Fidel Castro llega a sus 89 años de edad de una manera triunfal para él y el pueblo cubano: sin cambios políticos en Cuba.
El desplome de la Unión Soviética no hizo colapsar a la Revolución Cubana como tampoco el recrudecimiento del embargo estadounidense. Sus poderosos enemigos se han quebrado la cabeza tratando de borrar de la faz de la Tierra la gesta cubana, y hasta han elaborado planes descabellados para conseguirlo.
Fidel dijo el día que cumplió 70 años, que la Revolución Cubana “está hecha y no hay quien la deshaga”. Eso fue hace 19 años, y parece haber acertado.
Los 11 presidentes de Estados Unidos que han buscado afanosamente vencer a Fidel, han dispuesto, desde el primer día de su ejercicio en el poder, del clásico aparato de la superpotencia: un temible Ejército, el Air ForceOne, el salón Oval, un dormitorio en la Casa Blanca, y a su entera disposición las 16 agencias de inteligencia, sin contar con un nutrido gabinete, además del simbólico “teléfono rojo”, de enlace con otros líderes mundiales. Todo ello entregado en bandeja de plata a un solo individuo por ganar unas elecciones.
Fidel Castro, en cambio, preparó un ejército propio para derrocar al dictador Fulgencio Batista, y organizó la Guerra de Todo el Pueblo para la defensa de la Revolución; por décadas superó todas las dificultades de persecuciones, intentos de asesinato, acoso de espías y traiciones; él mismo se hizo de un aparato de seguridad especializado que le permitió canalizar una serie de necesidades y estar informado de las intenciones de sus enemigos, y tuvo la capacidad de buscar contactos adecuados con chinos y rusos, y penetrar desde un principio el gobierno de los Estados Unidos, lo cual le permitió sobrevivir a muchas crisis.
¿Algo de esto hubieran podido lograr los 11 presidentes de Estados Unidos que han tenido que vérselas con Fidel Castro?
Además, el máximo líder de la Revolución Cubana logró desarticular todas las operaciones montadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, en sus siglas en inglés).
Fidel, al abrazar la causa de los humildes, sabía que iba a encontrar a su paso muchos enemigos, y se preparó para enfrentarlos. Desarrolló, entonces, capacidades de gran estratega militar, y su discurso ha sido uno de sus grandes atributos. Sabía que tenía una misión histórica que cumplir.
En su enfrentamiento con Estados Unidos jugó como un gran maestro en la simultaneidad del ajedrez de la política. Enviaba mensajes, influía, desinformaba, compartimentaba. Desarrolló, además, una diplomacia amplia que le permitió crearse un escenario universal e influir en acontecimientos políticos de relevancia internacional.
A lo largo del proceso revolucionario cubano, Fidel, como figura central, se ha reunido e intercambiado, como ningún otro político en el mundo, con miles de personalidades de gobierno, políticos, intelectuales, renombrados economistas, científicos, artistas, jefes de movimientos insurreccionales, etcétera, y realmente su figura política ha resultado muy atrayente para todos estos personajes.
Su historia revolucionaria, que partió del asalto al Cuartel Moncada, en 1953, no ha sido para menos. Consiguió mantener a la Revolución Cubana en el poder, por contar también con un pueblo revolucionario.
*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de La Polilla Cubana. Trabajo enviado por su autora
FOTO Roberto Chile
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