sábado, 21 de febrero de 2015

Sobre hombros de gigantes

PorAlí Ramón Rojas Olaya*

Ahora resulta que los yanakonas seguidores de López siguen deshonrando la estatua de Martí en Chacaito montados en la cabeza del gigante caribeño creador de La edad de oro, hecho que repudiamos enérgicamente porque quienes lo hacen tienen objetivos radicalmente opuestos a los principios martianos. La figura de Martí, al igual que nuestro escudo bolivariano irrespetado por el caricaturista neogranadino Vladdo, merece todo el respeto del mundo.

Al ejército martiano de batas blancas
que cura al pueblo bolivariano barrio adentro

Cuando los visionarios se empinan en hombros de gigantes vislumbran con mayor claridad sus propósitos, así acercan las utopías. En el ensayo A hombros de gigantes publicado en 1985 Robert K. Merton, sociólogo estadounidense, sistematiza a todos los autores europeos a quienes se les adjudica la frase: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado en hombros de gigantes”. Acá modelan por la pasarela de la historia el filósofo bretón neoplatónico Bernardo de Chartres (1130), el teólogo navarro Diego de Estella (1578), el profesor inglés Robert Burton (1621), el poeta inglés John Donne (1625), el clérigo inglés George Hakewill (1627), el filósofo francés Marin Mersenne (1634) y el científico inglés Isaac Newton (1675).

Lo que nunca pensaron estos escritores es que el 11 de marzo de 1949 el marine estadounidense Richard Choinsgy iba a darle una errada lectura a la frase en cuestión, cuando, junto a otros congéneres que paseaban etílica y procazmente por La Habana, trepó la estatua de José Martí, esculpida por José Vilalta Saavedra y develada el 24 de febrero de 1905 en Parque Central, hasta sentarse sobre la cabeza del Apóstol cubano y desde allí orinarla. Al día siguiente el pueblo y dirigentes de la Federación de Estudiantes Universitarios entre estos Fidel Castro se concentraron en la Plaza de Armas frente a la embajada norteamericana para protestar por la afrenta y exigir que los culpables fueran juzgados por los tribunales cubanos. Lamentablemente los policías del presidente Carlos Prío Socarrás arremetieron contra los manifestantes y protegieron las vidas de los marines. Al final un consejo de guerra condenó sólo a Choinsgy a 15 días de prisión en las celdas de un barco estadounidense. El cuerpo de Marines de los Estados Unidos invade Nuestra América desde su creación, el 10 de noviembre de 1775, ocho meses antes de la separación de Inglaterra el 4 de julio de 1776.

El 18 de febrero de 2014 Leopoldo López profanó la estatua del poeta y maestro cubano ubicada en Chacaito antes de entregarse a la justicia y salvarse de un asesinato planeado en sus mismas filas. Ahora resulta que los yanakonas seguidores de López siguen deshonrando la estatua de Martí en Chacaito montados en la cabeza del gigante caribeño creador de La edad de oro, hecho que repudiamos enérgicamente porque quienes lo hacen tienen objetivos radicalmente opuestos a los principios martianos. La figura de Martí, al igual que nuestro escudo bolivariano irrespetado por el caricaturista neogranadino Vladdo, merece todo el respeto del mundo. Un verdadero viajero bolivariano al ver la estatua de Martí “sin sacudirse el polvo del camino, sin preguntar dónde se come ni donde se duerme, al ver la estatua de Martí debe llorar ante ese gigante que se mueve como un padre cuando se le acerca a un hijo”.

Estos dos retoños del imperialismo, Choinsgy por nacimiento y López por nacionalización, erraron al montarse sobre los hombros del gigante cubano. La estatua fue mal escogida. Debieron montarse en la de Domingo Faustino Sarmiento, sirviente de la explotación ejercida por el gigante de siete leguas. Martí luchó por liberar su amada Nubia en hombros de los gigantes Bolívar, Rodríguez, Miranda y Sucre. Estos Libertadores logran ver a América liberada porque se montan en los hombros de José Leonardo Chirino, Manuelote, Tupak Katari, Mackandal, Fedon, Anacaona, Guaicaipuro, Cayaurima, Chacao, Macaracuay, Caricuao, Caurimare. Fidel ve Cuba liberada porque se monta en hombros de Martí. Chávez ve la Revolución Bolivariana porque se monta en los hombros de Bolívar. Fidel y Chávez logran ver el Alba de Nuestra América porque se montan en los hombros de Bolívar y Martí. Nunca más un marine o un yanakona profanará a Martí ni a ningún emancipador bolivariano. Si no alcanzan a ver sus innobles propósitos, y Sarmiento no les satisface, móntense sobre las sandalias de George Washington y una vez allí aprovechen de lamerlas hasta que queden bien lustradas.

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*Escritor y profesor universitario venezolano. Doctor en Ciencias de la Educación y Licenciado en Educación Matemática de la UCV. Coordinador Nacional del Programa Nacional de Formación de Educadores de la UBV y Miembro del Grupo de Investigación y Difusión en Educación Matemática (Gidem).
**Yanacona (probablemente del quechua "yanakuna", "negros") fue un término empleado como equivalente a "auxiliar" o "ayudante", y especialmente usado para denominar a los porteadores de los ejércitos del Tawantinsuyu o "Imperio Inca". Los españoles, durante la Conquista del Perú, comenzaron a usar la denominación para referirse a los pueblos indígenas que tenían de servidumbre, ya fuera en sus encomiendas o integrados a las formaciones militares como "indios auxiliares". La palabra fue también usada durante la conquista de otras áreas de Sudamérica. La utilización despectiva del vocablo es de origen mapuche, quienes denominaban Yanaconas en su acepción de "servil" y "cobarde" a los Incas y otros indígenas de etnias quechuas que servían como soldada del conquistador español. (Wikipedia)

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