Han transcurrido solo unas semanas en que manifesté mi desacuerdo con el artículo de James Petras, “Ocho tesis erróneas de Fidel Castro. Fidel Castro y las FARC”, en un trabajo que titulé con celeridad “Los principios éticos de una polémica desde la izquierda”, y ahora preciso realizar otras aclaraciones, percepciones e interpretaciones que omití en mi comentario crítico, pero que no solo estarán en contradicción y discrepancia con el sociólogo “izquierdista” norteamericano, sino con varios autores desde las izquierdas o dentro de las izquierdas y otros que no necesito encasillarlos en una corriente de pensamiento precisa, pero que no son precisamente de izquierdas, pero que no los excluyo por consideraciones “higienizantes”, sino por las posiciones que asumen no solo con Cuba, sino con otros procesos revolucionarios.
Se trata de que, en los últimos tiempos,
Lo más extraño de esta cascada informativa e interpretativa es que
Esa avalancha de críticas, muchas de ellas ajustadas a una realidad cubana que continúa transitando por un Período Especial en Tiempos de Paz (anunciado por el compañero Fidel Castro, el 28 de septiembre de 1990), que ha significado una verdadera etapa de crisis económica con el admitido recrudecimiento de desigualdades e inequidades en el plano social, que estaban reducidas anterior a esa etapa mínimamente, y que no conllevó a una inestabilidad e ingobernabilidad política, no son nada novedosas para los cubanos que trabajamos y vivimos en
Tales planteamientos críticos acerca de esa realidad que los cubanos conocemos mejor que nadie, no son nada originales y desconocidos en el escenario nacional, ni para la dirección política, los cientistas sociales, los científicos y técnicos de las ciencias puras y aplicadas, los profesionales varios, los obreros y los campesinos, los estudiantes, las amas de casa y ni siquiera para el ciudadano común, comprometido en la defensa de su Revolución. Todos en esta Isla Rebelde podrían confeccionar varios decálogos de infortunios, premoniciones de situaciones similares a un desastre, variadas pérdidas o disminuciones de logros, precariedades de todo tipo, inconformidades, desilusiones y desencantos, etc., sufridos estoicamente para defender las conquistas del socialismo, la independencia y soberanía nacionales y la propia existencia de
Lo más curioso es que las críticas elaboradas desde latitudes y condiciones diferentes a la que vive Cuba, parecen revestirse y convertirse en auténticos consejos, sugerencias y hasta indicaciones de lo que debe hacer la dirección de
Pero recordemos que, en la década de los 90, arribaron a
Algunos de buena fe y otros no tan ingenuamente, se preocuparon de que el pueblo cubano no se constituyera en un nuevo Sagunto y Numancia, concepción tremendista que solo aceptaríamos si no quedara un solo cubano vivo, aferrados a las ideas de defender
En los duros y difíciles años de los 90, y hasta la actualidad,
O sea que, el Gobierno Revolucionario Cubano, bajo la rectoría de su Partido Comunista, hizo algunas aquiescencias muy peligrosas para lograr la supervivencia del país y sus población, pero sin realizar concesiones de principios. Y a pesar de ello, y contra estas medidas, también surgieron críticas desde o dentro de la izquierda. No decimos de las elites de poder reaccionarias de Washington, porque las mismas siempre han tenido una “agenda deslizante” para con
La discusión acerca del socialismo en Cuba tiene que ser entre los cubanos de
El actual Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, emitió su apreciación de aquella situación sumamente difícil y compleja, en una entrevista concedida a una periodista del diario Juventud Rebelde, en el año 2001, “[...] El pueblo de ahora no es el pueblo del año 1989, ni del 90 o el 94. Entonces el espectáculo era complicado en muchos sentidos, por el estado que tenía la economía del país, por la caída de una tercera parte del Producto Interno Bruto, porque cientos de fábricas y centro de trabajo tuvieron que cerrarse [...] Recuerda que fue la época en que hubo 80 mil asambleas de los trabajadores, sin contar las que tuvieron los jóvenes, los estudiantes, para explicar la situación que estaba en desarrollo y como enfrentarla. En 1994 año muy difícil, recorrí todo el país con varios dirigentes, por instrucciones de Fidel, y llevamos a cabo aquellas reuniones territoriales del Partido. La situación era tétrica. Los ánimos estaban realmente caídos. Pero ahora las situaciones son diferentes [...] Había firmeza, hasta llegó a haber en algunos resignación ante la posibilidad de que
Entonces, junto a la audacia que deben tener todos los verdaderos revolucionarios hay que ser cautelosos y concienzudos ante nuestra realidad sociohistórica concreta y más aún con respecto a las invitaciones sinceras y otras que no lo son, que se nos proponen. Aunque Fidel Castro haya expresado y reconocido, con realismo político, que no sabíamos y sabemos poco de cómo construir el socialismo, resulta ser una verdad de Perogrullo nada vanidosa, que somos los que más sabemos, modestamente, de cómo transitar por el mismo en América Latina y el Caribe. Es una experiencia que no debe repetirse, ni un modelo a calcar, pero sí se pueden extraer lecciones y enseñanzas de la misma.
En el discurso del año pasado, 2007, el propio compañero Raúl Castro, quien es también el Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba, manifestó de forma sincera, honesta y pública una valoración crítica de algunos de los problemas de
La contrarrevolución interna en Cuba: mercenarios pagados por el imperialismo norteamericano.
Tamañas mentiras son fáciles de descubrir y verificar, porque los únicos presos que hay en Cuba son los que atentan contra la seguridad del país, su soberanía e independencia nacional, y están al servicio de una potencia extranjera y/o son reclusos por delitos comunes, aunque a ninguno se les tortura. Entre los individuos que conforman estas variadas y para nada unidas mini-agrupaciones contrarrevolucionarias hay quienes han sido “dobles agentes” por cuenta propia, como el “Camaján” Elizardo Sánchez Santacruz, que fue hasta condecorado por el Ministerio del Interior Cubano y, luego, dijo que ese video filmado era un burdo montaje; Vladimiro Roca habló por la mal denominada “Radio Martí” -radicada en los EE.UU., contraviniendo las normas de las telecomunicaciones mundiales-, desde
Incluso, aunque el país no ha eliminado la pena de muerte de su Código Penal, desde finales del año 2003 y principios del 2004, no se ha ejecutado a ningún criminal y terrorista. Por ejemplo, salvadoreños, guatemaltecos y otros terroristas de origen centroamericano están presos, no obstante, el haber puesto bombas en instalaciones turísticas, cabarets, clubes y restaurantes. En uno de tales atentados murió el joven italiano Fabio Di Zelmo, en 1997, pero ninguno ha sido ejecutado. Muchos de los detenidos cuando salen de las prisiones, algunas veces, sin cumplir sus condenas completamente, están rozagantes y dispuestos, en la primera oportunidad que se les presenta en el “exilio” miamense y madrileño, fundamentalmente, a hablar delirantemente acerca de los “terribles” tratamientos recibidos, del hambre a que fueron sometidos y de la ausencia de servicios médicos en las penitenciarías cubanas.
Dos casos muy conocidos son válidos para ejemplificar lo que explicamos: Hubert Matos, el comandante traidor del primer año de
También se han celebrado, desde los años 80 de la pasada centuria, encuentros entre el gobierno revolucionario y la emigración cubana en el exterior, radicada en cualquier país del mundo, solamente quedando fuera de los mismos los activistas contrarrevolucionarios reconocidos. Los intercambios son fructíferos, sin llegar a un consenso en todos los puntos de la agenda de discusión y, en otros, sí se arriban a acuerdos de importancia para ambas partes. Hay algunos que han madurado y rectificado su posición errónea de los años iniciales del proceso revolucionario y, por su solidaridad y actitud, se les ha otorgado la ciudadanía o la residencia permanente en Cuba. Pero en estos cónclaves se polemiza, se abren nuevas perspectivas de discusión sobre diferentes tópicos y se conversa, a veces acaloradamente, sobre la agilidad de los permisos de entrada, el costo de las visas, las posibilidades del reencuentro familiar, la probabilidad de invertir capitales en
Sin embargo, hay algunos que se marcharon y/o desertaron tardíamente y, utilizando los medios alternativos de la propia izquierda, escriben sus artículos en sus respectivos blogs, casi diarios o semanales, en los cuales destilan un odio enfermizo contra
O sea que existe una larga historia de tolerancia, aunque también de coherencia política con la contrarrevolución cubana que, entre los años 1960 y 1967 o 1967, llegaron a tener en
Las discusiones internas, sobre la base de los principios revolucionarios y socialistas.
Los planteamientos del máximo dirigente del Estado cubano Raúl Castro, fueron sometidos a un referendo masivo popular, dentro de la sociedad civil y la sociedad política cubana, promoviéndose que se aportaran activamente nuevos criterios, valoraciones e interpretaciones, y también posibles soluciones, para cooperar en resolver lo que funcionaba mal, lo que no era eficiente, acerca de los errores cometidos y que aún subsistían, relativo a las prohibiciones innecesarias, contra los desarreglos provocados por la burocracia y el burocratismo, sobre algunos dirigentes de diferentes niveles que no estaban cumpliendo cabalmente con sus funciones y no tenían suficiente prestigio y autoridad ante el pueblo por su falta de ejemplaridad, ante la indolencia, la desidia, la corrupción, las indisciplinas sociales y la deshonestidad en el seno de una sociedad que está tratando de construir el socialismo a solo
Todas esas aportaciones populares fueron elevadas a las máximas instancias del Partido, el Estado, el gobierno y los poderes populares. Nada se cambió de lo que se expresó libremente (no se tomó el nombre a nadie, las actas sólo recogieron los planteamientos), nadie ocultó un criterio aunque este fuera opuesto al socialismo que construimos; todos fueron partícipes y protagonistas de la democracia socialista, que aunque aún no es perfecta-y el día que creamos que lo es, estaríamos autocomplacientemente detenidos y al borde del suicidio-, todos hicieron un ejercicio real de poder, que no se le otorga al pueblo sino que este lo posee, aunque no conozca en ocasiones cómo utilizarlo con eficacia porque hay elementos mediatizadores-burocráticos que entorpecen y nublan esa posibilidad auténtica dentro del socialismo cubano. Todo ese proceso de debate fue una verdadera muestra de la democracia popular participativa directa y representativa, en el sentido que participan todos los grupos y sectores, estratos y estamentos de la sociedad, que practica el pueblo en las más difíciles condiciones internas y externas.
Pero las solicitudes, desde adentro y desde afuera, para que nos apuremos o actuemos con prisa en el proceso de rectificación de los errores, deficiencias e insuficiencias también ha sido muy numeroso, desde el campo de los amigos y camaradas de lucha, los simpatizantes y hasta de los oportunistas de toda tendencia. La rapidez y los ritmos acelerados que nos proponen es como si pareciese que estamos compitiendo en un juego de azar o en un deporte, donde a veces ganar o perder solo significa una oportunidad que puede recuperarse en la próxima competencia. No se advierte que esta es una Revolución, forjada durante siglos de lucha por la liberación nacional contra el colonialismo español primero, y el neocolonialismo yanqui después, de un proceso de justicia social que tuvo que enfrentar la ignominiosa esclavitud y, más tarde, la despiadada explotación del obrero asalariado, y que continúa su combate contra el Sistema de Dominación Múltiple del Capital, que es eurocéntrico y norteamericanizador, patriarcal y homofóbico, racista y discriminador, paternalista, explotador y opresivo, enajenante / alienante, marginante y excluyente, que no solo abarca la economía, el comercio y la política, lo societal y las finanzas, sino también a la informática y a las industrias culturales que, muchas veces, imponen gustos y deseos de dudoso valor estético, realidades virtuales en que la seudo-cultura predomina y que inunda la vida cotidiana con entretenimientos banales y violentos, reproduciendo ese modo capitalista de producción en las mentes de todos, con la idea suprema de que dejemos de pensar con cabeza propia y miremos las vitrinas inatrapables del “American Dreams”.
No se percibe ni se interpreta que una Revolución que ha sido y es, ante todo, un ejemplo moral para los pueblos explotados y oprimidos, no puede perderse en una carrera vertiginosa porque sería muy vergonzoso para los cubanos y para aquellos que nos admiran y nos quieren, además de convertirse en una victoria muy esperada por el imperialismo norteamericano que ya no quiere solamente derrotarla, sino humillara poniéndola de rodillas.
En la historia de la humanidad, cincuenta años de proceso transformativo es muy poco-no llega a la vida de un ser humano, en Cuba ese promedio anda por los 76 o 77 años-, para superar más de 600 años de mentalidad colonizada y discriminatoria, culturalmente bombardeada por años de ignorancia y educación burguesa y, sometida además, a una incesante guerra sucia, abierta y encubierta, propagandística radial y televisiva, de Fax, Internet y Correos Electrónicos que nos llegan a través de los EE.UU. y otras metrópolis imperiales y, además, por la actividad interna de los grupúsculos contrarrevolucionarios, mercenarios pagados por la potencia más hostil a la nación y al socialismo cubano. Y porque, además, estamos en una relación de interdependencia muy fuerte y necesaria con ese mundo capitalista que nos rodea y que no podemos obviar.
Pero tales críticas, recomendaciones y, a veces, elaboraciones muy parecidas a catecismos cerrados y absolutos, aunque nombrados anti-dogmas, no son del todo acertados, mucho menos, cuando surgen en las mismas aseveraciones evaluativas del proceso revolucionario, elementos contentivos de una sola parte de la verdad y otras que no son ciertas, estando muchos de estas conclusiones distorsionadas y manipuladas, aunque sea por el desconocimiento parcial y total, inconsciente, de nuestra realidad.
Algunos, superficialmente, nos comparan con el socialismo este-europeo y el soviético porque, es cierto que calcamos algunas estructuras económicas e ideopolíticas, estudiamos el marxismo, esencialmente, por los manuales que se publicaban en esas latitudes, aunque lo hemos superado con una apresuramiento producto de un gran esfuerzo intelectual, etc., sin embargo, no realizan un estudio comparativo en que las analogías sean capaces de distinguir las diferencias, y las disímiles concepciones teóricas y prácticas se aprecien no como idénticas, sino como desemejantes. Y entonces esa comparación, lejos de recepcionar las particularidades, solo perciben los rasgos generales y equivalentes, haciendo olvidar las singularidades creativas del proceso revolucionario cubano que son muchas. No por gusto se nos ha considerado como unos herejes dentro del movimiento comunista mundial-cuando este existía-y, en muchas ocasiones, los anarquistas, trotskistas y maoístas nos aprecian y admiran por ser iguales que ellos. En fin, que no escapamos de esa percepción variada en que todo depende del prisma desde el cual nos observan y analizan. Pero nos sentimos más seguros cuando nuestras acciones y reflexiones son rechazadas de plano por el imperialismo norteamericano y sus acólitos, porque entonces no nos confunden y engañan, ni los aplausos ni las críticas agudas e innecesarias, de unos y otros.
Una Revolución es una ciencia profunda, difícil y complicada, como escribió Vladimir I. Lenin, o una causa grande y pavorosa y no un juego para diletantes ni una aventura romántica, como advirtió Antonio Gramsci. Por lo tanto, estas propuestas son muy peligrosas si se valora únicamente el escenario nacional, y no el regional y el internacional en el cual, todos de conjunto, forman una madeja muy complicada y compleja para que decidamos, en “un abrir y cerrar de ojos”, cambiar estructuras estatales, formas de cómo gobernar, transformar funciones en manos del Estado centralizador, utilizar formas de propiedad variadas sin proporciones adecuadas, realizar ampliaciones de la democracia, sin límites razonables para un país bloqueado, sitiado y en estado de guerra con los EE.UU., y estilos de trabajo enraizados en las mentes de los dirigentes y los ciudadanos, acostumbrados a que el Estado socialista tiene el deber de otorgar todo, sin necesidad de recibir nada a cambio. Hemos creado una grandiosa obra, eso es cierto, pero hemos cometido desatinos tácticos, y ahora no podemos darnos el lujo de caer en errores estratégicos.
Si no tenemos una visión totalizadora, dialéctica y holística de los problemas iremos directos al fracaso, si no poseemos una caracterización individualizada y de los pequeños colectivos que conforman la realidad cubana también caeremos en la frustración y la derrota. El pensamiento teórico del compañero Fidel Castro Ruz, acerca de que “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”, que es una gran verdad revolucionaria, no puede convertirse en un slogan o en una consigna política más, que debamos aplicar sin pensar profundamente en todo lo que encierra y expresa ese conjunto de ideas. Cualquier lectura que de ella se realice, fragmentándola y separando un pensamiento de otro-como se hace en ocasiones en los spot políticos y en las vallas publicitarias-nos haría cometer la falla de cercenar una fusión integral e inseparable de lo que significa
En la política no funciona la matemática ni la geometría pura, la biología, la biogenética, los adelantos científicos y técnicos que, cuando más, pueden ser instrumentos a tener en cuenta, pero que no deciden la construcción del socialismo de forma unilateral. El socialismo es, ante todo, un problema de conciencia política e ideológica, de cultura general integral, de conocimientos profundos y maduros y, no solo, de una vanguardia política conductora avezada y eficaz, es un problema de conciencia de todos los cubanos o de la gran mayoría, consensuada, de ellos.
Cuando Carlos Marx escribía “en última instancia”, no se refería a un reduccionismo a ultranza a las raíces económicas de los problemas de la sociedad, porque el marxismo y luego el leninismo, más los otros continuadores de esa teoría de la praxis revolucionaria, así como los pensadores de escuelas marxistas variadas y del pensamiento social crítico, advirtieron de las subjetividades y las intersubjetividades que, estando presentes en el devenir histórico de las sociedades clasistas, poseen una influencia determinante en la evolución y desarrollo de los procesos revolucionarios. Y Cuba no está ajena aún a esa estructura clasista, de una economía que todavía no ha realizado su transformación y aporte esencial y, continúa, lamentablemente, funcionando con una lógica metabólica reproductora del capital, o sea, acumulando ganancias, aunque en este caso, para todo el pueblo; que tiene un Estado centralizador en extremo, en que sus trabajadores, aunque dueños de los principales medios de producción, se sienten increíblemente enajenados y hasta alienados del propio proceso de producción, su dirección, sus planes y metas, y las capacidades de decidir sobre el mismo en cuanto a la cantidad y la calidad de los insumos que producen. Y todo, porque está presente, en este tránsito hacia el socialismo el archiconocido derecho burgués “A cada cual según su trabajo, de cada cual según su capacidad” y existen muchos mediadores administrativos-burocráticos que estorban y obstaculizan el sentimiento y la convicción de ser y sentirse dueños plenamente. Aunque nacionalizamos las propiedades extranjeras y de la oligarquía burgués-terrateniente “nacional” desde 1960, el proceso no trascendió desde una estatización hacia la necesaria socialización. Habría que decir junto a Ernesto Che Guevara que debemos continuar construyendo el comunismo, aunque nos pasemos toda la vida transitando por el socialismo, rodeados, por demás, de un océano de capitalismo.
Por lo tanto, no hemos eliminado las clases y no estamos en condiciones de extinguir el Estado. Muy al contrario de las tesis de los clásicos del marxismo -que no son erradas si admitimos que la pronunciaron para su cumplimiento en un largo plazo histórico– y, de las teorías del debilitamiento obligatorio de las funciones reguladoras y controladoras del Estado, del fin de las ideologías, la historia, las utopías y el novedoso choque de las civilizaciones, el Estado-Nacional-Popular-Socialista cubano todavía tiene mucho que hacer en este globalizado capitalismo transnacional neoliberal y, en el plano interno de la construcción socialista. Ni somos aún parte de esa “Aldea Global” y, tampoco, somos un “Islote” de la “Aldea Local”, constituimos porciones de ambas y, por tanto, no podemos pensar y actuar en las dos propuestas excluyentes de forma atomizada y desarticulada, sino que debemos reflexionar e interpretar, practicar y accionar con visiones integradoras, pensar y actuar global y localmente, nacional, regional e internacionalmente.
Por otra parte, no considero que las formas alternativas de autogestión y de autogobierno local, la sociedad de productores libres y la cooperativización, por si solas, sin la presencia de un Estado Nación, Popular y Socialista fuerte -que no significa estatista centralizador de todo-, puedan conllevar a un socialismo nuevo y más eficiente, como tampoco creo en la descentralización desmedida, el caos y la anarquía absolutas, aunque estén en manos de los trabajadores los destinos de la nación y el socialismo. Cualquier cosmovisión unilateral, podría conllevarnos a caminos o, mejor expresado, hacia atolladeros sin salida para un socialismo perfeccionado, pero que tiene que ser guiado por una teoría y práctica revolucionaria y, en el caso cubano, por un Partido de vanguardia, que no significa que todos sus militantes tengan el mismo nivel de conciencia y ejemplaridad, de prestigio y méritos, pero que es una fuerza de avanzada, junto a
Y esa no es una fuerza que pueda subestimarse sí, además, está vinculada permanentemente, en acción retroalimentadora con el pueblo, porque vive y trabaja con él, lo orienta, lo escucha y es capaz de tramitar sus preocupaciones y demandas. Y aunque es un Partido único, herencia muy cubana, proveniente del Partido Revolucionario Cubano, fundado en 1892, por José Martí, el PCC es un partido plurisectorial, pluricultural, pluriracial, plurigenérico, plurireligioso y plurigeneracional, etc., en donde existen polémicas serias y profundas acerca de cómo construir el socialismo, aunque tampoco es un club de discusiones o una amalgama de personas individualizadas y de colectivos que no tienen un Programa, Estatutos, normativas y directrices, porque es un Partido Comunista que está erigido sobre la base del centralismo democrático y los principios más creativos y acertados del leninismo. En él existe una unidad, que viene a constituir, al igual que en el seno de la sociedad cubana, la “niña de los ojos” de nuestra Revolución, de nuestra Independencia y Soberanía Nacionales.
Sabemos, mejor que nadie, que cualquier desunión, desestabilización e ingobernabilidad dentro del país le daría al imperialismo norteamericano el pretexto, la “justificación” para intervenir en los asuntos cubanos. Aunque sus más afamados presidentes, élites de poder, “Thins Tank” (tanques pensantes), generales, oficiales de inteligencia, etc, afirmen que no existe una agenda de agresión militar para Cuba, una lectura de cualquier plan secreto o, no tan encubierto, del gobierno estadounidense demuestran que tienen la flexibilidad necesaria para producir esa ingerencia masiva en Cuba en cuestión de horas o días-lo han estado ensayando por años. Léase el “Plan Bush contra Cuba” y se verá que ya tienen nombrado un gobernador para una “Cuba Post-Castro”, y hasta las medidas de desmontaje de todo el socialismo cubano que, incluye, nuestra Patria y nuestra Nación Libre.
Por eso, más que todo creo, fehacientemente, que todas estas maneras alternativas de dirigir y gobernar se complementan en la misión de desarrollar el socialismo. Las aportaciones en este campo son las más entendibles, aunque provengan de muchas personalidades y grupos de afiliación variada: pensamiento social crítico, la teología de la liberación, los heterogéneos movimientos sociales y políticos, los marxistas de diferentes corrientes y tendencias, así como los anarquistas, anarcosindicalistas, trotskistas y socialistas utópicos renacidos, como aves fénix, en esta crisis epocal, de civilización, ideologías y de culturas, también de la modernidad y hasta del marxismo, que ha devenido en una transición sui generis de la historia de la humanidad, en una recomposición y reestructuración del orden y las normas de toda índole, ante la avasallante fase de
Es lo que muchos han denominado de forma generalizada como el “Fast World” -también el “Fast Food” (comida rápida)-, una forma acelerada de adaptación a las evoluciones y cambios constantes, aunque obvian que existen sociedades y pueblos enteros, como los del África, Asia, Oceanía y de
En este momento transicional de la historia de la humanidad han reaparecido las viejas escuelas, tendencias y corrientes ideopolíticas mencionadas en el seno de la clase obrera, el movimiento obrero y el movimiento sindical-este prácticamente destruido por la aplicación de las recetas del capitalismo neoliberal-, así como en las nuevas y tradicionales agrupaciones políticas y sociales que han entremezclado todas estas diferentes elaboraciones de forma reciclada, y no se vislumbra un horizonte claro en los programas de lucha de cada una de ellas, hasta ahora muy fragmentados. A ello se suman las variantes de un marxismo ortodoxo, pro-estalinista y maoísta, entre otros. Y estas problemáticas no se solucionan al declarar y tomar una posición política, ideológica y filosófica, ni con solamente realizar una confesión de fe porque luego, cuando leemos con detenimiento los programas y los principios que rigen ese supuesto partidismo, de cualquier espectro ideopolítico, descubrimos una mezcla y yuxtaposición confusa y ambigua, dubitativa y muy poco asertiva, lejanas de convertirse en una síntesis creativa y original. Habrá que continuar el proceso de estudio y análisis, más la práctica como criterio de la verdad, y construir entre todos una alternativa teórica, conceptual y de la praxis que contenga lo mejor de todas las elaboraciones, de toda la herencia revolucionaria universal.
El marxismo y el leninismo, no aquel vulgarizante, escolástico, dogmático y reduccionista, tiene mucho que hacer todavía en la redimensión y resignificación de su teoría y en la práctica, sin ignorar a los clásicos, pero tampoco volver solamente a ellos para repetirlos literalmente, sino extraer de esos textos el espíritu dialéctico de su historicismo y sus enseñanzas, su creatividad sin límites y regularidades abiertas-aunque no indeterminadas y relativizadas al extremo-, y proceder a su re-elaboración en las nuevas condiciones. Desarrollar el marxismo y enriquecerlo no significa revisarlo en el sentido despectivo del término, sino ubicarlo en los nuevos tiempos y espacios del presente y el porvenir. No podrá existir una práctica alternativa, sin una teoría alternativa adecuada, o lo que es lo mismo, recordando el viejo pero vigente apotegma leninista de que, “Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”.
Porque, además, en este mundo que no solo tiene el peligro presente y latente de nuevas guerras “preventivas y humanitarias” en “los más de 60 rincones oscuros del mundo”, posibles holocaustos nucleares impulsados por los imperialismos y, principalmente, por la potencia hegemónica estadounidense, el Estado-Nación Popular y Socialista-este último en el caso cubano que analizamos-tiene un rol que desempeñar, aunque éste sea un “parto” de la modernidad capitalista, variando sus estructuras y funciones, pero nunca debilitándose y reduciéndolo, como plantean y hacen las fórmulas neoliberales, convirtiéndolos en simples aparatos policiales represivos, vigilantes de la paz de los sepulcros, desarticulando a la sociedad civil y protegiendo, en la mayoría de los casos, a los capitales transnacionalizados y, proclamando democracias tuteladas y supervisadas, bajo el manto de una “gobernabilidad democrática” y una “alternancia en el poder” de los partidos de derecha y de centro, e incluso de denominadas izquierdas que ya dejaron de serlo, porque han aprendido a gerenciar al capitalismo transnacional neoliberal con una eficacia tan válida como la de los conservadores.
Ese mundo del que escribimos también sufre de cambios en los patrones climatológicos evidentes, disminución de la capa de ozono, el calentamiento de
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