Cuba coraje
compartiendo contigo noticias de Cuba y el mundo
lunes, 28 de marzo de 2016
Fidel: El hermano Obama
Los reyes de España nos trajeron a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en los hatos circulares de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas de los ríos, una forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se pueden divisar desde el aire en muchos lugares del país.
El turismo hoy, en gran parte, consiste en mostrar las delicias de los paisajes y saborear las exquisiteces alimentarias de nuestros mares, y siempre que se comparta con el capital privado de las grandes corporaciones extranjeras, cuyas ganancias si no alcanzan los miles de millones de dólares per cápita no son dignas de atención alguna.
Ya que me vi obligado a mencionar el tema, debo añadir, principalmente para los jóvenes, que pocas personas se percatan de la importancia de tal condición en este momento singular de la historia humana. No diré que el tiempo se ha perdido, pero no vacilo en afirmar que no estamos suficientemente informados, ni ustedes ni nosotros, de los conocimientos y las conciencias que debiéramos tener para enfrentar las realidades que nos desafían. Lo primero a tomar en cuenta es que nuestras vidas son una fracción histórica de segundo, que hay que compartir además con las necesidades vitales de todo ser humano. Una de las características de este es la tendencia a la sobrevaloración de su papel, lo cual contrasta por otro lado con el número extraordinario de personas que encarnan los sueños más elevados.
Nadie, sin embargo, es bueno o es malo por sí mismo. Ninguno de nosotros está diseñado para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo “para mí es hora”, y cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego. No quería regresar a Estados Unidos y no había quién lo hiciera regresar. Alguien arrancó algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con esa pérfida culpa, que fue sin duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se conocen diferencias entre los Jefes, pero jamás indisciplinas. “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”, declaró el glorioso líder negro Antonio Maceo. Se reconoce igualmente en Máximo Gómez, el jefe militar más disciplinado y discreto de nuestra historia.
Mirándolo desde otro ángulo, cómo no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne cuando, desde la distante embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al divisar otra bandera junto a la de la estrella solitaria, declaró: “Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria…”, para añadir de inmediato una de las más bellas frases que escuché nunca: “Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!…”. Tampoco olvidaré las encendidas palabras de Camilo Cienfuegos aquella noche, cuando a varias decenas de metros bazucas y ametralladoras de origen norteamericano, en manos contrarrevolucionarias, apuntaban hacia la terraza donde estábamos parados. Obama había nacido en agosto de 1961, como él mismo explicó. Más de medio siglo transcurriría desde aquel momento.
Veamos sin embargo cómo piensa hoy nuestro ilustre visitante:
“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la mano de amistad al pueblo cubano”.
De inmediato un diluvio de conceptos, enteramente novedosos para la mayoría de nosotros:
“Ambos vivimos en un nuevo mundo colonizado por europeos”. Prosiguió el Presidente norteamericano. “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituida por esclavos traídos de África; al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencias en esclavos y esclavistas”.
Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de contratar esbirros para que los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros de recreación fue barrida por la Revolución Cubana. Esta pasaría a la historia por la batalla que libró en Angola contra el apartheid, poniendo fin a la presencia de armas nucleares en un continente de más de mil millones de habitantes. No era ese el objetivo de nuestra solidaridad, sino ayudar a los pueblos de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y otros del dominio colonial fascista de Portugal.
En 1961, apenas dos años y tres meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza mercenaria con cañones e infantería blindada, equipada con aviones, fue entrenada y acompañada por buques de guerra y portaviones de Estados Unidos, atacando por sorpresa a nuestro país. Nada podrá justificar aquel alevoso ataque que costó a nuestro país cientos de bajas entre muertos y heridos. De la brigada de asalto proyanki, en ninguna parte consta que se hubiese podido evacuar un solo mercenario. Aviones yankis de combate fueron presentados ante Naciones Unidas como equipos cubanos sublevados.
Es de sobra conocida la experiencia militar y el poderío de ese país. En África creyeron igualmente que la Cuba revolucionaria sería puesta fácilmente fuera de combate. El ataque por el Sur de Angola por parte de las brigadas motorizadas de Sudáfrica racista los lleva hasta las proximidades de Luanda, la capital de este país. Ahí se inicia una lucha que se prolongó no menos de 15 años. No hablaría siquiera de esto, a menos que tuviera el deber elemental de responder al discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
No intentaré tampoco dar detalles, solo enfatizar que allí se escribió una página honrosa de la lucha por la liberación del ser humano. De cierta forma yo deseaba que la conducta de Obama fuese correcta. Su origen humilde y su inteligencia natural eran evidentes. Mandela estaba preso de por vida y se había convertido en un gigante de la lucha por la dignidad humana. Un día llegó a mis manos una copia del libro en que se narra parte de la vida de Mandela y ¡oh, sorpresa!: estaba prologado por Barack Obama. Lo ojeé rápidamente. Era increíble el tamaño de la minúscula letra de Mandela precisando datos. Vale la pena haber conocido hombres como aquel.
Sobre el episodio de Sudáfrica debo señalar otra experiencia. Yo estaba realmente interesado en conocer más detalles sobre la forma en que los sudafricanos habían adquirido las armas nucleares. Solo tenía la información muy precisa de que no pasaban de 10 o 12 bombas. Una fuente segura sería el profesor e investigador Piero Gleijeses, quien había redactado el texto de “Misiones en conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976”; un trabajo excelente. Yo sabía que él era la fuente más segura de lo ocurrido y así se lo comuniqué; me respondió que él no había hablado más del asunto, porque en el texto había respondido a las preguntas del compañero Jorge Risquet, quien había sido embajador o colaborador cubano en Angola, muy amigo suyo. Localicé a Risquet; ya en otras importantes ocupaciones estaba terminando un curso del que le faltaban varias semanas. Esa tarea coincidió con un viaje bastante reciente de Piero a nuestro país; le había advertido a este que Risquet tenía ya algunos años y su salud no era óptima. A los pocos días ocurrió lo que yo temía. Risquet empeoró y falleció. Cuando Piero llegó no había nada que hacer excepto promesas, pero ya yo había logrado información sobre lo que se relacionaba con esa arma y la ayuda que Sudáfrica racista había recibido de Reagan e Israel.
No sé qué tendrá que decir ahora Obama sobre esta historia. Ignoro qué sabía o no, aunque es muy dudoso que no supiera absolutamente nada. Mi modesta sugerencia es que reflexione y no trate ahora de elaborar teorías sobre la política cubana.
Hay una cuestión importante:
Obama pronunció un discurso en el que utiliza las palabras más almibaradas para expresar: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos”.
Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?
Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.
Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta.
Fidel Castro Ruz
Marzo 27 de
10 y 25 p.m.
jueves, 24 de marzo de 2016
Ya vienen llegando
Por Harold Cárdenas
Lo
más cercano a estos años en Cuba son los inicios de los sesenta, cuando
los cambios ocurrían más rápido que nuestra capacidad de asimilarlos. Y
tenemos una segunda invasión yanqui, solo que con Google y Paypal en la
delantera.
El país se mueve con rapidez hacia un lugar incierto. Lo seguimos con movimiento zombie solo por la certeza de que éste tampoco es nuestro lugar, no es el país que queremos. Las preocupaciones comienzan cuando los adversarios de siempre soplan nuestras velas, nos dan impulso. Y no queda más remedio que emprender la travesía porque no hay puerto seguro a dónde regresar.
El día que llegó Obama a Cuba, el panadero me despertó cantando una canción antes proscrita de la radio, no de las casas cubanas. La visita del presidente estadounidense, Barack Obama, comenzaba con Willy Chirino de banda sonora y un sol tremendo.
En cuestión de horas se nubló el cielo, un rayo cruzó las nubes y el Air Force One aterrizó en Boyeros. Según la religión afrocubana, la lluvia es un buen presagio que barre la mala suerte, quizás no llovió lo suficiente. Si hubiera bajado Harrison Ford por la escalerilla hubiéramos estado más preparados, en cambio lo hizo un presidente negro y carismático con toda su familia.
Una de las mayores ventajas que tiene el proyecto cubano en comparación a sus homólogos de izquierda en el continente, es la ausencia de una burguesía con conciencia de clase. ¿Iremos gustosos a la construcción y fomento de los nuevos ricos? En décadas pasadas logramos distribuir con cierta equidad la riqueza nacional sin poder eliminar totalmente diferencias sociales que hoy amenazan convertirse en clases. ¿Le interesa a Obama que el país crezca económicamente y las familias de todos los barrios prosperen o solo le interesa un grupo que sea utilizable políticamente? El dinero está llegando de EU, parece concentrarse en algunos barrios y ciudades pero apenas salpica a los que no tienen capital para invertir o sufren fatalidades geográficas.
Otro punto de interés fue Internet y las nuevas tecnologías. ¿Por qué se interesa más el POTUS en la información que llega a los jóvenes en vez de los lápices y libretas en las escuelas? Cuba solo necesita que la dejen ser, sin segundas intenciones ni miradas paternalistas. Ya tenemos suficientes problemas propios, que no dependen del bloqueo, para estar ocupados con otros de fabricación foránea.
En un contexto de no-hostilidad con EE.UU. la sociedad civil del país deberá exigir las libertades sacrificadas por las circunstancias que algún funcionario pretenda limitar.
El POTUS no puede escapar de su circunstancia, aunque el tema Cuba pueda ser una inversión estratégica para su partido, en realidad se lo cree. Da la impresión de ser hombre de familia, de valores similares a los nuestros que en otro contexto sería nuestro amigo sin pensarlo. Si algo he aprendido hasta hoy es que la vida es más rica que las ideologías. Con grandes amigos en la socialdemocracia y enemigos en mi propio partido, se aprende que los valores son el bien más universal. Ya las discrepancias vienen en cuanto a la forma de convivencia y organización social.
Ese día en el teatro había Internet gratis, un lujo atípico que debería ser norma. Cuando acabó todo me marché impresionado por el dispositivo de seguridad, el no estar acostumbrado a tanta presencia policial quizás sea uno de los mejores valores que me enseñó mi país. El regreso a casa fue agridulce, se siente que el barco ha tomado impulso y las ruedas de la historia han echado a andar sin detenerse. Voy a recordarle al panadero que los Rolling Stones tocan el viernes, no es que los yanquis vengan llegando, es que ya están aquí.
El país se mueve con rapidez hacia un lugar incierto. Lo seguimos con movimiento zombie solo por la certeza de que éste tampoco es nuestro lugar, no es el país que queremos. Las preocupaciones comienzan cuando los adversarios de siempre soplan nuestras velas, nos dan impulso. Y no queda más remedio que emprender la travesía porque no hay puerto seguro a dónde regresar.
El día que llegó Obama a Cuba, el panadero me despertó cantando una canción antes proscrita de la radio, no de las casas cubanas. La visita del presidente estadounidense, Barack Obama, comenzaba con Willy Chirino de banda sonora y un sol tremendo.
En cuestión de horas se nubló el cielo, un rayo cruzó las nubes y el Air Force One aterrizó en Boyeros. Según la religión afrocubana, la lluvia es un buen presagio que barre la mala suerte, quizás no llovió lo suficiente. Si hubiera bajado Harrison Ford por la escalerilla hubiéramos estado más preparados, en cambio lo hizo un presidente negro y carismático con toda su familia.
Tenemos mucha gente importante que no está preparada para lo que viene.El presidente de EE.UU. hizo gala de comunicación política. Nosotros vimos en la tele no los méritos del otro, sino las deficiencias propias. Mientras algunos despotricaban contra el marketing político en nuestros medios, yo rezaba para que aprendieran algo de él en cuanto a forma política. Con el POTUS vinieron cientos de personas, muchos de ellos empresarios interesados en la isla. Le dedicó un tiempo valioso a los emprendedores, jóvenes en su mayoría. No hay duda que estos últimos serán parte de los cambios que sobrevendrán pero ¿se les quiere convertir en grupos de presión política? ¿Es de interés nacional tener un sector económico dependiente de la economía estadounidense?
Una de las mayores ventajas que tiene el proyecto cubano en comparación a sus homólogos de izquierda en el continente, es la ausencia de una burguesía con conciencia de clase. ¿Iremos gustosos a la construcción y fomento de los nuevos ricos? En décadas pasadas logramos distribuir con cierta equidad la riqueza nacional sin poder eliminar totalmente diferencias sociales que hoy amenazan convertirse en clases. ¿Le interesa a Obama que el país crezca económicamente y las familias de todos los barrios prosperen o solo le interesa un grupo que sea utilizable políticamente? El dinero está llegando de EU, parece concentrarse en algunos barrios y ciudades pero apenas salpica a los que no tienen capital para invertir o sufren fatalidades geográficas.
Otro punto de interés fue Internet y las nuevas tecnologías. ¿Por qué se interesa más el POTUS en la información que llega a los jóvenes en vez de los lápices y libretas en las escuelas? Cuba solo necesita que la dejen ser, sin segundas intenciones ni miradas paternalistas. Ya tenemos suficientes problemas propios, que no dependen del bloqueo, para estar ocupados con otros de fabricación foránea.
En un contexto de no-hostilidad con EE.UU. la sociedad civil del país deberá exigir las libertades sacrificadas por las circunstancias que algún funcionario pretenda limitar.
Escuché a Obama hablando a la sociedad civil en un discurso marcado por el carisma y las omisiones.Lo más importante quizás fue notar el camino escogido hacia la empatía de los cubanos:el nacionalismo martiano. La Revolución cubana fue primero nacionalista que ideológica, un resorte que no ha cambiado con las nuevas generaciones.
El POTUS no puede escapar de su circunstancia, aunque el tema Cuba pueda ser una inversión estratégica para su partido, en realidad se lo cree. Da la impresión de ser hombre de familia, de valores similares a los nuestros que en otro contexto sería nuestro amigo sin pensarlo. Si algo he aprendido hasta hoy es que la vida es más rica que las ideologías. Con grandes amigos en la socialdemocracia y enemigos en mi propio partido, se aprende que los valores son el bien más universal. Ya las discrepancias vienen en cuanto a la forma de convivencia y organización social.
Ese día en el teatro había Internet gratis, un lujo atípico que debería ser norma. Cuando acabó todo me marché impresionado por el dispositivo de seguridad, el no estar acostumbrado a tanta presencia policial quizás sea uno de los mejores valores que me enseñó mi país. El regreso a casa fue agridulce, se siente que el barco ha tomado impulso y las ruedas de la historia han echado a andar sin detenerse. Voy a recordarle al panadero que los Rolling Stones tocan el viernes, no es que los yanquis vengan llegando, es que ya están aquí.
Tomado de El Toque
domingo, 21 de febrero de 2016
Diez documentos para entender el acercamiento Estados Unidos-Cuba
Por Elier Ramírez Cañedo
Después del 17D: Cuba-Estados Unidos
En
este dossier se presentan 10 documentos desclasificados en los Estados
Unidos y fragmentos de una conferencia de prensa ofrecida por el
presidente Barack Obama dos días después de los anuncios del 17 de
diciembre de 2014, las cuales han tenido muy poca divulgación...
- Barack Obama: (4 de agosto de 1961, Hawái, Estados Unidos) ( Abogado y político estadounidense. Quinto legislador afroamericano en el Senado de los Estados Unidos. Primer candidato afroamericano nominado a la presidencia por el Partido Demócrata y es el primero en ejercer el cargo presidencia. Es cristiano y ex miembro de la Trinity United Church, en Chicago.
Un día después
del anuncio de la visita oficial del Presidente estadounidense Barack
Obama a Cuba, prevista para los días 21 y 22 de marzo de este año,
publicamos este valioso material, aportado por nuestro colaborador, el
Doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez Cañedo.
En este dossier se presentan 10 documentos desclasificados en los Estados Unidos y fragmentos de una conferencia de prensa ofrecida por el presidente Barack Obama dos días después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014, las cuales han tenido muy poca divulgación.
El criterio de selección de los documentos responde a tres ideas básicas:
“Este memorando propone un curso de acción que, de tener éxito, pudiera excluir el tema de Cuba de la campaña de 1964.
No propone ofrecerle un “trato” a Castro –lo cual, desde el punto de vista político, sería mucho más peligroso que no hacer nada. Sí propone una indagación discreta acerca de la posibilidad de neutralizar a Cuba según nuestras condiciones”.
(…)
Como no pretendemos derrocar al régimen de Castro mediante el uso de la fuerza militar, ¿hay algo más que podamos hacer para promover los intereses de los Estados Unidos sin correr el riesgo de ser acusados de aplicar una política contemporizadora?”
El segundo documento tiene también la firma de unos de las figuras que tuvieron más protagonismo en el acercamiento a Cuba del año 1963, Gordon Chase, quien se desempeñaba como ayudante del Asesor para Asuntos de Seguridad Nacional, McGeorge Bundy. Lo más importante a destacar de este documento es el siguiente fragmento que amplia en cuanto a la propuesta de Chase sobre el curso de acción a seguir con Cuba:
“Nuestra postura, por no decir nuestras palabras, debería trasladar lo siguiente: “Fidel, estamos dispuestos a dejar que los eventos sigan su curso actual. Pretendemos mantener, y cuando sea posible, aumentar nuestra presión en su contra hasta derrocarlo y estamos más que seguros de que triunfaremos. Además, puede irse olvidando de conseguir ‘otra Cuba’ en el hemisferio. Hemos aprendido nuestra lección y no permitiremos ‘otra Cuba’. Sin embargo, como personas razonables que somos, no vamos por su cabeza ni tampoco disfrutamos con el sufrimiento del pueblo cubano. Usted sabe cuáles son nuestras principales preocupaciones: el vínculo con los soviéticos y la subversión. Si usted cree que está en condiciones de disipar tales preocupaciones, probablemente podamos encontrar una manera de coexistir amigablemente y construir una Cuba próspera. Si cree que no puede hacer frente a nuestras preocupaciones, entonces olvídese del asunto; nosotros no tenemos inconveniente en mantener la situación actual. Al mismo tiempo, puede que le convenga tener en cuenta que si bien siempre nos interesará su parecer sobre el vínculo con los soviéticos y la subversión cubana, obviamente no podemos decirle en estos momentos que siempre estaremos dispuestos a negociar con usted en los mismos términos”.
Luego le sigue el documento más trascendental de los que he podido leer que demuestran fehacientemente la disposición histórica de Fidel de sentarse a negociar con los Estados Unidos en igualdad de condiciones y sin la menor sombra a la soberanía de Cuba o abjuración a los principios proclamados y defendidos por la Revolución. Se trata de un mensaje verbal enviado por el líder cubano al presidenteJohnson a través de la célebre periodista norteamericana Lisa Howard.
A continuación aparece un documento que revela un mensaje conciliador que también envió Fidel a Richard Nixon por intermedio del embajador Suizo en La Habana
Siguiendo el orden cronológico, aparecen dos documentos pertenecientes a la administración Gerald Ford (1974-1977). El primero de ellos constituye una propuesta muy interesante de estrategia negociadora de los Estados Unidos para avanzar hacia la “normalización” de las relaciones con Cuba.Y el segundo un resumen de las más importantes conversaciones secretas sostenidas en ese período entre ambos países.
Finalmente de la administración James Carter (1977-1981) 4 documentos que considero de gran importancia. Dos salidos de la mano de Robert Pastor, asistente para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, e indudablemente, uno de los hombres más inteligentes que desempeño un rol destacado en el diseño y la implementación de la política hacia Cuba en esos años. Su memorándum de agosto de 1977 a Brzezinski, revela que tenía criterios diferentes a los de este último y los del propio Carter en cómo había que enfocar la política hacia Cuba. A su entender, como expresó al asesor para asuntos de seguridad nacional, condicionar el avance del proceso de normalización de las relaciones con Cuba a la retirada de sus tropas de África resultaba el “instrumento equivocado” que no lograría ni la normalización, ni que Cuba retirara sus tropas de África. La historia demostró que estaba en lo cierto.
También se expone la directiva presidencial de Carter de marzo de 1977 donde ordena intentar avanzar hacia la “normalización” de las relaciones con Cuba, único documento de su tipo firmado por un presidente de los Estados Unidos, al menos hasta el segundo mandato de Obama. Se incorpora un documento de Brzezisnki donde señala malévolamente que las conversaciones con Fidel en diciembre de 1978 tenían solo el propósito de “sonsacar” al líder cubano. Hay que decir que Brzezinski se convirtió en una enemigo visceral de la normalización de las relaciones con Cuba, debido que a que su enfoque –diferente al que sostenía el Departamento de Estado- era que la Isla simplemente constituía un satélite de los soviéticos en África, por lo tanto, los asuntos cubanos no debían discutirse con La Habana sino con Moscú. Todo lo veía por el lente del conflicto Este-Oeste. [i]
Finalmente las palabras de Obama, las más transparentes de todas las que ha pronunciado en cuanto a cuáles son las intenciones del “nuevo enfoque” de política hacia Cuba anunciado el 17D y que convierten a la guerra cultural contra Isla en el epicentro fundamental de la política, sin renunciar a utilizar, de acuerdo a las circunstancias el garrote y la zanahoria. Quizás algunos señalen que esto no es necesario advertirlo pues no se puede esperar que Estados Unidos cambie las esencias de su política imperial, pero por desgracia no son pocos los que se confunden y engañan, tanto en Cuba como en el mundo. Ello no le resta significación al cambio en los instrumentos que significa la política anunciada el 17D. Al hacer el anuncio, la administración Obama, si bien incorpora una serie de elementos inéditos en la política hacia Cuba, le da continuidad a otros numerosos aspectos de la estrategia hacia la Isla que persiguieron las administraciones Ford y Carter.
(Tomado de la Revista Pensar en Cuba)
[i] Para ampliar véase Elier Ramírez Cañedo y Esteban Morales, De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.
Fuente: La pupila insomne
Tomado de CubAhora
En este dossier se presentan 10 documentos desclasificados en los Estados Unidos y fragmentos de una conferencia de prensa ofrecida por el presidente Barack Obama dos días después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014, las cuales han tenido muy poca divulgación.
El criterio de selección de los documentos responde a tres ideas básicas:
- Junto a la clásica agresividad practicada contra Cuba por las distintas administraciones norteamericanas, ha convivido una arista menos visible de la confrontación Estados Unidos-Cuba: la negociación, el diálogo y el acercamiento.
- Del lado cubano, en especial del líder cubano Fidel Castro, siempre ha existido la voluntad de dialogar e incluso avanzar hacia una relación más civilizada con los Estados Unidos.
- En los distintos momentos en que se han producido acercamientos, diálogos y hasta intentos de “normalizar” las relaciones con Cuba por parte del gobierno de los Estados Unidos, jamás éste ha abandonado los objetivos estratégicos de cambio de régimen en la Isla.
“Este memorando propone un curso de acción que, de tener éxito, pudiera excluir el tema de Cuba de la campaña de 1964.
No propone ofrecerle un “trato” a Castro –lo cual, desde el punto de vista político, sería mucho más peligroso que no hacer nada. Sí propone una indagación discreta acerca de la posibilidad de neutralizar a Cuba según nuestras condiciones”.
(…)
Como no pretendemos derrocar al régimen de Castro mediante el uso de la fuerza militar, ¿hay algo más que podamos hacer para promover los intereses de los Estados Unidos sin correr el riesgo de ser acusados de aplicar una política contemporizadora?”
El segundo documento tiene también la firma de unos de las figuras que tuvieron más protagonismo en el acercamiento a Cuba del año 1963, Gordon Chase, quien se desempeñaba como ayudante del Asesor para Asuntos de Seguridad Nacional, McGeorge Bundy. Lo más importante a destacar de este documento es el siguiente fragmento que amplia en cuanto a la propuesta de Chase sobre el curso de acción a seguir con Cuba:
“Nuestra postura, por no decir nuestras palabras, debería trasladar lo siguiente: “Fidel, estamos dispuestos a dejar que los eventos sigan su curso actual. Pretendemos mantener, y cuando sea posible, aumentar nuestra presión en su contra hasta derrocarlo y estamos más que seguros de que triunfaremos. Además, puede irse olvidando de conseguir ‘otra Cuba’ en el hemisferio. Hemos aprendido nuestra lección y no permitiremos ‘otra Cuba’. Sin embargo, como personas razonables que somos, no vamos por su cabeza ni tampoco disfrutamos con el sufrimiento del pueblo cubano. Usted sabe cuáles son nuestras principales preocupaciones: el vínculo con los soviéticos y la subversión. Si usted cree que está en condiciones de disipar tales preocupaciones, probablemente podamos encontrar una manera de coexistir amigablemente y construir una Cuba próspera. Si cree que no puede hacer frente a nuestras preocupaciones, entonces olvídese del asunto; nosotros no tenemos inconveniente en mantener la situación actual. Al mismo tiempo, puede que le convenga tener en cuenta que si bien siempre nos interesará su parecer sobre el vínculo con los soviéticos y la subversión cubana, obviamente no podemos decirle en estos momentos que siempre estaremos dispuestos a negociar con usted en los mismos términos”.
Luego le sigue el documento más trascendental de los que he podido leer que demuestran fehacientemente la disposición histórica de Fidel de sentarse a negociar con los Estados Unidos en igualdad de condiciones y sin la menor sombra a la soberanía de Cuba o abjuración a los principios proclamados y defendidos por la Revolución. Se trata de un mensaje verbal enviado por el líder cubano al presidenteJohnson a través de la célebre periodista norteamericana Lisa Howard.
A continuación aparece un documento que revela un mensaje conciliador que también envió Fidel a Richard Nixon por intermedio del embajador Suizo en La Habana
Siguiendo el orden cronológico, aparecen dos documentos pertenecientes a la administración Gerald Ford (1974-1977). El primero de ellos constituye una propuesta muy interesante de estrategia negociadora de los Estados Unidos para avanzar hacia la “normalización” de las relaciones con Cuba.Y el segundo un resumen de las más importantes conversaciones secretas sostenidas en ese período entre ambos países.
Finalmente de la administración James Carter (1977-1981) 4 documentos que considero de gran importancia. Dos salidos de la mano de Robert Pastor, asistente para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, e indudablemente, uno de los hombres más inteligentes que desempeño un rol destacado en el diseño y la implementación de la política hacia Cuba en esos años. Su memorándum de agosto de 1977 a Brzezinski, revela que tenía criterios diferentes a los de este último y los del propio Carter en cómo había que enfocar la política hacia Cuba. A su entender, como expresó al asesor para asuntos de seguridad nacional, condicionar el avance del proceso de normalización de las relaciones con Cuba a la retirada de sus tropas de África resultaba el “instrumento equivocado” que no lograría ni la normalización, ni que Cuba retirara sus tropas de África. La historia demostró que estaba en lo cierto.
También se expone la directiva presidencial de Carter de marzo de 1977 donde ordena intentar avanzar hacia la “normalización” de las relaciones con Cuba, único documento de su tipo firmado por un presidente de los Estados Unidos, al menos hasta el segundo mandato de Obama. Se incorpora un documento de Brzezisnki donde señala malévolamente que las conversaciones con Fidel en diciembre de 1978 tenían solo el propósito de “sonsacar” al líder cubano. Hay que decir que Brzezinski se convirtió en una enemigo visceral de la normalización de las relaciones con Cuba, debido que a que su enfoque –diferente al que sostenía el Departamento de Estado- era que la Isla simplemente constituía un satélite de los soviéticos en África, por lo tanto, los asuntos cubanos no debían discutirse con La Habana sino con Moscú. Todo lo veía por el lente del conflicto Este-Oeste. [i]
Finalmente las palabras de Obama, las más transparentes de todas las que ha pronunciado en cuanto a cuáles son las intenciones del “nuevo enfoque” de política hacia Cuba anunciado el 17D y que convierten a la guerra cultural contra Isla en el epicentro fundamental de la política, sin renunciar a utilizar, de acuerdo a las circunstancias el garrote y la zanahoria. Quizás algunos señalen que esto no es necesario advertirlo pues no se puede esperar que Estados Unidos cambie las esencias de su política imperial, pero por desgracia no son pocos los que se confunden y engañan, tanto en Cuba como en el mundo. Ello no le resta significación al cambio en los instrumentos que significa la política anunciada el 17D. Al hacer el anuncio, la administración Obama, si bien incorpora una serie de elementos inéditos en la política hacia Cuba, le da continuidad a otros numerosos aspectos de la estrategia hacia la Isla que persiguieron las administraciones Ford y Carter.
(Tomado de la Revista Pensar en Cuba)
[i] Para ampliar véase Elier Ramírez Cañedo y Esteban Morales, De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.
Fuente: La pupila insomne
sábado, 20 de febrero de 2016
Obama centra en Cuba mensaje habitual de sábado
https://www.whitehouse.gov |
“Buenos Días, a todo el mundo. Esta semana, lo hemos anunciado oficialmente, voy a Cuba”, declaró el presidente estadounidense en su alocución radial semanal.
La visita prevista para el 21 y 22 de marzo reviste carácter histórico, pues el último presidente de Estados Unidos en visitar Cuba durante su mandato fue Calvin Coolidge, en 1928, durante la dictadura de Gerardo Machado, un personaje de pésima recordación en Cuba.
El viaje apunta a “comenzar un nuevo capítulo en nuestra relación con el pueblo de Cuba”, dijo Obama.
“Creo que la mejor manera de promover los intereses y valores estadounidenses, y la mejor manera de ayudar al pueblo cubano a mejorar su vida, es a través del compromiso, mediante la normalización de las relaciones entre nuestros gobiernos y el aumento de los contactos entre nuestros pueblos”, añadió el mandatario.
Desde que llegó a la presidencia, Obama ha argumentado que el objetivo de EEUU sigue siendo el mismo de siempre frente a la Isla, pero que un acercamiento haría más por cambiar a Cuba que medio siglo de bloqueo y agresiones impuesto por anteriores gobiernos.
A continuación el mensaje textual del Presidente:
Buenos días a todo el mundo. Esta semana es oficial. Voy a Cuba.
Cuando Michelle y yo vayamos a La Habana el mes que viene, será la primera visita de un presidente estadounidense a Cuba en 90 años. Es una ampliación de la decisión que hice hace más de un año de comenzar un nuevo capítulo de nuestra relación con el pueblo cubano.
Creo que es la mejor manera de avanzar los intereses y los valores de los Estados Unidos, y que la mejor manera de ayudar al pueblo cubano a mejorar sus vidas es a través de “engagement”, normalizando las relaciones entre nuestros gobiernos y aumentando los contactos entre los dos pueblos. Siempre he dicho que el cambio no le llegará a Cuba de un día para otro. Pero mientras que Cuba se abre, eso creará más oportunidades y recursos para los cubanos de a pié. Y estamos viendo algún progreso.
Hoy, la bandera estadounidense vuela sobre nuestra embajada en La Habana, y nuestros diplomáticos están ahora interactuando más ampliamente con el pueblo cubano. Más estadounidenses visitan a Cuba que en cualquier momento durante los últimos 50 años: familias cubanoestadounidenses, estudiantes estadounidenses, maestras, voluntarios humanitarios, comunidades religiosas—todos estableciendo nuevos lazos y amistidades que acercan a nuestros países. Y cuando resuman los vuelos y ferries directos, nuestros ciudadanos tendrán la oportunidad de viajar y trabajar juntos y conocernos.
Epresas estadounidenses comienzan a comerciar con Cuba, ayudarla a desarrollar empresas privadas, y dándoles a los empresarios cubanos nuevas oportunidades. Con los nuevos hotspots (puntos de acceso) de Wi-Fi, más cubanos están en línea para obtener información del mundo. En ambos países hay apoyo abrumador para esta nueva relación. Y en Cuba, por la primera vez en medio siglo, hay esperanza para un diferente futuro, especialmente para los jóvenes cubanos que tienen tanto talento y potencial extraordinario esperando para ser liberado.
Mi visita será una oportunidad para seguir avanzando. Me reuniré con el Presidente Castro para conversar sobre como seguir normalizando las relaciones, incluyendo facilitando el comercio y haciendo más fácil para que los cubanos tengan acceso al internet y monten sus propias empresas. Como hice cuando me reuní con el Presidente Castro el año pasado, le hablaré francamente sobre nuestras serias diferencias con el gobierno cubano, incluyendo sobre la democracia y los derechos humanos. Reafirmaré que los Estados Unidos continuará defendiendo los valores universales como la libertad de expresión, asamblea y religión.
Tendré reuniones con miembros de la sociedad civil cubana: hombres y mujeres valientes quienes le dan voz a las aspiraciones del pueblo cubano. Me reuniré con empresarios cubanos para aprender como los podemos ayudar a montar nuevas empresas. Y hablaré directamente con el pueblo cubano sobre los valores que compartimos y como podemos ser socios mientras que trabajamos para el futuro que quieren.
Aún estamos en los primeros días de nuestra nueva relación con el pueblo cubano. Es una transformación que tomará tiempo. Pero estoy enfocado en el futuro, y confío que mi visita avanzará las metas que nos guian: promover los intereses y valores estadounidenses y un mejor futuro para el pueblo cubano, un futuro de más libertad y más oportunidad.
Gracias a todos, y al pueblo cubano. Nos vemos en La Habana.
Tomado de su blog Isla Mía
viernes, 12 de febrero de 2016
Sobre la actualidad del ideal socialista (1)
Por Darío Machado Rodríguez*
Es innegable que el ideal socialista sufrió un colapso en su prestigio, no solo en la desaparecida URSS y en los extintos países socialistas de Europa Oriental, sino también en Cuba, aunque los efectos más fuertes y duraderos del también catalogado como “desmerengamiento” se dieron aquí en el terreno económico; mientras, la identificación de la idea del socialismo como imagen de una sociedad mejor y más justa para Cuba se mantuvo y mantiene predominante en nuestros días.
Sin embargo, se produjo en estos años un debilitamiento de ese ideal y con ello una tendencia en la comunicación de contenido sociopolítico a no emplear el vocablo socialismo para acreditar la proyección social del país, mucho menos la frase “construcción del socialismo”, expresiones esenciales inherentes a la formulación del ideal socialista, vergonzantemente silenciados por algunos. En su lugar han surgido frases sustitutas como “proyecto social cubano”, “la sociedad que construimos” “proyecto de país”, etc., que de hecho son formulaciones válidas, pero obvian incluir en las expresiones el contenido socialista. Esa tendencia todavía hoy se revela y puede ser no solo el resultado de las vicisitudes mundiales del socialismo, sino también –hay que reconocerlo- de las dudas sobre su viabilidad por el desgaste que ha producido la tenaz acción de la guerra económica contra Cuba, el mencionado colapso del socialismo en Europa Oriental y la URSS, nuestros errores e insuficiencias y el hecho de continuar siendo un sendero ignoto requerido de mucha experimentación.
Pero si bien es un camino no desandado por completo en ningún lugar del mundo, no significa que el propio camino no sea socialista.
Siempre he afirmado que el socialismo en Cuba es simultáneamente realidad, ideal y experimentación. Es realidad por las transformaciones profundas ocurridas en la sociedad cubana y por las prácticas sociopolíticas y culturales que se mantienen, ideal porque en su horizonte hay propósitos considerados alcanzables y aún no realizados, y experimentación porque al ser efectivamente un camino ignoto, la experimentación es necesaria e inevitable.
Por ello sigue siendo válida la expresión construcción del socialismo o construcción social de orientación socialista, frase a la cual suelo acudir en un intento de caracterizar de modo resumido el proceso que constituye el tipo de sociedad cubana actual. Y lo es con todo derecho, porque predomina la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios y demás propiedades socializadas, por el papel de la planificación, por las normas socialistas de su gestión, por las pautas de distribución del producto social, por la cultura política predominante, por el poder político revolucionario, por las leyes vigentes, por las formas organizativas y por muchas otras razones.
Por otra parte, la descripción general de la sociedad cubana como una sociedad de orientación socialista, no solo incluye características socialistas fundamentales que son resultado de las transformaciones revolucionarias, así como su dirección, sino también su horizonte, su ideal y supera la discusión escolástica acerca de si Cuba es socialista o si no lo es. Lo es y no lo es a la vez.
De cualquier manera, disipada la polvareda de la implosión del campo socialista este-europeo, se comenzaron a ver con mucha claridad los efectos nocivos de la restauración capitalista en esa región del mundo y lo que ha significado la barbarie de los intentos de expansión hegemónica del imperialismo mundial en todos los órdenes (2).
Hoy, a las puertas del VII Congreso del PCC y en medio del mundo convulso y desafiante en que vivimos, es de particular interés incorporar al debate social el tema del ideal socialista.
Y es que el socialismo en Cuba, en tanto creación heroica, necesita hoy más que nunca levantar el ideal socialista, necesita enarbolarlo como finalidad estratégica, lo cual elementalmente requiere también el sustantivo y el adjetivo que mejor lo identifican: socialismo y socialista.
En otras palabras, tanto las acciones socialistas, como su teoría, ideología e ideal, forman parte de las fortalezas de la revolución socialista cubana.
Los ideales y el ideal del socialismo
Hay muchos modos de pensar qué es un ideal, realidad que se desprende lógicamente de la rica diversidad y complejidad de la vida social (3).
Cuando hablamos de ideal socialista, o ideal de socialismo, nos estaremos refiriendo al ideal social, al ideal sociopolítico y cultural, un ideal complejo y abarcador que se relaciona con la totalidad social, con los ideales que existen en la sociedad.
No pocas veces se ve el ideal social reducido al ideal político, de gobierno, y no se habla del ideal cultural, de ideal de bienestar, ni se desmenuzan los eslabones mediadores que enlazan la vida cotidiana con la política, el gobierno, los derechos.
El ideal social o ideal de sociedad es como todo proceso y realidad humana, un producto histórico concreto y en consecuencia cambiante.
En Cuba prerrevolucionaria existían diferentes ideales sociales, predominando en la sociedad el ideal democrático burgués. Éste, aunque fuertemente jaqueado por las contradicciones que reproducía y profundizaba el capitalismo dependiente (sin que ello alcanzara a constituirse en estado consciente en las mayorías acerca de sus causas profundas) y por el desprestigio que sufría a causa de los episodios dictatoriales como el existente en la década de 1950, era el que se reproducía en el mundo simbólico con mayor intensidad e influencia en la conciencia ciudadana.
El ideal socialista, asumido y defendido por un reducido grupo de convencidos, organizados o no políticamente, lograba solo una escasa influencia en la sociedad que estaba además confundida por la aviesa manipulación estereotipada de los conceptos de socialismo y comunismo.
Un ideal socialista cubano
Fueron las leyes revolucionarias de los primeros años generadas a partir de la destrucción del viejo Estado burgués dependiente, junto con las convicciones que reproducían los líderes de la revolución y muy especial el magisterio ideológico y político de Fidel, los que en su interacción lograron instalar en breves años el ideal socialista como concepto estratégico para la salvación de la nación cubana.
Un primer punto de partida al enfocar el tema del ideal socialista es definir si existe un único ideal socialista o tantos ideales socialistas como realidades sociohistóricas culturales existen en la humanidad.
El socialismo, en su calidad de sociedad nacida de las entrañas del capitalismo, donde quiera que emerja tendrá una serie de rasgos distintivos similares en la medida que se trate efectivamente de una superación del modo capitalista de producción y de vida. Pero el ideal socialista en tanto realidad social existirá en el mestizaje inevitable con las características sociohistóricas, culturales, presentes en cada sociedad humana.
El modo en que se visualiza, por ejemplo, el bienestar esperado en una sociedad socialista, el modo en que se valora la distribución del producto social, el modo en que se organiza la vida política, etc., como componentes del ideal socialista será obligadamente diferente en cada sociedad.
Esa misma relación realidad-ideal es la que explica que el ideal socialista sea un ideal obligadamente múltiple, que tiene una expresión en diferentes ámbitos de la realidad social, el ideal socialista no es una utopía, tampoco es una fe, sino la expresión consciente de un futuro posible.
Ideal, utopía y fe
Tanto los ideales, como las utopías y las distintas formas de la fe constituyen factores que influyen en las actitudes y acciones de los seres humanos y en ese aspecto tienen una similitud funcional, pero sus contenidos y significados difieren.
Utopía e ideal se parecen, pero no son lo mismo, si bien en el lenguaje propagandístico político el término utopía se emplea con reconocido éxito, eso no lo hace idéntico al ideal. Vale también recordar que el término utopía y el adjetivo que de este se deriva: utópico, utópica, son empleados para desautorizar determinados ideales tildados de irrealizables, aunque de hecho no lo sean, por lo que tales manejos solo procuran desvalorizarlos, precisamente por ser realizables. Es lo que ocurre con la desvalorización del ideal socialista cuando lo califican de “utopía”.
La utopía es expresión más de la imaginación que de la realidad, mientras que el ideal tiene un importante basamento en lo que es más cercanamente palpable y alcanzable con el esfuerzo individual y colectivo.
La utopía no necesita cambiar en períodos relativamente cortos de tiempo, el ideal está en constante transformación, es más flexible y práctico que la utopía. La utopía está más cerca de la fe, el ideal está más cerca de la razón.
La anterior distinción no resta fuerza al papel de la utopía en la sociedad, simplemente la distingue del ideal socialista.
El ideal socialista concita a la credibilidad consciente a partir de premisas reales, tangibles, en el sistema a cuya construcción colectiva se aspira por la sociedad.
En cuanto a la fe, esta denota la creencia en algo o alguien sin que medie una certeza consciente, sino solo la sensación de esa certeza. La palabra tiene un significado religioso, aunque se emplea hoy con otros significados: por ejemplo cuando un notario “da fe” de una firma, o en la frase “fe de erratas”, etc.
La fe no necesita la evidencia. Cuando una persona esta auto-imbuida de una determinada fe, obedece preceptos y mandamientos de la doctrina con la cual se identifica. Aunque la realidad en la que vive los cuestione, procura convencidamente encontrar la explicación que se avenga a la doctrina, a los preceptos, sobreseyendo las complejidades que cuestionen su fe.
El ideal socialista y la concepción del mundo
Por su amplitud, por los horizontes que abarcan los ideales sociales, estos se relacionan esencialmente con la concepción del mundo prevaleciente en las personas y grupos sociales, insertándose en esta última como parte coherente, afín, de la visión integral de unos y otros acerca de nuestra existencia en el planeta.
La persistencia espacial temporal de un ideal depende de los factores que lo condicionan, en cuyo conjunto el “ideal” aparece como la variable dependiente, que una vez surgida es esencial para pasar del conocimiento de la realidad social a jugar un papel mayor en la acción transformadora.
El fuerte debilitamiento del ideal socialista en las sociedades de los países ex-socialistas de Europa y en la desaparecida URSS puede explicarse principalmente por el debilitamiento y la in-funcionalidad de las condicionantes que lo sostenían, tanto las de orden material como las de orden espiritual y en especial por la desarticulación en lo ideológico, lo económico, lo político y lo organizativo entre ambos planos de la unidad material del mundo.
En el mundo de hoy en el que los medios de comunicación y las tecnologías asociadas han tenido un desarrollo cuantitativo exponencial y en muchos lugares se ha producido una deformación de la política que ha tendido cada vez más a ser función del mercado, los ideales pueden ser enarbolados desde intereses totalmente opuestos a lo que estos ideales argumentan y promueven, simplemente por su manipulación para obtener coyunturalmente apoyo popular.
Lo anterior es una razón más para no dejar el ideal socialista en fórmulas generales, vacías, sino rica y rigurosamente argumentadas.
Para promover el ideal socialista no basta con afirmar que se está por el socialismo, flaco favor le hace a la práctica esta simpleza.
El ideal socialista es un concepto complejo.
En la realidad cubana actual se pueden identificar no solo diferentes formas de existencia del ideal socialista, sino también formas de ideal capitalista. No hablo aquí de proporciones, sino de aspectos cualitativos.
Un ideal social es, como lo es la ideología que lo identifica, un producto histórico cultural, una generalización que resulta de la experiencia histórica, que visualiza, representa, resume el tipo de sociedad, las bases de su organización, las finalidades de su construcción, las pautas, leyes y normativas legales de su funcionamiento.
La fidelidad al ideal socialista en Cuba no puede ser una postura dogmática ni una declaración formal para no aparentar dejación de los propósitos originarios de la revolución, sino un eje capaz de resumir y articular voluntades, al que no se puede renunciar sin debilitar la única posibilidad de sostener y desarrollar el país en libertad, independencia y soberanía.
Para comprender el ideal socialista en la sociedad cubana actual, es preciso definir el conjunto de condicionantes que lo hacen vigente, ya que en la integración que significa el ideal se expresarán los valores presentes en estas condicionantes.
El ideal socialista tiene invariantes, que pueden relacionarse con su estructura básica, con los principios compartidos, a partir de los cuales evoluciona y se desarrollar el ideal. Relacionar los principios con las invariantes en modo alguno significa que los principios no cambian, que no se desarrollan. Aquí el término de invariante no hay que entenderlo como algo que no cambia, todo cambia, sino que se relaciona con la estabilidad. Se refiere al conjunto de principios que en su evolución y desarrollo mantienen una integración estable capaz de conservar el equilibrio y evolucionar enriqueciéndose en medio de las informaciones que aparecen continuamente desde la exterioridad del sistema “ideal socialista”.
Pero todo el asidero de ese sistema: “ideal socialista”, se encuentra en la conciencia de la sociedad cubana, incluyendo la presencia del sujeto que trabaja por su actualización y enriquecimiento, anclaje social y desarrollo armónico en la sociedad.
El ideal socialista cubano –repito- es como la ideología: un producto histórico cultural, es realidad en la conciencia social cubana y en el modo en que se expresa conscientemente en el mundo simbólico, mientras que la eficacia de su conceptuación está en razón directa con el grado en que el concepto que sobre ella se construye sea capaz de recoger lo esencial de esa realidad de modo articulado y coherente, explique su génesis, actualidad y proyección futura con valor práctico para la aceptación, convencimiento y movilización popular.
La construcción del ideal socialista, en tanto acto racional, resultado de la actividad humana, puede en cualquiera de sus formas y expresiones, estar más o menos identificado con la realidad social, y su eficacia como agente para movilizar la acción social estará también en dependencia de la calidad de su elaboración, de su formulación.
Las funciones del ideal socialista cubano, lo que es extensivo a cualquier otro ideal social, constituyen el elemento más dinámico del ideal socialista, están en la interfase ideal–sociedad y expresan precisamente la necesidad del ideal, y serán funcionales realmente a las necesidades sociales si las expresan.
Es ese precisamente el ámbito en el que las ciencias sociales en su integración con el centro de gravedad del sujeto político pueden realizar su mayor aporte, al proveer la información y los análisis más cercanos a la realidad social, contenidos que aporten la necesaria terrenalidad a la construcción de la expresión del ideal en un momento histórico dado.
La complejidad del ideal socialista emana precisamente de su terrenalidad. Después de ser enunciado el término, su pensamiento concreto se abre en numerosos ámbitos del acontecer ciudadano, donde radican esas condicionantes.
El ideal socialista sería una formulación vacía si se reduce a contenidos generales. Su explicación y argumentación tiene que abarcar esos disímiles ámbitos de la realidad social. Es ahí donde está lo principal en el debate acerca del ideal socialista en Cuba.
Si algún aporte de utilidad mayor pueden hacer las ciencias sociales, es el de estudiar y conocer como funcionan los eslabones mediadores entre los diversos ámbitos de la vida social en el que resulta significativo el funcionamiento del ideal socialista, lo que contribuirá a conocerlo y a conceptuarlo, y proponer programas de acción que afinen su funcionamiento armónico.
Naturalmente, no es ni puede ser la pretensión de este texto que solo aspira a estimular el debate en torno al ideal socialista, intentar una explicación medianamente exhaustiva sobre estos ámbitos y el modo en que en ellos funciona o debería funcionar el ideal socialista, sino apenas esbozar un panorama del conjunto, pero sí es dable ejemplificar con una aproximación en uno de ellos, el ámbito económico.
Al dirigir la mirada hacia la complejidad del ideal socialista, encontramos aspectos fundamentales que son principios de su existencia y finalidad social: la igualdad social, la justicia social, la cooperación, la emulación, el ideal económico, el ideal político, el ideal jurídico, el ideal ético, el ideal estético, el ideal organizativo, el ideal ciudadano, el ideal familiar, etc.
El ideal socialista debe contener también el criterio acerca de la estructura socioclasista y las reglas para incidir en la modelación de la movilidad social, de manera que las normativas, gratificaciones, reconocimientos, remuneraciones, etc. sean adecuadamente comprendidas y asumidas por la sociedad como justas, lógicas y aceptables, lo que sentará las bases para evitar que las diferencias sociales se perciban como indebidas, como privilegios espurios y para que no condicionen la estructuración de una imagen como pertenecientes a una clase ajena al ideal de toda la sociedad a quienes por sus capacidades y desempeño participen en mayor proporción del producto social, y específicamente a aquellos que ocupen posiciones en las estructuras de dirección económica, administrativa o política. De ello hay que hablar.
El ideal real y el ideal explicitado
El desarrollo del ideal socialista tiene lugar como resultado de las contradicciones, inequidades e injusticias del capitalismo y contra la inercia de la dominación y el poder hegemónico del modo capitalista de vida. Eso significa que el capitalismo seguirá funcionando y depredando a la humanidad y a la naturaleza mientras no exista un poder organizado que rompa su existencia inercial y perversa, de ahí que sin la acción política a favor de su superación, o lo que es igual a favor del socialismo, por más que resulte inicuo el accionar del capitalismo no podrá ser superado.
La influencia del capitalismo llega por múltiples vías, en el terreno económico, comercial, financiero, diplomático, militar, y muy especialmente a través de las guerras culturales y es preciso para su enfrentamiento renovar y fortalecer el ideal socialista desde bases realistas.
Para ello, es importante diferenciar entre el ideal que se ha consensuado y explicitado en un momento dado y el ideal real que está en permanente cambio y renovación, de donde se colige la importancia simbólica y práctica que tiene reverlo constantemente en sus disímiles aristas e integralmente.
El ideal socialista “vivo”, es decir, el que existe en sus disímiles formas y contextos complejos en la sociedad, vive en contraposición con todo el andamiaje práctico y simbólico de la influencia del capitalismo, del que está afuera y el que tenemos dentro, de ahí la importancia concreta e ineludible de su formulación y de la batalla de ideas por su divulgación, explicación, y continuo enriquecimiento.
Es precisamente en su formulación donde se pueden crear las premisas para alcanzar el máximo de eficiencia funcional del ideal socialista junto con el desarrollo cultural, en el proceso de retroalimentación desde el ideal formulado hacia la sociedad.
Esa formulación debe corresponderse en sus elementos básicos con lo que predomina realmente en la conciencia social. De ahí lo decisivo de aprenderlo para alcanzar una adecuada formulación del ideal que si bien nunca será igual a la realidad, no debe entrar en contradicción con lo que resulta socialmente entendible, asimilable y funcional, so pena de fracasar (4).
La explicación del ideal socialista desde la ciencia del ejemplo es un elemento fundamental para su extensión. En ella juegan un determinado papel los institutos ideológicos, la intelectualidad, los ideólogos, pero la expresión del ideal socialista en forma de planteo conceptual, tiene que evitar toda manipulación voluntarista o utópica para que empalme eficientemente en la conciencia ciudadana.
Si la formulación práctica del ideal no resulta efectiva para conmover y sumar conciencias será muy difícil cuando no imposible aspirar a convertirlo en una herramienta de promoción del sentimiento colectivista, del altruismo, la solidaridad y la justicia social.
De ahí que las aspiraciones generales del socialismo en una realidad sociocultural histórica concreta, expresadas en el ideal socialista, necesitan de su argumentación terrenal, de la explicación de las posibilidades concretas de su realización, de su identificación con los intereses de la gente, solo así el ideal se podrá afianzar y desarrollar.
El ideal socialista formulado “con los pies sobre la tierra” puede obtener los resultados prácticos que se requieren para demostrar la necesidad, posibilidad y viabilidad del modo socialista de producción y de vida y con ello una sólida identificación de la gente con ese ideal.
Un ciudadano puede tener conocimiento de un ideal, pero no identificarse con él, no compartirlo y, en consecuencia, carecer de influencia en su modo de pensar y actuar, salvo aquella influencia que sirve para reafirmar cualquier otro ideal o la ausencia de ideales. Por ello es dable hablar de “ideal asumido” o de “ideal compartido”, como calidad de la identificación con este de personas o grupos sociales.
El ideal compartido, asumido, incorporado, aparece como una síntesis modélica, pensada o imaginada de modo específico en cada coyuntura histórica, ejerciendo una influencia en la conducción de los caminos del pensamiento de las personas y en la orientación de sus acciones.
El ideal, como representación mental, es una abstracción que se forma bajo la influencia de una compleja serie de condicionamientos generados en la interrelación del sujeto con la realidad.
En tanto constructo subjetivo, el ideal en su conformación se va tejiendo desde los patrones, la información, la cultura de quienes lo sustentan, proceso en el cual los intereses juegan un papel transversal
El proceso de identificación de la persona con un ideal se ve influido y modelado desde edades tempranas, en el seno de la familia, la escuela, la comunidad, el grupo de amigos y en la sociedad en general, sobre todo a través de la acción de los medios de comunicación social, y de modo creciente en los medios que ofrecen las nuevas tecnologías de información y comunicación.
Los productos culturales (dibujos animados, novelas, anuncios, cortos, películas, el teatro, los show, los anuncios, y un largo etcétera) que ofrecen los medios en general, tradicionales y nuevos, reflejan de disímiles formas los ideales, bien alimentándolos, bien contrarrestándolos. Así, por ejemplo, la publicidad comercial del capitalismo, reproduce un ideal de bienestar que deriva en el confort hedonista afín a los intereses mercantiles de ese sistema y a su práctica habitual de crear en la gente necesidades artificiales, provocando estados mentales de carencia de algo que no necesitan para así estimular el consumismo.
Lo ético y lo estético están presentes en la conformación y afianzamiento de los ideales. El ideal estético de los seres humanos constituye uno de los principales factores de modelación de cualquier ideal, al acercarse a la perfección. Si bien el ideal socialista debe rechazar de plano el consumismo, la aspiración a su promoción y asimilación no puede presentar un socialismo feo y aburrido, que desilusiona, sino ser capaz de reconocer en él lo alegre, bello y esperanzador de la superación socialista de la realidad capitalista.
Sobre el papel del ideal
Cuando los individuos y grupos sociales se identifican con un ideal, este se traduce en convicciones que pautan los comportamientos humanos y refuerzan las actitudes transformadoras que significan ese ideal compartido, su búsqueda, su realización.
Al ser el ideal una realidad histórica concreta, es también cambiante, no solo a escala del individuo, sino en su dimensión social.
El hecho de ser el ideal una realidad cambiante significa que puede atemperarse o sublimarse, en dependencia de factores coyunturales, pero en ningún caso en su formulación puede perder su condición de constructo ideológico, de modelo que impulsa la realización de objetivos individuales y sociales.
De ahí que, independientemente de la existencia o no de generalizaciones conceptuales resultantes de diferentes conceptuaciones, el ideal socialista en la sociedad cubana ha existido por más de medio siglo, tanto en la ideología y la política de la revolución socialista, como en la subjetividad, en el modo en que han idealizado el socialismo los individuos y ha ejercido su influencia en la sociedad.
En otras palabras, el ideal socialista de hoy tiene como antecedentes la experiencia socialista en la sociedad cubana, las generalizaciones conceptuales expresadas por las instituciones ideológicas y políticas, por el liderazgo de la revolución socialista, por la intelectualidad, por la actividad cultural, las formas en que ha sido asumido socialmente y desde ahí expresado, reproducido y enriquecido en los más disímiles procesos y formas de la comunicación social.
En la medida en que los objetivos se van realizando en la sociedad los ideales se consolidan en la conciencia de las mayorías convirtiéndose en patrimonio subjetivo, cultural que puede ser conceptualizado y devuelto al torrente socializador fortaleciéndose culturalmente.
Si la ideología es el instrumento que permite un abordaje útil en la interpretación de la realidad social, el ideal como elemento de la ideología constituye el marco referencial general de esa interpretación, al constituir la proyección de mayor alcance en las metas estratégicas que entraña la ideología como proyecto de socialidad.
Al surgir como resultado de la necesidad de liberación frente a las condiciones que impone el capitalismo en el mundo, el ideal socialista implica una posición analítica crítica ante la realidad capitalista.
La realización del papel del ideal socialista responde al mismo conjunto de funciones de la ideología socialista. Además de la función analítica crítica, consustancial a su naturaleza de ideal anticapitalista, pueden reconocerse otras funciones fundamentales, todas interactuando y separables solo en la abstracción: la función aglutinadora (de identificación y cohesionadora), la función orientadora, la función educativa, la función reguladora, la función de dirección, la función de movilización y organización, la función valorativa. Puede considerarse también como una función del ideal socialista la de promover un sentimiento de seguridad en el porvenir, confianza en el futuro, esperanza de un mundo mejor.
En su función educadora, por ejemplo, el ideal socialista pone sus miras en un ser humano saludable, en armonía con sus semejantes, con la naturaleza, culto, instruido, colectivista, solidario, humanista, ajeno al consumismo hedonista, con altas necesidades culturales, es decir, muy diferente al tipo de “pieza de recambio del sistema” en que lo convierte el capitalismo.
En el ejercicio de la actividad política el ideal socialista actúa cohesionando, movilizando las voluntades, organizando, orientando, regulando la conducta, promoviendo el empoderamiento de la sociedad, la participación en el análisis de la situación y en las decisiones, etc.
Cuba no puede renunciar a la promoción del ideal socialista
En un artículo publicado en Cubadebate el 5 de octubre de 2015 titulado “El socialismo es ahora” abordé el ideal socialista: “No se oyen lo suficiente en nuestro mundo simbólico y político los conceptos de socialismo, construcción del socialismo, ética socialista y la discusión acerca de los desafíos que ello implica y el esclarecimiento de los caminos para superarlos, no tenemos una concreción del ideal socialista. Como todo ideal el propósito socialista está necesitado de la terrenalidad de la explicación que lo vincule a lo cotidiano en los diferentes ámbitos del acontecer social. Esa acción ideológica y política que encarne en la ofensiva de ideas que se necesita es pobre hoy y debe ser objeto de la atención del VII Congreso del Partido.”
Luego de 5 décadas de actividad política cultural de promoción del socialismo, en la imagen de sistema social existente en la gran mayoría del pueblo cubano persiste un conjunto de condicionantes que reafirman el ideal socialista entendido de las más disímiles formas dentro de un conjunto de conceptos, principios y códigos compartidos.
Trabajar en la actualización del ideal socialista, no renunciar a los términos que lo identifican y que forman parte de nuestras mejores tradiciones, no renunciar a la herencia del esfuerzo del pueblo por construir una sociedad socialista, justa, humanista, solidaria, constituye un arma para la defensa de la soberanía, la independencia, la identidad cultural y de un provenir de justicia social para todos.
*Licenciado en Ciencias Políticas. Diplomado en Teoría del proceso ideológico y Doctor en Ciencias Filosóficas. Preside la Cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.
NOTAS
(1) El Instituto de Filosofía de Cuba ha emprendido una investigación en torno a este tema, de la cual tengo el honor de formar parte. El presente artículo ha sido inspirado en esa iniciativa.
(2) El socialismo como ideal social es producto de la reacción ante las injusticias y en ese contexto es necesario. En el caso cubano funciona como modelo eficiente para el desarrollo en un mundo dominado por el capitalismo transnacional lo que convierte en una posibilidad y una decisión, una vía eficiente para el desarrollo y con ello para el aseguramiento de una respuesta positiva a las necesidades básicas de la sociedad en su conjunto y una vía para la realización de las aspiraciones individuales y sociales más generales.
(3) De esta manera, por ejemplo, desde la perspectiva de la vida en pareja se forman distintos ideales de personas para compartirla, también se forman ideales de vivienda, de vestimenta, de tipo de trabajo, y muchos otros. Los ideales entrañan disímiles metas de vida.
(4) Sirva de ejemplo para aclarar lo anterior el concepto y práctica del igualitarismo. Si hoy en el ideal socialista formulado y esgrimido en la actividad ideológica política se incluye el igualitarismo como componente universal, en particular la generalización de la distribución igualitaria de bienes y servicios, no sería asimilable por la mayor parte de la ciudadanía.
Enviado por su autor para La Polilla Cubana
Con la mirada puesta en el congreso del partido.
Es innegable que el ideal socialista sufrió un colapso en su prestigio, no solo en la desaparecida URSS y en los extintos países socialistas de Europa Oriental, sino también en Cuba, aunque los efectos más fuertes y duraderos del también catalogado como “desmerengamiento” se dieron aquí en el terreno económico; mientras, la identificación de la idea del socialismo como imagen de una sociedad mejor y más justa para Cuba se mantuvo y mantiene predominante en nuestros días.
Sin embargo, se produjo en estos años un debilitamiento de ese ideal y con ello una tendencia en la comunicación de contenido sociopolítico a no emplear el vocablo socialismo para acreditar la proyección social del país, mucho menos la frase “construcción del socialismo”, expresiones esenciales inherentes a la formulación del ideal socialista, vergonzantemente silenciados por algunos. En su lugar han surgido frases sustitutas como “proyecto social cubano”, “la sociedad que construimos” “proyecto de país”, etc., que de hecho son formulaciones válidas, pero obvian incluir en las expresiones el contenido socialista. Esa tendencia todavía hoy se revela y puede ser no solo el resultado de las vicisitudes mundiales del socialismo, sino también –hay que reconocerlo- de las dudas sobre su viabilidad por el desgaste que ha producido la tenaz acción de la guerra económica contra Cuba, el mencionado colapso del socialismo en Europa Oriental y la URSS, nuestros errores e insuficiencias y el hecho de continuar siendo un sendero ignoto requerido de mucha experimentación.
Pero si bien es un camino no desandado por completo en ningún lugar del mundo, no significa que el propio camino no sea socialista.
Siempre he afirmado que el socialismo en Cuba es simultáneamente realidad, ideal y experimentación. Es realidad por las transformaciones profundas ocurridas en la sociedad cubana y por las prácticas sociopolíticas y culturales que se mantienen, ideal porque en su horizonte hay propósitos considerados alcanzables y aún no realizados, y experimentación porque al ser efectivamente un camino ignoto, la experimentación es necesaria e inevitable.
Por ello sigue siendo válida la expresión construcción del socialismo o construcción social de orientación socialista, frase a la cual suelo acudir en un intento de caracterizar de modo resumido el proceso que constituye el tipo de sociedad cubana actual. Y lo es con todo derecho, porque predomina la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios y demás propiedades socializadas, por el papel de la planificación, por las normas socialistas de su gestión, por las pautas de distribución del producto social, por la cultura política predominante, por el poder político revolucionario, por las leyes vigentes, por las formas organizativas y por muchas otras razones.
Por otra parte, la descripción general de la sociedad cubana como una sociedad de orientación socialista, no solo incluye características socialistas fundamentales que son resultado de las transformaciones revolucionarias, así como su dirección, sino también su horizonte, su ideal y supera la discusión escolástica acerca de si Cuba es socialista o si no lo es. Lo es y no lo es a la vez.
De cualquier manera, disipada la polvareda de la implosión del campo socialista este-europeo, se comenzaron a ver con mucha claridad los efectos nocivos de la restauración capitalista en esa región del mundo y lo que ha significado la barbarie de los intentos de expansión hegemónica del imperialismo mundial en todos los órdenes (2).
Hoy, a las puertas del VII Congreso del PCC y en medio del mundo convulso y desafiante en que vivimos, es de particular interés incorporar al debate social el tema del ideal socialista.
Y es que el socialismo en Cuba, en tanto creación heroica, necesita hoy más que nunca levantar el ideal socialista, necesita enarbolarlo como finalidad estratégica, lo cual elementalmente requiere también el sustantivo y el adjetivo que mejor lo identifican: socialismo y socialista.
En otras palabras, tanto las acciones socialistas, como su teoría, ideología e ideal, forman parte de las fortalezas de la revolución socialista cubana.
Los ideales y el ideal del socialismo
Hay muchos modos de pensar qué es un ideal, realidad que se desprende lógicamente de la rica diversidad y complejidad de la vida social (3).
Cuando hablamos de ideal socialista, o ideal de socialismo, nos estaremos refiriendo al ideal social, al ideal sociopolítico y cultural, un ideal complejo y abarcador que se relaciona con la totalidad social, con los ideales que existen en la sociedad.
No pocas veces se ve el ideal social reducido al ideal político, de gobierno, y no se habla del ideal cultural, de ideal de bienestar, ni se desmenuzan los eslabones mediadores que enlazan la vida cotidiana con la política, el gobierno, los derechos.
El ideal social o ideal de sociedad es como todo proceso y realidad humana, un producto histórico concreto y en consecuencia cambiante.
En Cuba prerrevolucionaria existían diferentes ideales sociales, predominando en la sociedad el ideal democrático burgués. Éste, aunque fuertemente jaqueado por las contradicciones que reproducía y profundizaba el capitalismo dependiente (sin que ello alcanzara a constituirse en estado consciente en las mayorías acerca de sus causas profundas) y por el desprestigio que sufría a causa de los episodios dictatoriales como el existente en la década de 1950, era el que se reproducía en el mundo simbólico con mayor intensidad e influencia en la conciencia ciudadana.
El ideal socialista, asumido y defendido por un reducido grupo de convencidos, organizados o no políticamente, lograba solo una escasa influencia en la sociedad que estaba además confundida por la aviesa manipulación estereotipada de los conceptos de socialismo y comunismo.
Un ideal socialista cubano
Fueron las leyes revolucionarias de los primeros años generadas a partir de la destrucción del viejo Estado burgués dependiente, junto con las convicciones que reproducían los líderes de la revolución y muy especial el magisterio ideológico y político de Fidel, los que en su interacción lograron instalar en breves años el ideal socialista como concepto estratégico para la salvación de la nación cubana.
Un primer punto de partida al enfocar el tema del ideal socialista es definir si existe un único ideal socialista o tantos ideales socialistas como realidades sociohistóricas culturales existen en la humanidad.
El socialismo, en su calidad de sociedad nacida de las entrañas del capitalismo, donde quiera que emerja tendrá una serie de rasgos distintivos similares en la medida que se trate efectivamente de una superación del modo capitalista de producción y de vida. Pero el ideal socialista en tanto realidad social existirá en el mestizaje inevitable con las características sociohistóricas, culturales, presentes en cada sociedad humana.
El modo en que se visualiza, por ejemplo, el bienestar esperado en una sociedad socialista, el modo en que se valora la distribución del producto social, el modo en que se organiza la vida política, etc., como componentes del ideal socialista será obligadamente diferente en cada sociedad.
Esa misma relación realidad-ideal es la que explica que el ideal socialista sea un ideal obligadamente múltiple, que tiene una expresión en diferentes ámbitos de la realidad social, el ideal socialista no es una utopía, tampoco es una fe, sino la expresión consciente de un futuro posible.
Ideal, utopía y fe
Tanto los ideales, como las utopías y las distintas formas de la fe constituyen factores que influyen en las actitudes y acciones de los seres humanos y en ese aspecto tienen una similitud funcional, pero sus contenidos y significados difieren.
Utopía e ideal se parecen, pero no son lo mismo, si bien en el lenguaje propagandístico político el término utopía se emplea con reconocido éxito, eso no lo hace idéntico al ideal. Vale también recordar que el término utopía y el adjetivo que de este se deriva: utópico, utópica, son empleados para desautorizar determinados ideales tildados de irrealizables, aunque de hecho no lo sean, por lo que tales manejos solo procuran desvalorizarlos, precisamente por ser realizables. Es lo que ocurre con la desvalorización del ideal socialista cuando lo califican de “utopía”.
La utopía es expresión más de la imaginación que de la realidad, mientras que el ideal tiene un importante basamento en lo que es más cercanamente palpable y alcanzable con el esfuerzo individual y colectivo.
La utopía no necesita cambiar en períodos relativamente cortos de tiempo, el ideal está en constante transformación, es más flexible y práctico que la utopía. La utopía está más cerca de la fe, el ideal está más cerca de la razón.
La anterior distinción no resta fuerza al papel de la utopía en la sociedad, simplemente la distingue del ideal socialista.
El ideal socialista concita a la credibilidad consciente a partir de premisas reales, tangibles, en el sistema a cuya construcción colectiva se aspira por la sociedad.
En cuanto a la fe, esta denota la creencia en algo o alguien sin que medie una certeza consciente, sino solo la sensación de esa certeza. La palabra tiene un significado religioso, aunque se emplea hoy con otros significados: por ejemplo cuando un notario “da fe” de una firma, o en la frase “fe de erratas”, etc.
La fe no necesita la evidencia. Cuando una persona esta auto-imbuida de una determinada fe, obedece preceptos y mandamientos de la doctrina con la cual se identifica. Aunque la realidad en la que vive los cuestione, procura convencidamente encontrar la explicación que se avenga a la doctrina, a los preceptos, sobreseyendo las complejidades que cuestionen su fe.
El ideal socialista y la concepción del mundo
Por su amplitud, por los horizontes que abarcan los ideales sociales, estos se relacionan esencialmente con la concepción del mundo prevaleciente en las personas y grupos sociales, insertándose en esta última como parte coherente, afín, de la visión integral de unos y otros acerca de nuestra existencia en el planeta.
La persistencia espacial temporal de un ideal depende de los factores que lo condicionan, en cuyo conjunto el “ideal” aparece como la variable dependiente, que una vez surgida es esencial para pasar del conocimiento de la realidad social a jugar un papel mayor en la acción transformadora.
El fuerte debilitamiento del ideal socialista en las sociedades de los países ex-socialistas de Europa y en la desaparecida URSS puede explicarse principalmente por el debilitamiento y la in-funcionalidad de las condicionantes que lo sostenían, tanto las de orden material como las de orden espiritual y en especial por la desarticulación en lo ideológico, lo económico, lo político y lo organizativo entre ambos planos de la unidad material del mundo.
En el mundo de hoy en el que los medios de comunicación y las tecnologías asociadas han tenido un desarrollo cuantitativo exponencial y en muchos lugares se ha producido una deformación de la política que ha tendido cada vez más a ser función del mercado, los ideales pueden ser enarbolados desde intereses totalmente opuestos a lo que estos ideales argumentan y promueven, simplemente por su manipulación para obtener coyunturalmente apoyo popular.
Lo anterior es una razón más para no dejar el ideal socialista en fórmulas generales, vacías, sino rica y rigurosamente argumentadas.
Para promover el ideal socialista no basta con afirmar que se está por el socialismo, flaco favor le hace a la práctica esta simpleza.
El ideal socialista es un concepto complejo.
En la realidad cubana actual se pueden identificar no solo diferentes formas de existencia del ideal socialista, sino también formas de ideal capitalista. No hablo aquí de proporciones, sino de aspectos cualitativos.
Un ideal social es, como lo es la ideología que lo identifica, un producto histórico cultural, una generalización que resulta de la experiencia histórica, que visualiza, representa, resume el tipo de sociedad, las bases de su organización, las finalidades de su construcción, las pautas, leyes y normativas legales de su funcionamiento.
La fidelidad al ideal socialista en Cuba no puede ser una postura dogmática ni una declaración formal para no aparentar dejación de los propósitos originarios de la revolución, sino un eje capaz de resumir y articular voluntades, al que no se puede renunciar sin debilitar la única posibilidad de sostener y desarrollar el país en libertad, independencia y soberanía.
Para comprender el ideal socialista en la sociedad cubana actual, es preciso definir el conjunto de condicionantes que lo hacen vigente, ya que en la integración que significa el ideal se expresarán los valores presentes en estas condicionantes.
El ideal socialista tiene invariantes, que pueden relacionarse con su estructura básica, con los principios compartidos, a partir de los cuales evoluciona y se desarrollar el ideal. Relacionar los principios con las invariantes en modo alguno significa que los principios no cambian, que no se desarrollan. Aquí el término de invariante no hay que entenderlo como algo que no cambia, todo cambia, sino que se relaciona con la estabilidad. Se refiere al conjunto de principios que en su evolución y desarrollo mantienen una integración estable capaz de conservar el equilibrio y evolucionar enriqueciéndose en medio de las informaciones que aparecen continuamente desde la exterioridad del sistema “ideal socialista”.
Pero todo el asidero de ese sistema: “ideal socialista”, se encuentra en la conciencia de la sociedad cubana, incluyendo la presencia del sujeto que trabaja por su actualización y enriquecimiento, anclaje social y desarrollo armónico en la sociedad.
El ideal socialista cubano –repito- es como la ideología: un producto histórico cultural, es realidad en la conciencia social cubana y en el modo en que se expresa conscientemente en el mundo simbólico, mientras que la eficacia de su conceptuación está en razón directa con el grado en que el concepto que sobre ella se construye sea capaz de recoger lo esencial de esa realidad de modo articulado y coherente, explique su génesis, actualidad y proyección futura con valor práctico para la aceptación, convencimiento y movilización popular.
La construcción del ideal socialista, en tanto acto racional, resultado de la actividad humana, puede en cualquiera de sus formas y expresiones, estar más o menos identificado con la realidad social, y su eficacia como agente para movilizar la acción social estará también en dependencia de la calidad de su elaboración, de su formulación.
Las funciones del ideal socialista cubano, lo que es extensivo a cualquier otro ideal social, constituyen el elemento más dinámico del ideal socialista, están en la interfase ideal–sociedad y expresan precisamente la necesidad del ideal, y serán funcionales realmente a las necesidades sociales si las expresan.
Es ese precisamente el ámbito en el que las ciencias sociales en su integración con el centro de gravedad del sujeto político pueden realizar su mayor aporte, al proveer la información y los análisis más cercanos a la realidad social, contenidos que aporten la necesaria terrenalidad a la construcción de la expresión del ideal en un momento histórico dado.
La complejidad del ideal socialista emana precisamente de su terrenalidad. Después de ser enunciado el término, su pensamiento concreto se abre en numerosos ámbitos del acontecer ciudadano, donde radican esas condicionantes.
El ideal socialista sería una formulación vacía si se reduce a contenidos generales. Su explicación y argumentación tiene que abarcar esos disímiles ámbitos de la realidad social. Es ahí donde está lo principal en el debate acerca del ideal socialista en Cuba.
Si algún aporte de utilidad mayor pueden hacer las ciencias sociales, es el de estudiar y conocer como funcionan los eslabones mediadores entre los diversos ámbitos de la vida social en el que resulta significativo el funcionamiento del ideal socialista, lo que contribuirá a conocerlo y a conceptuarlo, y proponer programas de acción que afinen su funcionamiento armónico.
Naturalmente, no es ni puede ser la pretensión de este texto que solo aspira a estimular el debate en torno al ideal socialista, intentar una explicación medianamente exhaustiva sobre estos ámbitos y el modo en que en ellos funciona o debería funcionar el ideal socialista, sino apenas esbozar un panorama del conjunto, pero sí es dable ejemplificar con una aproximación en uno de ellos, el ámbito económico.
Al dirigir la mirada hacia la complejidad del ideal socialista, encontramos aspectos fundamentales que son principios de su existencia y finalidad social: la igualdad social, la justicia social, la cooperación, la emulación, el ideal económico, el ideal político, el ideal jurídico, el ideal ético, el ideal estético, el ideal organizativo, el ideal ciudadano, el ideal familiar, etc.
El ideal socialista debe contener también el criterio acerca de la estructura socioclasista y las reglas para incidir en la modelación de la movilidad social, de manera que las normativas, gratificaciones, reconocimientos, remuneraciones, etc. sean adecuadamente comprendidas y asumidas por la sociedad como justas, lógicas y aceptables, lo que sentará las bases para evitar que las diferencias sociales se perciban como indebidas, como privilegios espurios y para que no condicionen la estructuración de una imagen como pertenecientes a una clase ajena al ideal de toda la sociedad a quienes por sus capacidades y desempeño participen en mayor proporción del producto social, y específicamente a aquellos que ocupen posiciones en las estructuras de dirección económica, administrativa o política. De ello hay que hablar.
El ideal real y el ideal explicitado
El desarrollo del ideal socialista tiene lugar como resultado de las contradicciones, inequidades e injusticias del capitalismo y contra la inercia de la dominación y el poder hegemónico del modo capitalista de vida. Eso significa que el capitalismo seguirá funcionando y depredando a la humanidad y a la naturaleza mientras no exista un poder organizado que rompa su existencia inercial y perversa, de ahí que sin la acción política a favor de su superación, o lo que es igual a favor del socialismo, por más que resulte inicuo el accionar del capitalismo no podrá ser superado.
La influencia del capitalismo llega por múltiples vías, en el terreno económico, comercial, financiero, diplomático, militar, y muy especialmente a través de las guerras culturales y es preciso para su enfrentamiento renovar y fortalecer el ideal socialista desde bases realistas.
Para ello, es importante diferenciar entre el ideal que se ha consensuado y explicitado en un momento dado y el ideal real que está en permanente cambio y renovación, de donde se colige la importancia simbólica y práctica que tiene reverlo constantemente en sus disímiles aristas e integralmente.
El ideal socialista “vivo”, es decir, el que existe en sus disímiles formas y contextos complejos en la sociedad, vive en contraposición con todo el andamiaje práctico y simbólico de la influencia del capitalismo, del que está afuera y el que tenemos dentro, de ahí la importancia concreta e ineludible de su formulación y de la batalla de ideas por su divulgación, explicación, y continuo enriquecimiento.
Es precisamente en su formulación donde se pueden crear las premisas para alcanzar el máximo de eficiencia funcional del ideal socialista junto con el desarrollo cultural, en el proceso de retroalimentación desde el ideal formulado hacia la sociedad.
Esa formulación debe corresponderse en sus elementos básicos con lo que predomina realmente en la conciencia social. De ahí lo decisivo de aprenderlo para alcanzar una adecuada formulación del ideal que si bien nunca será igual a la realidad, no debe entrar en contradicción con lo que resulta socialmente entendible, asimilable y funcional, so pena de fracasar (4).
La explicación del ideal socialista desde la ciencia del ejemplo es un elemento fundamental para su extensión. En ella juegan un determinado papel los institutos ideológicos, la intelectualidad, los ideólogos, pero la expresión del ideal socialista en forma de planteo conceptual, tiene que evitar toda manipulación voluntarista o utópica para que empalme eficientemente en la conciencia ciudadana.
Si la formulación práctica del ideal no resulta efectiva para conmover y sumar conciencias será muy difícil cuando no imposible aspirar a convertirlo en una herramienta de promoción del sentimiento colectivista, del altruismo, la solidaridad y la justicia social.
De ahí que las aspiraciones generales del socialismo en una realidad sociocultural histórica concreta, expresadas en el ideal socialista, necesitan de su argumentación terrenal, de la explicación de las posibilidades concretas de su realización, de su identificación con los intereses de la gente, solo así el ideal se podrá afianzar y desarrollar.
El ideal socialista formulado “con los pies sobre la tierra” puede obtener los resultados prácticos que se requieren para demostrar la necesidad, posibilidad y viabilidad del modo socialista de producción y de vida y con ello una sólida identificación de la gente con ese ideal.
Un ciudadano puede tener conocimiento de un ideal, pero no identificarse con él, no compartirlo y, en consecuencia, carecer de influencia en su modo de pensar y actuar, salvo aquella influencia que sirve para reafirmar cualquier otro ideal o la ausencia de ideales. Por ello es dable hablar de “ideal asumido” o de “ideal compartido”, como calidad de la identificación con este de personas o grupos sociales.
El ideal compartido, asumido, incorporado, aparece como una síntesis modélica, pensada o imaginada de modo específico en cada coyuntura histórica, ejerciendo una influencia en la conducción de los caminos del pensamiento de las personas y en la orientación de sus acciones.
El ideal, como representación mental, es una abstracción que se forma bajo la influencia de una compleja serie de condicionamientos generados en la interrelación del sujeto con la realidad.
En tanto constructo subjetivo, el ideal en su conformación se va tejiendo desde los patrones, la información, la cultura de quienes lo sustentan, proceso en el cual los intereses juegan un papel transversal
El proceso de identificación de la persona con un ideal se ve influido y modelado desde edades tempranas, en el seno de la familia, la escuela, la comunidad, el grupo de amigos y en la sociedad en general, sobre todo a través de la acción de los medios de comunicación social, y de modo creciente en los medios que ofrecen las nuevas tecnologías de información y comunicación.
Los productos culturales (dibujos animados, novelas, anuncios, cortos, películas, el teatro, los show, los anuncios, y un largo etcétera) que ofrecen los medios en general, tradicionales y nuevos, reflejan de disímiles formas los ideales, bien alimentándolos, bien contrarrestándolos. Así, por ejemplo, la publicidad comercial del capitalismo, reproduce un ideal de bienestar que deriva en el confort hedonista afín a los intereses mercantiles de ese sistema y a su práctica habitual de crear en la gente necesidades artificiales, provocando estados mentales de carencia de algo que no necesitan para así estimular el consumismo.
Lo ético y lo estético están presentes en la conformación y afianzamiento de los ideales. El ideal estético de los seres humanos constituye uno de los principales factores de modelación de cualquier ideal, al acercarse a la perfección. Si bien el ideal socialista debe rechazar de plano el consumismo, la aspiración a su promoción y asimilación no puede presentar un socialismo feo y aburrido, que desilusiona, sino ser capaz de reconocer en él lo alegre, bello y esperanzador de la superación socialista de la realidad capitalista.
Sobre el papel del ideal
Cuando los individuos y grupos sociales se identifican con un ideal, este se traduce en convicciones que pautan los comportamientos humanos y refuerzan las actitudes transformadoras que significan ese ideal compartido, su búsqueda, su realización.
Al ser el ideal una realidad histórica concreta, es también cambiante, no solo a escala del individuo, sino en su dimensión social.
El hecho de ser el ideal una realidad cambiante significa que puede atemperarse o sublimarse, en dependencia de factores coyunturales, pero en ningún caso en su formulación puede perder su condición de constructo ideológico, de modelo que impulsa la realización de objetivos individuales y sociales.
De ahí que, independientemente de la existencia o no de generalizaciones conceptuales resultantes de diferentes conceptuaciones, el ideal socialista en la sociedad cubana ha existido por más de medio siglo, tanto en la ideología y la política de la revolución socialista, como en la subjetividad, en el modo en que han idealizado el socialismo los individuos y ha ejercido su influencia en la sociedad.
En otras palabras, el ideal socialista de hoy tiene como antecedentes la experiencia socialista en la sociedad cubana, las generalizaciones conceptuales expresadas por las instituciones ideológicas y políticas, por el liderazgo de la revolución socialista, por la intelectualidad, por la actividad cultural, las formas en que ha sido asumido socialmente y desde ahí expresado, reproducido y enriquecido en los más disímiles procesos y formas de la comunicación social.
En la medida en que los objetivos se van realizando en la sociedad los ideales se consolidan en la conciencia de las mayorías convirtiéndose en patrimonio subjetivo, cultural que puede ser conceptualizado y devuelto al torrente socializador fortaleciéndose culturalmente.
Si la ideología es el instrumento que permite un abordaje útil en la interpretación de la realidad social, el ideal como elemento de la ideología constituye el marco referencial general de esa interpretación, al constituir la proyección de mayor alcance en las metas estratégicas que entraña la ideología como proyecto de socialidad.
Al surgir como resultado de la necesidad de liberación frente a las condiciones que impone el capitalismo en el mundo, el ideal socialista implica una posición analítica crítica ante la realidad capitalista.
La realización del papel del ideal socialista responde al mismo conjunto de funciones de la ideología socialista. Además de la función analítica crítica, consustancial a su naturaleza de ideal anticapitalista, pueden reconocerse otras funciones fundamentales, todas interactuando y separables solo en la abstracción: la función aglutinadora (de identificación y cohesionadora), la función orientadora, la función educativa, la función reguladora, la función de dirección, la función de movilización y organización, la función valorativa. Puede considerarse también como una función del ideal socialista la de promover un sentimiento de seguridad en el porvenir, confianza en el futuro, esperanza de un mundo mejor.
En su función educadora, por ejemplo, el ideal socialista pone sus miras en un ser humano saludable, en armonía con sus semejantes, con la naturaleza, culto, instruido, colectivista, solidario, humanista, ajeno al consumismo hedonista, con altas necesidades culturales, es decir, muy diferente al tipo de “pieza de recambio del sistema” en que lo convierte el capitalismo.
En el ejercicio de la actividad política el ideal socialista actúa cohesionando, movilizando las voluntades, organizando, orientando, regulando la conducta, promoviendo el empoderamiento de la sociedad, la participación en el análisis de la situación y en las decisiones, etc.
Cuba no puede renunciar a la promoción del ideal socialista
En un artículo publicado en Cubadebate el 5 de octubre de 2015 titulado “El socialismo es ahora” abordé el ideal socialista: “No se oyen lo suficiente en nuestro mundo simbólico y político los conceptos de socialismo, construcción del socialismo, ética socialista y la discusión acerca de los desafíos que ello implica y el esclarecimiento de los caminos para superarlos, no tenemos una concreción del ideal socialista. Como todo ideal el propósito socialista está necesitado de la terrenalidad de la explicación que lo vincule a lo cotidiano en los diferentes ámbitos del acontecer social. Esa acción ideológica y política que encarne en la ofensiva de ideas que se necesita es pobre hoy y debe ser objeto de la atención del VII Congreso del Partido.”
Luego de 5 décadas de actividad política cultural de promoción del socialismo, en la imagen de sistema social existente en la gran mayoría del pueblo cubano persiste un conjunto de condicionantes que reafirman el ideal socialista entendido de las más disímiles formas dentro de un conjunto de conceptos, principios y códigos compartidos.
Trabajar en la actualización del ideal socialista, no renunciar a los términos que lo identifican y que forman parte de nuestras mejores tradiciones, no renunciar a la herencia del esfuerzo del pueblo por construir una sociedad socialista, justa, humanista, solidaria, constituye un arma para la defensa de la soberanía, la independencia, la identidad cultural y de un provenir de justicia social para todos.
*Licenciado en Ciencias Políticas. Diplomado en Teoría del proceso ideológico y Doctor en Ciencias Filosóficas. Preside la Cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.
NOTAS
(1) El Instituto de Filosofía de Cuba ha emprendido una investigación en torno a este tema, de la cual tengo el honor de formar parte. El presente artículo ha sido inspirado en esa iniciativa.
(2) El socialismo como ideal social es producto de la reacción ante las injusticias y en ese contexto es necesario. En el caso cubano funciona como modelo eficiente para el desarrollo en un mundo dominado por el capitalismo transnacional lo que convierte en una posibilidad y una decisión, una vía eficiente para el desarrollo y con ello para el aseguramiento de una respuesta positiva a las necesidades básicas de la sociedad en su conjunto y una vía para la realización de las aspiraciones individuales y sociales más generales.
(3) De esta manera, por ejemplo, desde la perspectiva de la vida en pareja se forman distintos ideales de personas para compartirla, también se forman ideales de vivienda, de vestimenta, de tipo de trabajo, y muchos otros. Los ideales entrañan disímiles metas de vida.
(4) Sirva de ejemplo para aclarar lo anterior el concepto y práctica del igualitarismo. Si hoy en el ideal socialista formulado y esgrimido en la actividad ideológica política se incluye el igualitarismo como componente universal, en particular la generalización de la distribución igualitaria de bienes y servicios, no sería asimilable por la mayor parte de la ciudadanía.
Enviado por su autor para La Polilla Cubana
viernes, 5 de febrero de 2016
Fidel: la sana picardía revolucionaria
Por Norelys Morales Aguilera
Fidel ha ido transcurriendo de coetáneos redimidos a padre inspirador. "Cuídese, padre" le decía un fornido constructor a su paso por una obra en La Habana. Por entre insólitos quehaceres y desvelos ha conducido una epopeya singular, cuya anchura se va sedimentando y acompaña en insondables rutas al capital simbólico de la nación. A veces, una sola frase suya, ahora desde su reposo fecundo abre un cosmos: "no confío en la política de Estados Unidos" que, bastaría para un tratado epistemológico para la Cuba futura.
Padre también le llamó Hugo Chávez muchas veces, agrandando el afecto a “padre ideológico” y comparándolo con Simón Bolívar. La afectuosidad entre ambos llegó a ser un regocijo de pueblos, que escapa a definiciones, pero está enraizada en el ardor de los latinoamericanos y caribeños. Quizás pocos saben que cuando Chávez tuteaba a Fidel, causaba asombro entre los cubanos acostumbrados a llamarle “Usted”, “Comandante”, “Fidel”...
Es que él "descubrió" a aquel terremoto del "por ahora..." en la puja de la utopía realizable de Nuestra América, y quizás hasta vislumbró la urgencia de encontrarlo personalmente. Ideó que lo invitase el historiador de la Habana, Eusebio Leal, pero le dio el sorpresón de recibirlo en la escalerilla de la aeronave a su arribo al aeropuerto habanero. Luego, queriéndole ver disertar, propició que su facundia ardorosa y sapiencia bolivariana, se desbordara en la histórica Aula Magna de la Universidad de La Habana. Chávez llegó a ser recurrentemente familiar, por el cariño que se le dispensaba en la Isla, no solo en el Gobierno.
Sabíamos de aquellas enjundiosas y largas charlas por Chávez que contaba haber sostenido con Fidel. Se producía lo más excelso de dos grandes revolucionarios: soñar y tener la audacia de construir. Quizás nadie pueda nunca saber cuánto aprendió el uno del otro y en cuanto se complementaron, siempre con ese modo respetuoso probado de Fidel, de compartir experiencias, pero nunca interferir, como han dicho el sandinista Daniel Ortega, o el líder indígena Evo Morales.
Obviamente, nadie tenía ni la más remota idea de lo que el líder cubano podría hacer ante la derrota previsible de su equipo, frente a un público de unos 45 mil aficionados, y millones de televidentes, en el terreno beisbolístico más emblemático de la Isla, el estadio Latinoamericano. Para la afición cubana y venezolana, muy conocedoras del deporte de las bolas y los strikes, las probabilidades de Cuba contra Venezuela eran de uno contra mil o un millón, decían algunos. Chávez estaba confiado y no dejaba de insistir jocosamente, provocando a Fidel, con la derrota.
La noche del 18 de enero de 1999 daba inicio aquel juego memorable de veteranos del beisbol de Cuba y Venezuela. Fidel sin apartarse de su estilo, tal vez en los pocos ratos de ocio que le permitían sus altas responsabilidades, se había anticipado. Lo planificó todo con minuciosidad, como una operación de inteligencia diseñó hasta el más mínimo detalle, en el más riguroso sigilo, y se preparó para gastar a Chávez y su equipo, la mayor broma que podría imaginarse a un jefe de estado.
Inició el juego. Los venezolanos salieron delante en el marcador como se esperaba, frente a nuestros ilustres veteranos y solo quedaba verlos en la grama del estadio, más allá de que ganaran o perdieran, con el añadido de ver a Chávez de pitcher y a Fidel con camisa de pelotero y pantalón verde olivo.
En el estadio y en sus casas los cubanos trataban de identificar a sus glorias del beisbol y no acertaban, ante aquellos barrigones, con arrugas y barbas encanecidas, pero irreconocibles: ¿cómo era que la fanaticada no podía identificar a sus viejos ídolos? (Sic). A la altura del tercer capítulo del desafío, comenzaron jugadas poco creíbles, atrapadas que requerían reflejos y una movilidad no apta para veteranos. Aquellos gordos iban a las pelotas con mucha agilidad y daban batazos como de jugadores en plena forma deportiva. Comenzaron las sospechas y las risas en el público, alguien creía reconocer a peloteros del equipo Cuba. Poco a poco se fue develando la incógnita. Fue Chávez, quien en primera base identificó a Orestes Kindelán. El Presidente beisbolista hacía gestos, se reía, protestaba, les hacía señas a los árbitros. Fidel había montado lo impensable, que los cubanos disfrutaban a más no poder. Los venezolanos no salían del desconcierto y la frustración. Fidel debió persuadir a casi uno de que se trataba de una broma a Chávez. Aseguraba, entre risas, que jamás había firmado tantas pelotas como recuerdo de un grato momento.
Se ha hablado bastante del inolvidable juego de pelota. Hay fotos y videos. Pero, quedó un mensaje poco referido: ni su mejor amigo, Hugo Chávez, podría decir que lo había derrotado, aunque fuese en el campo deportivo. Quedó el magisterio o el ejemplo, como se quiera entender, más allá de una divertida contienda de un juego de beisbol, como hizo tantas veces en su trayectoria cargada de peligros y victorias, que han hecho historia y leyenda imborrables.
Gabriel García Márquez, quien compartiera una larga amistad con Fidel, escribió: "Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar. Su actitud ante la derrota, aun en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada: ni siquiera la admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria.". Valoraba su actuar como un rasgo de su personalidad.
Pero, los revolucionarios auténticos se acompañan del arte singular de sobreponerse a la adversidad. Lo que Fidel, siempre ha practicado, es la posibilidad de anticiparse, de prever para convertir una derrota pronosticada en victoria, por vías creativas y sin aferrarse a dogmas.
Eso fue lo visto en aquel juego de beisbol de 1999, y desde entonces supongo, era lo que me quería transmitir aquel viejo comunista, marcado en sus manos por cicatrices de tortura, mientras veía en la distancia de su tiempo. Fidel en el juego contra su amigo Chávez, había enseñado practicando, una vez más, el valer de la sana picardía revolucionaria.
Fotos:
Foto 1: Nueva York, 1971. Fotografía de Yousuf Karsh.
© Museum of Fine Arts, Boston, EE.UU.
Otras no están acreditadas.
Ver galería en blog dedicado a estas evocaciones
https://fidelesfidel.wordpress.com/2016/02/04/fidel-la-sana-picardia-revolucionaria/
Publicado en su blog Isla Mía
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