viernes, 12 de diciembre de 2008

Ayacucho: Un nuevo aniversario en tiempos de Bicentenario

Por Felipe de J. Pérez Cruz

En la mañana del 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, en las proximidades de la actual ciudad peruana de Ayacucho, las fuerzas independentistas comandadas por Antonio José de Sucre (1795-1830), infringieron una derrota decisiva a la Monarquía española, en nuestras tierras americanas. La superioridad en armas y hombres de las fuerzas realistas, no pudo vencer la audacia y el valor de los patriotas, y a partir de entonces, quedó definitivamente agotada la alternativa española de retomar el control colonial en los vastos territorios, que a fuerza de genocidio y engaños, lograron arrebatar a los pueblos originarios.

Este nuevo aniversario de la Batalla de Ayacucho es propicio para reflexionar a propósito de las conmemoraciones que están en curso en la inmediatez del Bicentenario que inicia en 1809-1810, el ciclo de luchas independentistas en Suramérica, Centroamérica y México.

El Bicentenario gubernamental

He seguido con atención los agasajos conmemorativos que planifican varios Estados latinoamericanos, de los que Chile fue pionero a partir del año 2000. Precisamente en julio de 2007, se realizó en ese país del Cono Sur, la X Conferencia Iberoamericana de Cultura, donde se firmó la Carta de Intención, por la que Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, México, Paraguay y Venezuela, se comprometieron a realizar actividades conjuntas en torno al Bicentenario. Los siete países coincidieron en el loable objetivo de involucrar a la ciudadanía a través de foros, concursos, exposiciones y sitios interactivos de internet. Sin embargo, estos programas más allá de las declaraciones y discursos, solo resultarán útiles en tanto asuman los intereses históricos de la región, rescaten las verdades incómodas a las élites dominantes, y propicien lecturas y acciones realmente desenajenadoras para el conjunto de nuestros pueblos. Hasta el momento buena parte de los programas de los Bicentenarios gubernamentales, parece que no se encamina por las sendas más progresivas.

El planteamiento del Bicentenario tal como predomina, es desde el punto de vista historiográfico bastante reduccionista. Solo se plantea hacer énfasis en las fechas de los estallidos insurreccionales de 1809-10 y sus años inmediatos. El contexto de los procesos emancipadores latinoamericanos de esta forma queda limitado y se desconoce la importancia de acontecimientos trascendentales que le antecedieron, que conforman el recorrido de rebeldías y luchas de nuestros antepasados. Las ausencias no son casuales. En ellas está precisamente el deslinde ideológico, la servidumbre y opresión sobre los pueblos originarios, la esclavitud de los negros cazados en África y el tema abolicionista, el aporte de quienes venidos de la opresión monárquica y pobreza peninsular, continúan en estas tierras sus anhelos de trabajo honrado, y fundan por la base de los destinos comunes, el mestizaje de amores compartidos y la laboriosidad, el encuentro de culturas, realmente fundacional, el que nos acerca y hermana con la entrañable España popular. Este “olvido” sustenta además el interés de vender la matriz liberal, y desconocer los movimientos que ya en la época de la independencia desbordan y superan las limitaciones de los pensadores burgueses de entonces.

La limitada cronología no solo excluye acontecimientos trascendentales como la rebelión de Tupac Amaru, en 1780-81, y la Revolución de Haití que dio por resultado en 1804 al surgimiento de la primera república independiente en América Latina, también los combates independentistas de los antillanos desde principios del Siglo XIX hasta nuestros días. En particular pretende evadir la atención a la presencia de los Estados Unidos en esta historia, a cómo después de alcanzar su independencia con el apoyo y esfuerzo de cubanos y suramericanos, los gobernantes estadounidenses, se erigieron en enemigos de la independencia de las Antillas españolas frente al Congreso de Panamá en 1826, y comenzaron su ya también bicentenaria labor de gendarmes expansionista a cargo del despojo a México y las invasiones contra Centroamérica y el Caribe. De esta forma se evade pronunciarse sobre el hecho inobjetable –reconocido en el Comité de descolonización de la ONU-, de que hemos arribado al Siglo XXI con Puerto Rico aún como colonia estadounidense, junto a otros 14 territorios insulares que aún ocupan potencias europeas. También desaparece en tal horizonte la referencia a la ocupación colonial británica de las Islas Malvinas, y a la justa demanda argentina sobre su soberanía.

Como aparece en los documentos y declaraciones, se manipula el tema del Bicentenario hacia el interior de cada país, con un enfoque en el que está ausente la visión latinoamericanista de signo bolivariano. Simón Bolívar (1783-1830) y los próceres que con el coinciden en el proyecto integracionista, están ausente en el panorama que construye la actual propaganda política del Bicentenario, que impulsan algunos gobiernos del área.

Está de más recordar que José Martí (1853-1895), el pensador independentista de mayor calado y universalidad después de la muerte de Bolívar, es intencionalmente desconocido. Su pensamiento superador del liberalismo, nacionalista revolucionario y antimperialista, resulta inconcebible en una plataforma como la que se nos intenta vender. Es que Martí explica y propone el eje más esencialmente, de toda conmemoración de los procesos de independencia realizados en el Siglo XIX: Se trata de que hasta hoy, no ha culminado la verdadera independencia de América Latina. Precisamente por compartir esta definición martiana, no asumimos el Bicentenario como proceso que se detuvo “en la historia”.

De la independencia a nuestros días, en cada país y a nivel continental, hay preguntas que reclaman definir qué es lo que queremos conmemorar, más allá de las efemérides y los fastos de oficio: ¿Por qué fracasó el Congreso de Panamá y con el proyecto integracionista bolivariano? ¿Por qué lo hizo también en Centroamérica el proyecto de Francisco Morazán (1792-1842)? ¿Cómo repensar hoy una América Latina unida, soberana y próspera?...

¿Cuál es la lectura que debemos hacer de las repúblicas oligárquicas de liberales y conservadores que sucedieron a la independencia? ¿Hasta cuándo se va a mentir sobre la llamada “Pacificación de la Araucania”, o la denominada “Campaña del Desierto”, para asumir de manera nítida la guerra de exterminio y robo de tierras a la nación mapuche? ¿Cuándo se va a enfrentar el tema del bloqueo y genocidio contra el Paraguay y el despojo de más de 142 mil km2 de su territorio, por la llamada Triple Alianza? ¿Y el también despojo a Bolivia de su salida al mar, con la pérdida de Antofagasta, y otros 158.000 km2 donde tanto los puertos como el guano, salitre y cobre, constituían inmensas riquezas que ambicionaban Gran Bretaña y sus socios de la región?...

¿Cuáles son los hilos que conducen a los procesos revolucionarios del siglo XX, a la Revolución Mexicana en 1910, a las revoluciones y levantamientos de la década del treinta, al Bogotazo de 1948, las revoluciones en Bolivia en 1952, en la Guatemala de 1953-54, y la Revolución Cubana a partir de 1959? ¿Cómo entender la Latinoamérica de hoy sin sus legados históricos, los que incluyen hasta la historia más inmediata? ¿Cómo asumir el Bicentenario sin la memoria y los interses de los pueblos originarios, de los afroamericanos, de los campesinos y obreros, de los sindicalistas, activistas sociales, guerrilleros y combatientes inmolados, de los maestros patriotas y los curas rebeldes?...

Suma a la intencionalidades descritas el hecho de que los señalados programas de los Bicentenarios gubernamentales, en la perspectiva “iberoamericana” tienden a repetir los compromisos de silencio que hicieron en 1992 del medio milenio –V Centenario- del descubrimiento de América, un acontecimiento de memoria escurridiza, mientras se consumían los mensajes –y los dólares- que la monarquía de la península Ibérica repartía generosamente, en el interés de vendernos un “encuentro de dos mundos y culturas”, que realmente fue un encontronazo de cruel guerra de conquista, esclavización y saqueo. A tal efecto ya pasea por América, el señor expresidente Felipe González, quien de representante del neoliberalismo, los monopolios y grupos financieros que realizan el actual saqueo de nuestra región, ha devenido en el Embajador “extraordinario y plenipotenciario” del Reino de España para la referida conmemoración. Interesa entonces, retomar la tradición de los primeros rebeldes de América, de quienes ante la ofensiva conservadora de 1992, declararon el 12 de octubre Día de la Resistencia Indígena, en sustitución de la celebración del colonialista Día de la Raza.

Preocupa también, junto al contenido y la forma en que están organizando el Bicentenario Latinoamericano desde la perspectiva de los Estados burgueses, la desatención de no pocos compañeros de izquierda, sus organizaciones, partidos y representantes en los espacios de gobierno que se han conquistado en lo local y nacional..

Por dónde vamos

No todo es aridez y espacio abierto a la manipulación oligárquica. De forma creciente el espectro del Bicentenario Latinoamericano se refuerza con las iniciativas que nacen desde los interesas nacional populares. A pesar de que las respuestas que se articulan, están sepultadas por el monstruoso flujo mediático, con que se nos disemina y pretende ignorar; podemos constatar como en prácticamente todos nuestros países, aparecen colectivos, instituciones y personalidades que investigan y difunden las raíces de la historia, ponen al alcance de la población las fuentes bibliográficas y documentales para la comprensión de los procesos independentistas, y realizan novedosas iniciativas y actividades culturales y artísticas, con el objetivo de recuperar la memoria histórica y el sentir de las y los latinoamericanos, sobre su devenir como sociedades solidarias, unidas por una cultura y destino compartido.

En Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, la oportunidad de hacer del Bicentenario un bastión de la batalla de ideas, frente al cerco y la agresión ideológico cultural de la oligarquía y el imperialismo, se perfila como una necesidad de la propio combate por la defensa de estos procesos emancipatorios.

Los bolivianos iniciaron sus actividades en 2003. El Encuentro Latinoamericano de pueblos indígenas, en tanto precursores de los movimientos revolucionarios de Independencia, en Chuquisaca; así como el Proyecto Bolivia Profunda, muestra la fuerza y diversidad del aporte de las culturas originarias; y constituyen iniciativas de importante calado.

Sin dudas los talleres y reuniones que realizamos para conmemorar el bicentenario de la Independencia de Haití en el 2004, contribuyeron a abrir la perspectiva hacia la región antillana, y colocaron en su justa dimensión, el tema de la primera revolución independentista, que por negra y abolicionista el pensamiento racista y oligárquico intenta separar del ciclo de las revoluciones independentistas del continente. La continuidad de este quehacer de rescate y lucha historiográfica, estuvo en el Congreso celebrado en agosto de 2006 en Coro, Venezuela, en ocasión del Bicentenario de la Expedición Revolucionaria de Francisco de Miranda. A su vez la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, tomó el tema del Bicentenario entre sus más importantes objetivos y ya ha realizado varios talleres y reuniones en diversos espacios del continente.

En diciembre del 2007, se realizó un encuentro de diferentes voces y miradas acerca de las revoluciones en la Venezuela y América Latina de principios del siglo XIX, auspiciado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, a través del recién creado Centro Nacional de la Historia. Este Centro prepara un diccionario biográfico de los participantes en los movimientos políticos, sociales y militares de la Independencia venezolana. Con el nombre de Memorias de la Insurgencia, este diccionario incluirá tanto a los grandes personajes que lideraron la insurgencia contra el Imperio español, como aquellos personajes que la historia tradicional ha invisibilizado, sectores sociales excluidos, mujeres, negros, pardos y originarios, entre otros. Se estima que se pongan en las manos de los venezolanos, para el primer trimestre de 2011, 50 mil ejemplares de este diccionario que incluirá a unos mil 500 personajes.

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) aprobó el pasado año, la creación del Grupo de Trabajo “El Bicentenario Latinoamericano: Dos Siglos de Revoluciones a la Luz del Presente”, con el propósito de problematizar en torno al nudo temático de las revoluciones, esta historia que llega hasta nuestros días. En mayo pasado en La Habana, la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, constituyó la Cátedra del Bicentenario Latinoamericano, con el coauspicio del Grupo de Trabajo de CLACSO, el Instituto de Historia, el Instituto Superior de Relaciones Internacionales y la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana. También en Cuba instituciones como la Casa de las Américas, Sociedad Económica de Amigos del País, Cátedra del Caribe de la Universidad de La Habana, Universidad de Pinar del Río, entre otras, unen sus esfuerzos de pensamiento y promoción histórica alrededor del tema de las independencias americanas.

En septiembre de este año, el eco del Bicentenario estuvo en el Foro Social de las Américas, realizado en Ciudad Guatemala. En los días finales de noviembre, en el Paraguay, nos reunimos en el Grupo de Trabajo de CLACSO, y tras una fructífero intercambio que privilegió el conocimiento, recibimos la buena nueva de la cancillería y la universidad paraguaya, sobre los trabajos de una Comisión Nacional del Bicentenario que se encamina a rescatar los legados de heroísmo de ese hermano pueblo.

El miércoles 3 de diciembre se debatió el Bicentenario en Buenos Aires, en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, y el viernes de esa semana el acontecimiento salió de la capital federal y ocupó la reunión de los pobladores que levantan la justicia de la ocupación de tierras y las luchas por viviendas y condiciones de vida decorosas, en Lomas de Zamora. En medio de una contradictoria realidad política, la Casa del Bicentenario y otras iniciativas que realiza la Comisión estatal argentina, nos confirma la perspectiva de lucha de las fuerzas y organizaciones progresistas y revolucionarias, por hacer avanzar la agenda nacional popular, en los ámbitos gubernamentales.

El lunes 1 de diciembre la Cátedra Abierta de Estudios Americanistas de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, y la Cátedra Bicentenario de Latinoamericano de La Habana, decidieron sumar sus fuerzas y convocar a las universidades, institutos y organizaciones y partidos comprometidos con las luchas antimperialistas y populares a una relectura compartida, que privilegie la investigación científica, insertada en las urgencias de respuestas educativas y en las acciones de construcción y compromiso revolucionario, que protagonizan los sujetos del movimiento emancipador de nuestros días.

En Venezuela, la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe, promovió el foro “Bolívar una tribuna para la integración latinoamericana”, y con la cooperación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el capítulo local de la Asociación y otras instituciones nacionales cubanas, recién inician un taller internacional sobre tan importantes acontecimientos en la Ciudad de La Habana.

En Colombia –en la Bogotá que gobierna el Polo Patriótico y en otras ciudades y municipios que hacen frente al régimen de “seguridad democrática” y Plan Colombia- , Chile, Uruguay, República Dominicana, Guatemala, Costa Rica y México, las actividades por un bicentenario de los pueblos comienzan a crecer.

Desde Ayacucho

El patriota puertorriqueño Eugenio María de Hostos (1839-1903) afirmaba: "Ayacucho es, pues, más que una gloria de estos pueblos, más que un servicio hecho al progreso, más que un hecho resultante de otros hechos, más que un derecho conquistado, más que una promesa hecha a la historia y a los contemporáneos de que los vencedores en el campo de batalla eran la civilización contra el quietismo, la justicia contra la fuerza, la libertad contra la tiranía, la república contra la monarquía; Ayacucho es un compromiso contraído por toda la América que dejó de ser española en aquel día". Hoy esta sabia dialéctica de Hostos nos confirma, que la conmemoración del Bicentenario de las luchas emancipadoras en nuestra región, es sin dudas una oportunidad para unirnos y trabajar a favor de resultados concretos. Este es, pues, un hacer desde el compromiso político e ideológico con la causa latinoamericanista, bolivariana, martiana, mariateguista, guevarista y fidelista.

La lectura de los acontecimientos históricos –afirma el paraguayo Víctor Jacinto Flecha-, aún cuando los eventos sean los mismos, cambia de acuerdo a las interrogantes que hace el presente. Es decir, que si bien el presente es producto o resultado de un proceso proveniente del pasado, el presente de alguna forma construye el pasado desde sus necesidades de respuestas para continuar siendo en el futuro. Bien puede ser esta la ocasión propicia para recontextualizar el tema de los procesos independentistas americanos, y ratificar que América Latina es hoy nuevamente, un laboratorio de las emancipaciones modernas.

En Ayacucho pelearon y vencieron patriotas de toda Sudamérica. No faltaron los antillanos, los cubanos. Esta es una lección que una y otra vez, ratifica para el presente el Bicentenario Latinoamericano. Se incorpora a la prospectiva de la hora actual: Suma certezas a los esfuerzos mayores y definitivos que se realizan, a favor de la cohesión y la integración latinoamericana, frente a nuestro enemigo común, el imperialismo de los Estados Unidos de América, la Europa capitalista, las oligarquías transnacionalizadas y sus lacayos nacionales.

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