Con el peor de los sentimientos, que es el de una fatal impotencia, llegó a mí la triste noticia: un nuevo golpe sumía a la cultura cubana en el dolor de la pérdida: a sólo pocos días de la partida de Rufo Caballero, Mercedes Santos Moray, escritora y martiana, ocupaba en el Parnaso cultural cubano el lugar que por derecho propio le pertenecía, dejándonos, como dijera ayer al difundir la noticia de su muerte: “un poco más solos, un poco más tristes, un poco más pobres...”
Gracias a la gentil colaboración de la Dra. Araceli García-Carranza, estamos publicando un texto que en honor a Santos Moray redactara otro gran amigo, Jesús Dueñas Becerra, para la Revista de la BNJM.
Doctora Mercedes Santos Moray: pérdida irreparable para la Cultura CubanaY a Mercedes la despedimos con versos del memorable poema de Pablo Neruda a Tina Modotti, que ella nos diera a conocer:
“hermana, no duermas, no, no duermas // tal vez tu corazón oye crecer la rosa // de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa. // Descansa dulcemente, hermana. // La nueva rosa es tuya, la nueva tierra es tuya”
Por Jesús Dueñas Becerra*
Escribir es el bastón de mi vida […], vivo para escribir
Mercedes Santos Moray
Mercedes Santos Moray
En enero de 2011, Tanatos (la muerte en el lenguaje psicoanalítico ortodoxo), privó a la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí y a la cultura nacional de una de sus más emblemáticas figuras: la poetisa, escritora, historiadora y periodista, Mercedes Santos Moray (1944-2011), entrañable compañera y amiga del equipo de redacción y de los asiduos colaboradores de nuestra revista.
Hace algunos años, conocí a la también columnista de CubaLiteraria por mediación de la doctora Araceli García-Carranza Bassetti, quien tuvo la gentileza de presentarnos, ya que ambos colaborábamos sistemáticamente con dicha enciclopedia de la cultura cubana e iberoamericana.
Desde ese preciso momento, se estableció entre nosotros una corriente espiritual, que solo su abrupto fallecimiento pudo interrumpir…, como único puede hacerlo el huracán, que —al decir martiano— empuja, arrebata, sacude.
Hacía unos días, la había llamado por teléfono para felicitarla por el nuevo año; y entre otras cosas, me contó que estaba muy deprimida como consecuencia del accidente sufrido meses atrás, y que le había dejado como secuela graves dificultades para la locomoción.
Como profesional de la salud mental que fui hasta hace apenas un lustro, traté de infundirle fe y esperanza y utilicé para ello los recursos psicoterapéuticos que todavía quedan archivados en el «baúl de los recuerdos».
Para sustituir esas frases interiores negativas que invadían su mente y su alma, le hablé de la crónica que le había dedicado al poeta, escritor, periodista e investigador del folklore rural caribeño, Samuel Feijóo, [1] y le comenté que en ese material periodístico había citado la descripción magistral que ella hiciera de la multifacética personalidad del ex director de las revistas Islas y Signos, y que con el título de «Evocación del Zarapico» [2] publicara en la Revista de la Biblioteca Nacional…
Al final, nos despedimos…, sin imaginar siquiera que sería la última vez que escucharía su cálida voz, que al menos para mí tenía la suavidad de la seda y el sabor de la miel.
En el 2006, la ilustre narradora, crítica y ensayista me invitó especialmente a la presentación de su poemario Sin esperanza y sin miedo [3] prologado y presentado en los jardines de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), por el poeta y crítico Luis Marré, Premio Nacional de Literatura. Esa desgarradora, pero tierna obra lírica, escapada del alma de la autora, y dedicada a la memoria de su señora madre, Doña Rosa María Moray por los treinta y tres meses de agonía que padeciera, lo reseñé para la sección Incitaciones del portal de CubaLiteraria, [4] órgano de prensa para el que también escribimos con regularidad.
Ese mismo año, en el contexto del XX Festival Internacional de Ballet de La Habana, se presentó mi libro La danza vista por un crítico teatral (La Habana: Ediciones Vivarium, 2006), que ella tuvo la inconmensurable amabilidad de reseñar para la página Web de la emisora nacional CMBF-Radio Musical Nacional. [5] De esa reseña, fruto de su fino olfato crítico y exquisita sensibilidad estético-artística, hubo una frase que quedó registrada en mi memoria poética, así como en el componente espiritual de mi inconsciente freudiano: «la crónica es su medio de expresión por excelencia.» [6]
Nuestra relación profesional, afectiva y espiritual continuó fortaleciéndose, y nos encontrábamos muy a menudo en las presentaciones de la publicación insignia de la BNJM. A propósito, en la edición de lujo que se le dedicara al centenario del doctor Raúl Roa García, Canciller de la Dignidad, la entonces editora del boletín electrónico Librínsula, me sugirió entrevistarla [7] para publicar ese diálogo —único e irrepetible— en las páginas digitales de dicho órgano de prensa, con el que también colaboramos frecuentemente.
Después del lamentable accidente que la dejara muy limitada para desplazarse, solo nos vimos un par de veces más, y entonces optamos por comunicarnos por correo electrónico o por teléfono cuando deseaba escuchar su voz o ella la mía.
La doctora en Ciencias Históricas, Mercedes Santos Moray, ejerció el periodismo durante varias décadas en el semanario Trabajadores, así como en otros medios nacionales de prensa; era miembro activo de la Sección de Crítica e Investigación de la Asociación de Medios Audiovisuales y Radio de la UNEAC; ostentaba la Distinción por la Cultura Nacional; y recibió en vida los premios Razón de Ser, la Rosa Blanca, el Premio Memoria, el Chamán, así como el Premio Abril.
Era la autora de los libros Martí, amigo y compañero (La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1983); Nadie está hecho de su propia compañía (La Habana: Extramuros, 1985); Martí a la luz del sol (México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1996 – La Habana, Editora Política, 1998); Como el zunzún era su corazón (La Habana: Editorial Gente Nueva, 1999).
El rosario mágico de la Nova (La Habana: Editorial Memoria, 2000); El Monte de Venus (La Habana, Editorial Extramuros, 2001); El pez volador (La Habana: Editora de la Mujer, 2001); Donde habita el olvido (La Habana, Ediciones Unicornio, 2004); Aqueos y troyanos (Camagüey, Editorial Ácana, 2004); y Sin esperanza y sin miedo (La Habana: Ediciones Unión, 2006).
Me despido, por ahora, de mi querida colega y amiga con una frase antológica del escritor europeo Bernard LeBovier Fontanelle: «la sencillez y la humildad devienen el complemento indispensable de la sabiduría». [8] No creo que, en el idioma cervantino, haya una frase que refleje mejor la esencia íntima de la carismática personalidad de Mercedes Santos Moray, cuya alma se fundiera en amantísimo abrazo con el Espíritu Universal, leitmotiv en la obra poético-literaria y periodística del Apóstol, referente ético ineludible en su infatigable quehacer intelectual, y al mismo tiempo, se encontrara —después de 17 años de espera— con su idolatrada progenitora.
Notas
- Dueñas Becerra, Jesús. Samuel Feijóo: el eterno caminante. www.uneac.org.cu (Columna de Autor).
- Santos Moray, Mercedes. Evocación del Zarapico. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (La Habana). 98 (3-4); julio-diciembre., 2007: pp. 194-195.
- -----. Sin esperanza y sin miedo. La Habana: Ediciones Unión, 2006. 51 pp. (Colección Sur).
- Dueñas Becerra, Jesús. Sin esperanza y sin miedo. www.cubaliteraria.cu (Incitaciones).
- Santos Moray, Mercedes. La danza y el periodismo en el lenguaje de la crónica. www.cmbfjazz.cu (Literatura).
- Ídem.
- Dueñas Becerra, Jesús. El espíritu de Roa en la Biblioteca Nacional José Martí. Librínsula. 4 (199); 26 de octubre de 2007. www.librinsula.bnjm.cu (Entrevista a la doctora Mercedes Santos Moray).
- LeBovier Fontanelle, Bernard. Citado por Osviel Castro Medel, en Esos ríos profundos. Juventud Rebelde. 11 de octubre de 2009: p. 3 (Opinión).
*Crítico y periodista
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