Y la vida me premia a veces con algún desconocido poema, o me hace enterar a destiempo de la actuación en
Justo esto me paso anoche, cuando por azar cayó en mis manos una hoja de un Juventud Rebelde, diario de la juventud cubana, que continúa presentando una sección que –en su momento- no recibió toda la atención que hubiera debido prestarle…
De esa misma sección,
“Nada del otro jueves”, dirán mis ya casi aburridos lectores… pero continué leyendo la sección y casi al final, descubrí este desgarrante mensaje, que podrán revisar en la versión digital de la susodicha sección, del 30 de marzo de 2006:
Mi amigo Marcelo Vera ha sido asesinado en Miami. Su inmenso padre Ernesto —desgarrado— me llamó. Los detalles: una golpiza brutal y cinco balazos; dice la policía (la misma que golpea y mata), que fue para robar, y él nada tenía. Sí le abundaba el amor a
Como un mazazo me golpeó esa noticia… hoy, que la llamada “paraprensa”, se dedica a ensalzar a supuestos genios del periodismo digital, fabricados por ellos mismos para denigrar la revolución. Hoy, que la alharaca mediática se alza para “alertar de los abusos cometidos en Cuba” contra un exinanido grupúsculo de mujeres que intentan usar el blanco como símbolo de una pureza de la que no pueden alardear, esta noticia, que pasó, sin penas ni glorias, en un pequeño rincón de nuestro periódico juvenil, se alza con toda la contundencia de una denuncia: Marcelo Vera fue asesinado en Miami.
Marcelo, posiblemente un joven, tal vez de esos que arriesgan su vida engañados por los cantos de sirena del imperio, y cruzan un estrecho plagados de tiburones tras el “sueño americano” para muy tarde descubrir que no era más que un sueño, por más que algunos muestren cadenas de oro –pero cadenas al fin- o muestren orgullosamente el “carro del año” –aunque a veces sea sólo alquilado o se lo lleven antes de terminar de pagar las mensualidades por falta de liquidez monetaria…
Marcelo, que llegó y vio y entendió cuál era su papel. Marcelo que luchó, que tal vez por vergüenza del paso errado permaneció allí, pero en cuyo contestador respondía un discurso de Fidel… Marcelo, un hermano que hace dos años murió, pero que está hoy más que nunca junto a nosotros. Marcelo, para el que digo hoy, desde lo más profundo de mi corazón que hoy lo llora, sin conocerlo, estas palabras del Maestro:
"Cuando se muere en brazos de la patria agradecida,
la muerte acaba, la prisión se rompe;
¡empieza, al fin, con el morir, la vida...!"
(*) Nombre que diera Guillermo Lagarde a “las antológicas estampas de aires costumbristas que lograron agotar las tiradas dominicales, tan bien ilustradas por su amigo Grant, de sagaz ingenio republicano”, en el propio periódico Juventud Rebelde. Véase, para más información sobre dicha sección:
http://www.juventudrebelde.cu/secciones/40-aniversario-jr/html/corresponsales.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario