto afrocubano, y en el término
afrodescendiente de más reciente promoción, y tendré como referencia los
debates históricos, étnicos, sociológicos, y políticos que últimamente se han
dado alrededor de los referidos conceptos.
2. Mucho se ha
debatido sobre si el producto resultante de lo “afro” y de lo cubano, más que
una mezcla de ambos, es cubano de origen africano, o africano transculturado
(1) en Cuba, pero de lo que no cabe dudas es de que existe un sujeto social
colectivo histórico, donde la cubanía
como totalidad se expresa con un definido corpus –de materialidades y
subjetividades- de origen africano. El concepto de afrocubano lo propone
Fernando Ortiz Fernández (1881-1969) a principios del siglo XX. Considero que
no existe mejor concepto para referirse
al complejo cultural de la población negra y mestiza cubana. La
condición de afrocubano por demás escapa al reduccionismo del color de la piel.
Se trata ante todo de un sentimiento de pertenencia e identidad, de psicología
personal y colectiva, de cultura espiritual y material, de especificidades del
modo de vida, de la constatación y el orgullo de ser negro o negra – “por
dentro”- , peculiaridades todas que interpenetran la vitalidad de los sujetos,
y se expresan como totalidad, independientemente del lugar que se ocupe en la
estructura social, en la actividad laboral, cultural o política. África, con sus santos tambores, cosmogonías,
sensualidades, colores, sabores y olores, es una condición cultural aún para
aquellos que no se han podido sacudir los
prejuicios y estereotipos heredados y los adquiridos. Definitivamente
existe en Cuba un complejo cultural afrocubano que es patrimonio de todos,
independientemente del color de la piel, incluso quiéranlo o no las personas,
porque está “metido” en lo profundo de la psicología y la cultura nacional.
3. El término
afrodescendiente o africano-descendiente hace referencia a las personas nacidas
fuera de África que tienen antepasados oriundos de ella. La Asamblea General de
la ONU manifestó que la declaración del 2011 como “Año Internacional de los
Afrodescendientes”, tiene como objetivo fortalecer el compromiso político de
erradicar la discriminación contra las personas de descendencia africana, y
promover una mayor conciencia y respeto a su diversidad y cultura. El término
no aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Si los
términos afroamericano, afroantillano, afrocubano. Con la declaración de la
ONU, el término comenzó a abrirse paso, y en tanto a motivar inquietudes y
polémicas. En muchas naciones esta propuesta de la ONU se utiliza para
actualizar y adelantar las luchas a favor de la pretérita población de origen
africano. Cuba, el país que ha saldado en lo fundamental su deuda histórica con
la población negra y mulata, y avanza para eliminar los espacios de
discriminación que en este y otros zonas sociales aún persisten, y sin dudas el
pueblo que más ha hecho en materia de solidaridad concreta por la liberación y
el desarrollo del continente de sus ancestros (2); el concepto
afrodescendiente, permite subrayar uno de los troncos fundamentales de la
matriz nacional, para reconocernos en lo que realmente somos como pueblo
latinoafricano, y en tanto recolocar y
reimpulsar la conciencia de nuestra etnicidad y universalidad. En tanto cubanos
somos idoamericano-descendientes, hispano descendientes, afrodescendientes… A
propósito las últimas investigaciones realizadas, prueban que todos los seres
humanos provenimos de una primera madre AFRICANA. Por lo tanto todos, TODOS Y
TODAS EN ESTE MUNDO, somos en buena medida afrodescendientes.
4. Hay
religiones afrocubanas por su origen africano y formación criolla, y digo por
su origen y formación histórica, porque
tanto la Santería, como los Abakuá, los Paleros… constituyen complejos
religiosos que integran y practican
cubanos y cubanas de todos los colores de piel y orígenes, y mucho más allende los mares.
5. Hay grupos
de cubanos que viven sumergidos en lo afrocubano, lo disfrutan y desarrollan,
la mayoría de estos son compatriotas de evidente origen africano, a lo que no
están cerrados muchos otros cubanos y cubanas de nuestro hermoso mosaico
racial, sobre todo en los barrios y poblaciones donde la mayoría es de negros y
mulatos, en La Habana: el barrio de El Canal, Los Sitios, Coco Solo... En estas
unidades familiares y barriales donde la
concentración demográfica resulta significativa, lo afrocubano crece y se
enriquece, y en tales concentraciones
podemos hablar de población afrocubana. En esta dimensión no es exacto
hablar pueblo afrocubano, pues reducimos a una parte el todo.
6. En Cuba
todos y todas somos mestizos Tenemos de
aborigen, congo, de carabalí de mandinga…, de asturiano, gallego, canario… La
Genética confirma que somos mestizos y la tendencia es a ser más mestizos. Los
estudios de ADN nuclear y de ADN mitocondrial, que ya existen, no dejan lugar a
dudas, en todo el archipiélago, sea cual sea el origen matrilineal, el
fenotipo, el color de la piel. La Genética nos confirma lo que la cultura
también prueba: somos una nueva entidad en comparación con nuestros orígenes, y
somos más que genes y corporalidad. Somos peculiaridad identitaria y
especificidad cultural, productos de la historia compartida: cubanos y cubanas.
7. Por el color
de la piel no ha ido el tema racial, aunque este sea un indicador de
visibilidad por excelencia, que marca la diferencia. Si por la explotación del
hombre por el hombre y la doble y hasta trile explotación de la mujer, por el
capitalismo primero colonial y luego
neocolonial. El color de la piel -y más
los enfoques prejuiciosos sobre las etnias del África subsahariana (3)-, han
sido parte del pretexto, para ocultar la historia de la esclavitud moderna, de
cómo se dio la conversión de África en cazadero
de esclavos (Acordarse de Carlos Marx en el Capítulo XXIV de El Capital). La
esclavitud antigua, era menos mentirosa: sustentaba el “derecho” de esclavizar
en la guerra de conquista, las penas por delitos, deudas económicas, que podían
hacer de cualquier sujeto independientemente de la etnia y el color de su piel,
un esclavo o esclava.
8. La
historiografía cubana aún con presencia
racista y sexista, ha hecho énfasis en el proyecto de nación de la oligarquía
reformista blanca, cuyos contornos más visibles, se conformaron en la última década
del siglo XVIII, que tuvo en la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) su
institución más representativa, y en Félix Varela y Morales (1788-18539 la
figura más avanzada en términos políticos e ideológico culturales, en tanto es quien rompe con el horizonte
reformista y se plantea la emancipación política. El proyecto oligárquico
reformista fue esencialmente racista, solo
Varela denuncia la falacia de fingirse liberales con esclavitud:
“Constitución, libertad, igualdad, son sinónimos; y a estos términos repugnan
los de esclavitud y desigualdad de derechos” (4).
9. Existió un
proyecto cubano progresista y revolucionario de nación, desde los negros y
mulatos, en particular desde aquellos que mejor podían hacerlo, que eran los
libertos, que por su esfuerzo propio logran moverse de manera ascendente en la
sociedad colonial. Las clases populares
-“los sin historia”, no dejan muchas cartas, documentos y otras huellas
para la evaluación positiva tradicional y cuando existen se trata la mayor
parte de las veces, de una historia contada por sus antagonistas, hacendados,
policías y fiscales. Entonces las evidencias fundamentales precisan de una
evaluación pluricualitativa, que reconstruya lo que realmente pasó en la
Historia. El movimiento revolucionario
del campesino negro bayamés Nicolás Morales (1795), y la conspiración abolicionista e
independentista (1812) del artesano negro criollo habanero José Antonio Aponte
Ulabarra –primer intelectual orgánico del movimiento popular cubano-, a pesar
de intentar ser sepultadas en los legajos de la inquisitoria policial así lo
confirman. Lo demuestra, el odio feroz de clase, contra Aponte y sus
lugartenientes, torturados y ejecutados sin presentarlos a juicio; el asesinato
de la lucumí Carlota, líder de la sublevación de Triunvirato (Matanzas, 1843),
torturada, aún viva, atada por sus extremidades a cuatro caballos, que tiraron
de ellas hasta descuartizar su cuerpo. Ese terror del Estado colonial, que se multiplicó en los masivos crímenes contra esclavos y libertos
durante la llamada Conspiración de la Escalera (1848), tuvo especial
enseñamiento con los negros y mulatos
libres, representativos de avance socio-económico de la población afrocubana, y
en especial con aquellos que eran de hecho lo primeros representantes de
la intelectualidad negra y mulata. Y
definitivamente lo ratifica el sector de negros y mulatos libres que en la
ruralidad del oriente cubano, espoleados además por el arribo “de los
franceses” luego del levantamiento
haitiano, logran organizar su propio complejo de vida económica y
sociocultural. La familia Maceo-Grajales-Regüeiferos fue representativa de este
entorno, que dará a la guerra independentista, en su estallido de 1868, un
decisivo aporte en soldados y jefes capaces. Marcos Maceo y Mariana Grajales,
la Madre de la Patria, constituyeron un matrimonio y familia tipo, y no un
excepcionalidad. El proyecto de cubanía forjado en aquella familia que haría
historia, fue de superación cultural y religiosidad liberadora, abolicionista,
antirracista, inclusivo, patriótico.
10. Cuba tiene la
maravilla de que la lucha por la independencia nacional, fraguó una nación de
integración racial. Lo fue en muchos aspectos y en tres fundamentales: Primero:
Carlos Manuel de Céspedes –que fue un hacendado esclavista-, se superó a sí
mismo en su interés de clase, para entender la eticidad de la abolición y su
necesidad política. En el mismo acto de la Demajagua:1) hizo a sus esclavos
hombres y mujeres libres, 2) les convirtió en ciudadanos de la República en Armas que nacía, y 3) les
dio la posibilidad de asumir voluntariamente la condición de combatientes
revolucionarios. Esa trilogía no se dio en ninguna de las campañas por la
independencia de América, no en el Sur, mucho menos en el Norte, tal claridad
ética y política, es la que hizo a
Céspedes ante sus contemporáneos, el Padre de la Patria. Segundo: La
trilogía cespediana sentó las bases para el democratismo antirracista en el
Ejército Libertador, que en su concepción de méritos y ascensos militares,
reconoció en igualdad a todos sus miembros, y premiaba por valor en el combate
y resultados. Ello hizo posible la promoción de decenas de oficiales negros y
mulatos, ex esclavos y libertos, que llegaron
ostentar los más altos grados, y fueron jefes militares respetados y
queridos por las tropas multirraciales del movimiento independentista. Tercero:
La trilogía cespediana tuvo éxito, porque era la expresión de un sentir maduro
en las bases del movimiento emancipador, expresada en los valores de la familia
mambisa: Una peculiaridad cubana es el papel importante que ocupa lo familiar,
y en tal, el lugar de las madres y esposas. La familia en su composición, se
incorpora al campamento insurrecto. Y
acuden las de los hacendados revolucionarios y las de base popular –de negros,
mulatos y campesinos y blancos pobres, que se funden en un modelo de relaciones
cotidianas y trascendentes, de prácticas y saberes, de eticidades y
solidaridades. Desde una psicología que
evocaba el colectivismo y el heroísmo, en la entrega patriótica, en la
producción y economía de guerra, en educación y alfabetización de niños y
niñas, junto a sus padres y madres combatientes, en la manigua insurrecta y en
la emigración revolucionaria, se forjó en treinta años de duro combate por la
vida en dignidad y soberanía, una
tipología de familia patriótica, la familia mambisa.
11. “Hombre es
más que blanco, más que mulato, más que negro.Cubano es más que blanco, más que
mulato, más que negro” definiría José Martí Pérez (1853-1895) (5): Tanto la
condición humana, como la identidad
nacional, estaban para Martí por encima de las diferencias étnicas (6). Esta
perspectiva consolida la amistad de Martí con el intelectual mulato Juan
Gualberto Gómez (1854-1933), el más importante líder de la lucha contra la
discriminación racial en la Cuba desde finales del siglo XIX. En 1887, surge el
“Directorio Central de las Sociedades de la Raza de Color" para
representar los intereses de los negros y mulatos y fortalecer la lucha contra el racismo, organización que elige a Juan
Gualberto como su presidente en agosto de 1891. Hacia el julio de 1892, el
Directorio tenía 65 sociedades extendidas por la isla. A la promoción de las
ideas antirracistas del periódico La Fraternidad fundado por Juan Gualberto en 1878, se suma
“La Igualdad”, órgano oficial del Directorio. En abril de 1892 se proclama por
Martí la constitución del Partido Revolucionario Cubano, para preparar y dirigir la lucha por la
independencia de Cuba y Puerto Rico, y en ejercicio definitivo de praxis revolucionaria,
Juan Gualberto se convierte en el principal colaborador dentro del país del
Partido martiano.
12. El
antirracismo militante de José Martí es compartido por Antonio Maceo Grajales
(1845-1896) y Máximo Gómez Báez (1836-1905), quienes con sus actos y
pensamiento desde la Guerra de los Diez Años, forjaron en el legado cespediano,
la concepción igualitaria y solidaria, multirracial, que nutrió y proyectó el
basamento conceptual emancipatorio, en
el tránsito de lo patriótico –de la vanguardia ideológica y política- a lo
nacional, como expresión masiva y totalizadora del arribo al concierto
universal de un corpus particular, el cubano. Martí, Maceo y Gómez, unidos en
esta y en otras decisivas coincidencias ideológicas y políticas, por haberlas
hecho realidad, por fundirlas en el
movimiento real de masas de la independencia, para que nos acompañen hasta el
día de hoy, conformaron con precisos contornos, el panteón compartido de los Héroes Nacionales de Cuba.
13. La
concepción popular y revolucionaria de
la no raza, de lo cubano como integridad, perdió prevalencia en la medida que
el liderazgo revolucionario en la última Guerra de Independencia 1895-1898
–muertos Martí y Maceo-, fue ocupado por sectores proclives a la ideología y
política burguesa, donde el racismo es consustancial.
14. Los negros y
mulatos, como exponentes del pueblo pobre, fueron los perdedores más
significativos en el traspaso de la soberanía y la sociedad colonial a
neocolonial. La republica oligárquica, racista y sexista que surge en 1902,
como resultado de una intervención militar estadounidense profundamente
reaccionaria y racista, a la que las fuerzas patrióticas le impiden prosperar
como anexión; se ve obligada a reconocer el voto de los oficiales y veteranos
mambisas, en su mayoría –sobre el 60 %- negros y mulatos, pero prepara y
ejecuta en 1912 el zarpazo racista, con la represión del movimiento
revolucionario de los Independientes de Color (1912). Desde entonces el sector
de la oficialidad mambisa negra y mulata, queda fuera de toda alternativa
política. Y a la par, la politiquería burguesa perfecciona sus políticas
clientelistas de control del voto electoral, de promoción del divisionismo por
la vía de la exclusión –hasta se quiso organizar Ku Klux Klan nativo-. En este
escenario se fortalece el asociacionismo negro y mulato de matriz burguesa
asimilacioncita, se produce un reflujo del pensamiento y el movimiento
revolucionario, y las manifestaciones progresías y revolucionarias son muy
limitadas.
15. La pobreza se
profundiza y extiende por el pueblo
cubano, y la población afrocubana es la más pretérita. Esta situación se agudiza
con la importación por parte de las compañías monopolistas azucareras de
braceros antillanos. Mientras, la sociedad burguesa se escandaliza con “los
negros brujos” y los “hechos de sangre” de los santeros, matrices
de opinión que adelantan la criminalización de las prácticas religiosas
y culturales afrocubanas.
16. Deprimido y
sin invisibilidad, el proyecto martiano de nación antirracista, se mantuvo
latente en lo profundo de la cultura popular, en el mambisado patriótico –en un
mantenido liderazgo ético antirracista de Juan Gualberto Gómez hasta su muerte
- y la intelectualidad política, artística y literaria. El sabio Fernando Ortiz
y su traducción inédita del mundo afrocubano a los lenguajes de la historia, la
etnología y la sociología, y el sentimiento y orgullo de la negritud en la poesía negra o afroantillana de Nicolás
Guillén (1902-1989) (7), marcan la época. La tradición mambisa y las visiones
desde los saberes de la ciencia y el arte, serán decisivos en la estructuración
y actuación de una intelectualidad negra y mulata, que va a ser crítica del
blanqueamiento y la asimilación, para mantener vigente el tema de la cultura
afrocubana y la lucha contra la discriminación racial, a lo largo de cinco
décadas en las que se suceden gobiernos “democráticos” corruptos y dictaduras
neocoloniales. En lo político la crítica al racismo del joven mulato Julio
Antonio Mella (1903-1927), y el programa antirracista que desde la década del
40 del siglo pasado, levanta el primer Partido Comunista de Cuba, y sus impactos
en los movimientos obrero, juvenil y feminista, serán los focos más
significativos; hasta el definitiva reinicio de la gesta libertadora con el salto los cuarteles Moncada y de
Bayamo, el 26 de julio de 1953.
17. La Revolución
en el poder salda en lo fundamental la deuda histórica con la población negra y
mulata, cuando colocó por primera vez en la Historia de Cuba, a todos los
trabajadores y campesinos y a sus hijos e hijas, en posibilidad de acceder a la
dignidad del trabajo, a la capacitación, cultura, y gestión y promoción
política, lo que produjo una notable movilidad social a favor de la población
afrocubana y rescató, e hizo política de Estado, el concepto multirracial de cubano de Martí.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz desde febrero de 1959, inicia una
radical crítica política y ética contra el racismo como parte del programa
martiano de unidad nacional. Muy pronto –en 1965- comenzaría la epopeya cubana
a favor de la liberación africana. Miles de cubanos y cubanas acudieron voluntariamente,
en composición de ejército popular de masas, a dar su aporte militar y civil en
la tierra de sus ancestros.
18. La Revolución
no pudo resolver en lo mediato, la totalidad
de una problemática, que como la racial acumula errores y prejuicios
centenarios. Los líderes
revolucionarios, y los más preclaros
intelectuales -al menos los que estaban más cercanos o eran parte del poder
político real-, no vieron la notable diferencia de punto de partida que
acumulaban negros y mulatos, por los siglos de explotación y pobreza y racismo.
Tampoco se percataron de la complejidad
que conlleva la erradicación de los impactos, que la perenne
discriminación y los fenómenos patológicos que ello conllevó, habían creado en
lo profundo del ser nacional. Esta
situación se arrastró durante los
primeros 30 años de Revolución, y fue aflorando en la medida en que desde la
economía y la sociedad avanzaba la crisis del modelo soviético que importamos,
para eclosionar y convertirse en un importante nudo de necesidades y contradicciones
no resueltas, al precipitarse el período especial. Esta situación se hace más
visible aún, con varios fenómenos de
discriminación racial directa o indirecta, que intentan imponer los empresarios
capitalistas, que recomienzan a interactuar en el país a raíz de las
asociaciones con capital extranjero. En
ese el momento histórico en que, Fidel declara la lucha contra la marginalidad,
y renueva su crítica al racismo, en medio del programa de lucha ideológica y
formación cultural socialista, que fue la Batalla de Ideas.
19. En siglos de
explotación y discriminación colonial y neocolonial, el racismo que tiene su
andamiaje estructural en las relaciones materiales objetivas, ante todo, las
económicas, interpenetró la psicología, las culturas, las políticas y muchas
otras expresiones de la socialidad, enquistándose como patología social que
afecta al conjunto de la sociedad. Los prejuicios racistas y la discriminación
por el color de la piel se metamorfosearon para esconder su vileza en cada
momentos y ante cada situación: Resistieron al margen del movimiento
antirracista independentista, sobrevivieron la tardía e inmoral “abolición”
colonialista de 1886, se fortalecieron e intentaron emular el racismo visceral
de la élite burguesa estadounidense y sus interventores y gobernantes de turno,
pervivieron en la república oligárquica y burguesa, y llegaron hasta la
Revolución de 1959, para pervivir en los reductos de desigualdad no resueltos,
y en el pensamiento burgués- individualista derrotado, en minoría, pero
persistente. Hay quien se declara y se piensa revolucionario, reconoce
derechos, pero no quiere mezclarse con “la gente de color”. Existen personas que siguen viendo en el negro un
factor de atraso social y cultural, como lo hacían los oligarcas y la
intelectualidad burguesa reformista de principios del siglo XIX, que lo perciben como el “otro” o la “otra”,
siempre en recelo y previsión del suceso negativo, el negro como sujeto del
choteo y el chiste racista, que ven lo afrocubano como subcultura, y llegan
hasta el rechazo al “olor a negro” en los carnavales. Esta minoría no hace
nación, menos patria, pero como lleva en sí la infamia secular del opresor,
frena. Hay que trabajar y rescatarlos a la causa justa, en primer lugar para
ellos mismos, porque son cubanos y cubanas que merecen ser y sentirse mejores
humanos.
20. Negro-homosexual, Negra-lesbiana, Negra y prostituta… acusan la
existencia de otras dimensiones cuya visibilidad y atención discriminatoria aún
no se asume con rigor y pertinencia. La problemática de quienes son rechazados
doblemente, por los prejuicios racistas
en conjunción con el machismo y el sexismo que nos contamina, resulta puente y
confirmación para avanzar en la articulación
de unas y otras necesidades, del conjunto de las batallas culturales e ideológicas
desenajenadoras del socialismo cubano.
21. A tanto
racismo “desde el poder” de explotadores
que en su mayoría eran “blancos” de piel, criollos hacendados,
funcionarios coloniales y neocoloniales, mandones desde las metrópolis racistas
de Madrid o Washington, correspondieron también patologías del racismo en
sectores e individuos negros y mulatos. El blanqueamiento y la asimilación, fue
y aún hoy es, una estrategia racista para negar los orígenes, esconderse e
integrarse a la sociedad de opresión económica y racial. Así hubo negros y
mulatos dueños de esclavos, capataces, rancheadores, guerrilleros mercenarios y
serviles en todos los tiempos, que actuaron como blancos y “aspiraron” a que se les reconociera como tales. Y en su
extremo, negros y mulatos comidos de la injusticia y el oprobio acumulado,
actores del odio racial contra los “blancos”. Hubo y hay negros y mulatos
racistas respecto a los blancos. Y ahora mismo, por muy fenomenológico que
pueda ser esta realidad, también los tenemos. Un solo ejemplo sirva de medida:
He tenido que discrepar de activistas en la lucha contra la discriminación
racial, que cuestionan a otros activistas, por el hecho de que la pareja que
estos tienen en la vida sea “blanca”, y sus hijos en tanto tengan una piel
“menos” negra. Con mucha fraternidad, y más perseverancia y amplitud, sin ceder
un solo ápice en la tarea martiana y marxista de la desenajenación de las
circunstancias, y de cada uno de nosotros, como sujetos donde una y otra vez se
introproyecta –al decir de Paulo Freire (1921-1997)- la dominación y la
ideología reaccionaria a vencer (8), debemos ir al debate con los compañeros y
compañeras que no logran sacudirse esta tipología de opresión racial.
22. La nueva
realidad de la reemergencia de las
relaciones de mercado, la filosofía individualista y la discriminación racial
reimportada en empresas capitalistas, son fenómenos que colocan al tema racial
en el punto de mira de los problemas
internos a resolver, si de salvar y avanzar el socialismo en Cuba se trata (Me
refiero a la valiente clarinada autocrítica y alerta del líder de la Revolución
Cubana, el 17 de noviembre del 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana (9)). Una vez más el alerta de Carlos Marx resulta definitivo, hay que
explicarse el mundo, el cómo y por qué llegamos hasta donde estamos, pero tal
conocimiento solo es progresivo si se convierte en praxis revolucionaria, si
peleamos el cambio de las circunstancias, y con ellas sus hombres y mujeres.
23. En la presencia
de racismo en espacios de la socialidad cubana, y en la emergencia de
contribuir a dar equidad y equilibrio, frente a la centenaria realidad de
desventajas de la población afrocubana; crece el movimiento intelectual y
popular que reivindica la justicia de hallar las soluciones pertinentes con la
mayor cuota de justicia histórica que merecen. El Comité Central del PCC, la
Asamblea Nacional del Poder Popular y el Gobierno han colocado el tema en sus
agendas de prioridad. Ente las organizaciones políticas y de masas, de jóvenes,
barriales, femenina, las asociaciones de la intelectualidad artística y
literaria, historiadores e historiadoras, etnólogos, culturólogos, profesores y
maestras, avanzan los programas concretos
de acciones y se pronuncia la necesidad
una estrategia integral nacional, en estrecho vínculo con otros temas de
discriminación aun latentes, como parte del crecimiento de la solidaridad y el
humanismo socialista.
24. La Revolución
Cubana está enfrascada en el diseño de sus más inmediatas y mediatas acciones
emancipadoras, y en tal propósito se
articula una estrategia antirracista, y
ello impone una mayor responsabilidad y activismo ciudadano. La estrategia necesita uno
y muchos análisis de la naturaleza y de las causas del racismo que
pervive entre nosotros, precisa sobre todo de confrontar opiniones, sin temores
a la equivocación o el disenso, pues el conocimiento de lo que se piensa por
unos y otros cubanos y cubanas, será siempre el acierto mayor. Un tema a resolver es la promoción mediática:
Hay debates de excelencia que no logran saltar de nuestros salones de
conferencia, a la fertilidad de los
juicios y saberes populares.
25. También se
manifiestan en el país un conjunto de posicionamientos adversos. Están los que
atrincherados en una oficialidad burocrática,
solo subrayan los logros de la Revolución, y hablan de las
“reminiscencias heredadas” de la pasada sociedad, como si la propia socialidad
e idealidad revolucionaria, no tuviera responsabilidad en lo que no vimos y en
lo que erramos, y sobre todo en lo que tenemos que hacer ahora mismo.
Están los que “no ven” contradicciones
ni entuertos por resolver, estos en su mayoría son cubanos de piel menos negra.
Otros ciudadanos no le dan al tema la importancia que tiene, no se sienten ni
objeto ni sujetos de discriminación, afirman que la problemática no es
significativa y que se irá resolviendo
de manera “natural”, “sin tanto aspaviento”. Hay quien sostienen que la
reemergencia del tema racial le hace “daño” a la unidad política de la
nación. La más reciente y muy
hipercrítica ultraizquierda cubana, se hace eco de las leyendas sobre un
pretendido capitalismo de Estado en Cuba, y por esta vía intenta contender y
hostilizar la actividad gubernamental y partidista, tachándola de ineficiente,
complaciente, comprometida con el mal hacer, y pro capitalista. En esta visión el Estado socialista tiene
tanta culpa como los Estado capitalista contemporáneos, y los apremios de
soluciones se subjetivizan, desligándose de las conexiones con el conjunto de
luchas y resistencias internas y externas de la etapa actual de la Revolución
Cubana. Entre tales compañeros y
compañeras, aparecen los que se reafirman una afrocubanidad y/o una afrodescendencia, copiada
de las plataformas de lucha afro
en el exterior, que nada tienen que ver con la historia, y la visión
integrativa de nuestros próceres. Hay quien sueña con un Caucus negro como
el existente en el Congreso
norteamericano, para defender los intereses de los negros millonarios estadounidenses.
Las posiciones burocráticas incomunican a sus sostenedores, porque verdades
incluidas, la gente en Cuba está cansada del discurso mecanicista y apologista.
El contenido confrontativo, completamente alejado de la cultura política
socialista que hemos fomentado, es percibido y criticado por muchos
compatriotas. La última postura que refiero, también fábrica rechazos por su mimetismo acrítico y
ahistórico, y califica sospechas de oportunismo, así se debilita el conjunto de
sus planteamientos, donde hay críticas y propuestas valiosas. El conjunto de
opiniones que refiero desdibujan la
problemática, y frenan avanzar el debate ideopolítico.
26. Hay que
reconocerle a nuestros adversarios, que han sabido colocar en la agenda de la
subversión anticubana y de la actividad contrarrevolucionaria, el tema de la
“situación” de pobreza de los negros y mulatos en Cuba; y la hipercrítica
oportunista –desvergonzada, lo subrayo aunque
tales tipejos carecen de vergüenza -, sobre lo racial como un “problema
no resuelto” por la Revolución. Así han sido efectivos en la construcción de
una nómina de mercenarios que venden como disidentes, de piel negra y
mulata. No es casualidad que hoy la
mayoría de los líderes más promovidos en la fauna contrarrevolucionaria son negros
y mulatos, y no falta un mustio ramillete de organizaciones
contrarrevolucionarias de “defensa” y promoción
de los negros, que ocultan su raquítica membresía e inexistente
incidencia social, en una alta
publicidad mediática por medios de Internet y la prensa extranjera. La
maquinaria propagandística anticubana, y no pocos de los “estudios” que paga la
USAID y otras agencias de la subversión, manipulan los conceptos afrocubano y
afrodescendiente, como elementos de desmonte de la historia, confrontación y
división al interior del pueblo cubano.
27. Soy de lo que
sostienen que 1) todos los cubanos somos afrodescendiente, 2) que la existencia
de lo afrocubano y de una población que culturalmente se puede catalogar como
afrocubana, es riqueza y privilegio, también de todos los cubanos y cubanas, 3)
y que el problema de la discriminación
racial existe, es histórico y concreto, y hay que enfrentarlo con métodos de
ciencia, cultura del debate ciudadano y académico, con todos los
revolucionarios y patriotas, con políticas efectivas, con propaganda eficiente,
sin ingenuidades, con combatividad frente a las maquinaciones de la subversión
anticubana y la contrarrevolución
mercenaria, y sobre todo con mucho sentido patriótico y humanismo martiano y
socialista. Mi punto de vista es el siguiente: Ni las características
antropofísicas, ni la genética, tienen la última palabra, y la realidad
desborda lo propiamente etnológico cultural. No soy afrocubano, pero en tanto
cubano, vivo consciente y orgulloso de mi naturaleza afrocubana y condición de
afrodescendiente. Quienes nos hemos
formado en el humanismo de raíz popular, que nace de lo más profundo de la
cubanía, tuvimos la posibilidad de
acceder a una ‘conciencia de etnicidad’
en la que nuestras abuelas y abuelos africanos, fueron dotados de valores
positivos y utilizados como medios simbólicos de afirmación de la propia
identidad individual, familiar y nacional. Una identidad que en el caso de la
africanidad, tiene por centro, para nuestro orgullo y regocijo a nuestros
compatriotas afrocubanos.
28. Hay que achicar
y eliminar las secuelas de la discriminación racista alrededor del tema de los
negros y mulatos, pero ello no basta. El para qué resulta decisivo. En esta dirección me gusta
mencionar el siguiente ejemplo. Si la Historiografía de Cuba, ha sido hasta
ahora racista -salvo las excepciones que conocemos-, nos tenemos que plantear
la tarea de HACER –investigar, sistematizar, construir- la Historia de los
negros en Cuba, pero concluida esta tarea, como no vivimos la problemática
segregacionista de Estados Unidos, Brasil u otro de los países, donde la
historia de discriminación hizo necesario el reducto de resistencia y
desarrollo propio de la cultura de origen africano, en Cuba no se trata solo de
establecer un curso de Historia de los negros “para fortalecer la identidad
afro”, lo fundamental está en que con
los nuevos conocimientos y enfoques sobre el papel de los negros en la historia
colectiva, completemos y enriquezcamos el
curso general de la Historia de la nación, para fortalecer la identidad de los
indoamericano-descendientes, los afrocubanos, los hispano cubanos, los chino
cubanos…para fortalecer la identidad compartida de todos los cubanos y cubanas.
29. En política,
en ciudadanía, en ejercicio y disfrute de una identidad política patriótica nacional
multifertilizada, nuestra historia ha adelantado tanto, que más que
idoamericano-descendientes, afrocubanos, hispano cubanos, afrodescendientes,
chino descendientes…. Hoy somos cubanos patriotas, buenos cubanos y cubanas; o apátridas y malos cubanos y cubanas, no hay
término medio. Todo otro reconocimiento atrasa lo alcanzado, divide artificial y peligrosamente en tiempos
que siempre van a ser de urgente y enriquecedora unidad.
30. La cubanidad
multirracial que hoy nos caracteriza,
impone la unidad de lucha contra todas las discriminaciones que persisten, y en
tanto se precisa a nivel de la producción
artística, literaria y científica, y en el activismo social, una mayor
interacción de los temas de raza, género y diversidad sexual. Si una sociedad
en el mundo actual, está en posibilidad de resolver los legados centenarios de
la hegemonía ideológico-cultural reaccionaria, esa es la cubana. Nadie en el
mundo –y lo digo sin chovinismo, sin autosuficiencia: está probado y reconocido por numerosas mediciones y evaluaciones de
organismos internacionales-, ha resuelto en equidad e igualdad plena, lo que
los cubanos y cubanas tenemos y disfrutamos, y esa fortaleza nos abre
horizontes aún inalcanzables para otras sociedades.
Notas:
(1) El vocablo
transculturación la creó Ortiz para expresar los variadísimos fenómenos que se
originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas que aquí se
verifican, sin conocer las cuales, consideraba imposible entender la evolución
del pueblo cubano, así en lo económico como en lo institucional, jurídico,
ético, religioso, artístico, lingüístico, psicológico, sexual y en los demás
aspectos de su vida. Ver: FernandoOrtiz: “Del fenómeno social de la
transculturación y de su importancia en Cuba”. En: Contrapunteo Cubano del
Tabaco y el Azúcar, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963. p. 98 -104.
(2) Hasta 1991,
más de 380 mil cubanos y cubanas cumplieron misiones militares
internacionalistas en África y su entrega fue decisiva para la consolidación de
la independencia de Angola, la liberación de Namibia, y la derrota del régimen
del apartheid en Sudáfrica. Hasta el día de hoy más de 80 mil compatriotas han
prestado colaboración civil o se encuentran haciéndolo. Más de 40 mil jóvenes
africanos se han formado en Cuba como especialistas para el desarrollo y la paz
del continente.
(3) El
desconocimiento de la historia de estos pueblos es notorio y nada casual.
(4) Felix Varela
y Morales: Proyecto y memoria para la abolición de la esclavitud en Cuba. En:
Obras (Volumen II), Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz- Universidad de
La Habana, Imagen Contemporánea-Cultura Popular, La Habana, 2001, p 115.
(5) José Martí
Pérez: “Mi raza”. En: Obras completas, tomo 2, Editorial Nacional de Cuba, La
Habana, 1963-1965, p. 299.
(6) Últimamente
algunos críticos acusan a Martí de omitir los elementos culturales propios de
los negros y de ofrecer un panorama idílico y falseado de la igualdad racial
durante las luchas por la independencia. Así, descontextualizan y deforman
estas frases al eliminar la primera y citar solo la segunda con lo que se
quiebra y se deforma la secuencia de la lógica argumentativa martiana: hombre,
o sea, humanidad, es el concepto clave y superior, que sintetiza las cualidades
de cada grupo y de cada individuo; cubano —como cualquier otra nacionalidad— es
para él un concepto incluido dentro del anterior. Recuérdese su frase, de
similar sentido inclusivo, tantas veces citada: “Patria es humanidad”: Ver:
Pedro Pablo Rodríguez: El negro y la africanía en el ideario de José Martí, Revista Temas, La Habana,
octubre-diciembre de 2012, No. 72, p 101.
(7) En Motivos de
son (1930), Sóngoro cosongo. Poemasmulatos (1931), West Indies Ltd. (1934).
(8) Para Paulo
Freire, la problemática fundamental del oprimido y de la construcción de una
pedagogía (hegemonía) a formular “con” él se centra en la “introyección” de los
valores/intereses/necesidades de los opresores en su conciencia, lo que
impediría la real percepción de la situación de subalternidad en la cual se
encuentra y la toma de decisión en sentido opuesto: El gran problema consiste en cómo podrán los
oprimidos, que han introyectado al opresor, participar en la elaboración, en
tanto seres duales, inauténticos, de la pedagogía de su liberación. Solamente en la medida en que descubran que
llevan en sí al opresor podrán contribuir al nacimiento de su pedagogía
liberadora. Ver: Paulo Freire: Pedagogia do oprimido, Editora Paz e Terra, Río
de Janeiro, 1984, p. 32.
(9) Ver: Fidel
Castro Ruz: Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la
República de Cuba, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la
universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17
de noviembre de 2005. Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html
*Doctor
en Ciencias Pedagógicas, Profesor e investigador y Presidente en La
Habana de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC)
Foto Roberto chiLe
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