Por Alejandro Ulloa
El
periodismo en Cuba vive hoy tiempos de cambio. Sin embargo, el
ejercicio periodístico de los medios no lograr satisfacer las
necesidades informativas de una sociedad en transformación que, a su
vez, demanda mayor cantidad y calidad de los contenidos en la prensa.
Uno
de los más grandes vacíos que afecta al periodismo nacional es la falta
de análisis en la “crítica” ejercida por los diferentes medios, sobre
todo, en la televisión.
Nuestro
Apóstol decía con respecto a la prensa: “No es el oficio de la prensa
periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen o
sincerarlos con mayor suma de afectos o adhesión.
Toca a la prensa
encaminar, explicar, enseñar, guiar, trabajar. Tiene la prensa periódica
altísimas misiones: es la una explicar en la paz y en la lucha
fortalecer y aconsejar: es la otra hacer estudio de las graves
necesidades del país, fundar sus mejoras y facilitar la obra de la
administración que rige”.
En
nuestra búsqueda de opiniones al respecto, el periodista y profesor
Raúl Garcés Corra, además presentador de la Mesa Redonda de Telesur,
conversó con En Vivo.
- ¿Qué es la crítica en un medio de prensa?
-
Lo primero es decirte que yo no soy un “crítico”, soy profesor de la
Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana; pero creo que
criticar lleva un especial análisis, porque una cosa es criticar desde
el sentido común, o desde la condición de ciudadano, y otra cosa es
valerse de un sistema de categorías, de herramientas conceptuales que
permitan desmontar un hecho, ya sea artístico, social, político, etc., e
interpretarlo sobre esa base.
Ejercer
la crítica es darle herramientas a los receptores para que descubran
con ellas una arquitectura, un andamiaje que les permita ir ejerciendo
la crítica progresivamente y convertirse en receptores críticos,
activos, que renuncien a una visión pasiva de la realidad. Lo otro es
propaganda. Uno puede decir que algo es malo, no sirve para nada, es
funesto, pero eso es atribuirle adjetivos a la situación, no significa
ejercer la crítica.
- ¿Podemos hablar entonces de que la crítica es una interpretación de la realidad?
-
Sí. Creo que la crítica es una interpretación serena. El crítico no
puede ser una persona que le haga muchas concesiones a la emoción, o a
un determinado estado de ánimo que prejuicie sus criterios. Una
condición esencial es la serenidad, la objetividad… y sabemos que la
objetividad no existe, pero por lo menos hay que proponerse el contraste
de diferentes visiones, diferentes fuentes en torno al hecho.
Y
tiene que ver con el arte de ver las cosas desde la inteligencia, desde
una apropiación cultural y de sentidos compartidos con los receptores
que les permitan construir, incluso, si es posible colectivamente una
visión sobre un hecho determinado.
Rufo
Caballero tiene un artículo en El Caimán Barbudo el cual siempre cito,
dice que "la crítica tiene tres niveles: un primer nivel referativo,
donde uno tiende a encuadrar el hecho que va a criticar; un segundo
interpretativo, donde el crítico se vale de determinadas herramientas y
conceptos que le permitan desmontar el hecho criticado o criticable; y
un tercer nivel de evaluación. Y en el mismo artículo, Rufo plantea que
nuestra crítica adolece mucho de ir de un nivel referativo a uno
evaluativo, sin pasar por el interpretativo, y entonces deja al público
desprovisto de ese sistema de categorías que le permita entender, a
partir de la mirada compartida con el crítico, esa realidad.
-
En un artículo publicado en el sitio digital CubAhora, llamado “La
prensa cubana, en la encrucijada”, usted valoraba: “Probablemente nunca
como ahora se impone la discusión en torno a qué tipo de prensa debiera
acompañar ese proceso y cómo generar una comunicación a la altura y la
complejidad de esta época. Si no entendemos la necesidad de ajustar las
competencias, prácticas y modos de gestión de nuestra prensa a las
demandas del cambio cultural actual, corremos el riesgo de perder
credibilidad frente a las audiencias y retrasar no solo el desarrollo
profesional del campo periodístico, sino el de toda la sociedad”. ¿Cómo
ve el contexto del periodismo cubano actual?
-
El modelo de la prensa cubana está en crisis, y entiendo esta del modo
chino citado por ahí: como una amenaza y una oportunidad. Una crisis que
lleva a una necesidad de cambio constituye una oportunidad, porque este
país tiene los recursos humanos y la capacitación suficientes para dar
un salto cualitativo en el periodismo.
La
actualización del modelo económico tiene que ir acompañada, y de hecho
está siendo acompañada, por otras actualizaciones que tienen que ver con
los cambios en la sociedad. Si no seríamos profundamente antimarxistas.
Esos
cambios económicos –que pueden ser el centro de las transformaciones-
generan nuevas subjetividades –porque los hombres piensan como viven– y
el dueño de una paladar no piensa necesariamente como el conductor de
una Mesa Redonda de Telesur: hay diferentes formas de apropiación de la
realidad. Y esas nuevas subjetividades también van a requerir,
necesariamente, una prensa diferente, que asuma la responsabilidad de
socializar, ser vehículo de expresión de esas subjetividades.
La
prensa debe darle más voces a la gente, no necesariamente a las fuentes
conocidas por todos, sino a la gente de la calle, al cuentapropista, al
tipo que le hace al cuentapropista el cartelito sin ningún criterio de
diseño y afea la ciudad. O lo hace o va a perder más credibilidad.
Aunque la gente sabe que nuestra prensa no miente, y sí se queda trunca
en su propósito de decir todas las verdades –la verdad es una
conjugación de muchas verdades. Creo que la prensa debe tener un papel
más protagónico en la construcción de esa verdad nacional.
- En la televisión, ¿cómo ve la crítica social?
-
Peor que en ningún otro medio. No solo por la importancia de la imagen
para comunicar, sino porque un error en televisión es un error para
todos los tiempos, lo ve todo el mundo, lo critica, demoniza y pide
cuentas.
- ¿Por qué cree que sea así?
-
Deviene un fenómeno global, no solo de Cuba. El medio más censurado en
los Estados Unidos es la televisión. No creas que las cosas dichas en la
National Public Radio (organización mediática independiente y pública
sin fines de lucro de EE.UU.) que tiene un montón de televisoras
comunitarias, o el sitio Demoracy Now, de Amy Goodman, es lo planteado
en NBC, o en CBS, o en CNN, profundamente sometidas a determinados
esquemas editoriales en amplias relaciones con intereses políticos,
económicos y de otros tipos.
Pero
nosotros tenemos la responsabilidad de hacer una prensa liberadora. El
hecho que la televisión norteamericana sea censuradora no es argumento
para que la nuestra lo sea. La televisión tiene que parecerse, igual que
los demás medios, a la vida, a la creciente diversidad de este país.
Yo
me pregunto lo mismo que todo el mundo: ¿por qué el único espacio de
opinión que tiene la televisión es la Mesa Redonda? La Mesa Redonda
tiene un encuadre bien definido a la hora de hacer periodismo de
opinión, algunos lo critican más, otros menos, unos temas se tratan
mejor, otros no tan bien… bueno, ¿y por qué no hay otro espacio de
opinión?, ¿alguien lo prohíbe?
Depende
también de romper determinadas inercias en las cuales deben
involucrarse los directores, realizadores, cuadros de dirección. Todo
eso implica asumir riesgos, pero asumirlos es una tarea de los
directores, del cuadro de dirección, que no están para ser poleas
transmisoras de lo dicho por otros, están para arriesgarse en pos de
conducir procesos comunicativos que respondan a procesos históricos.
- Para ese cambio, ¿sería necesario reconfigurar las rutinas productivas de los medios?
-
Se dice fácil. Generar una nueva rutina productiva no implica meterle a
toda la gente de la TV el bichito de la nueva rutina productiva y
convertirlos genéticamente en personas preparadas. Porque quienes
trabajan en la TV son las consecuencias de la sociedad donde viven,
pertenecen al sistema de relaciones sociales en las cuales la TV está
inserta.
-
¿Cómo pudiera hacerse ese cambio que redunde en mejores contenidos, en
un ejercicio realmente crítico, interpretativo de la realidad cubana?
-
Bueno, no soy Nostradamus. Pero depende de muchas cosas: de la
capacitación de los recursos humanos, del nivel de libertad y autonomía
que tengan los cuadros para llevar adelante los proyectos, que tengan
creatividad y estén preparados culturalmente para llevar adelante ese
cambio y no fracasar, que sean capaces de generar colectivos de trabajo
con capacidad creativa, con voluntad para tener en cuenta ese cambio.
Depende
de que las audiencias se comprometan mucho más con la gestación de esa
programación televisiva y se tenga en cuenta cada vez más el criterio de
la opinión pública, no cuantitativamente sino desde las causas, lo
cualitativo. También diseñar programas informativos conectados cada vez
más con los intereses de las audiencias.
La
TV tiene que buscar mecanismos empresariales que le permitan generar
grupos creativos. La vanguardia informativa debe formar parte de grupos
creativos. A esa gente, en el contexto actual, donde no se le puede
pagar salarios millonarios a nadie, su trabajo creador debe serle
remunerado de una manera justa.
Y
hay que tratar de ir construyendo generaciones de guionistas,
realizadores, periodistas que generacionalmente sean capaces de producir
un cambio. Si tú tienes una prensa brillante en un contexto donde no
puede hacer nada, llega a la conclusión de que tiene que dedicarse a
otra cosa y no a poner su talento en función de un cauce institucional.
Las
instituciones culturales como el ICRT necesitan buscar los modos
productivos, creativos de facilitarle a los creadores que se dediquen a
crear y encuentren en esos modos la manera de realizar sus proyectos
personales y profesionales y puedan seguir cambiando las cosas.
Publicado originalmente en En Vivo
Y replicado en La Esquina de Lilith y Cuba Periodistas
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